De la competencia y desorganización de capitalismo a la cooperación y la planificación del socialismo
El sector del acero ha vivido un proceso de constante cambio desde hace más de un siglo: de evolución tecnológica, de aumento de la productividad, de constante ruina de fabricantes incapaces de producir más barato que los demás y de una concentración inimaginable de capitales. El sector ha llegado a la actualidad con unos grupos gigantescos e internacionalizados, de manera que unos pocos dominan la inmensa mayoría de la producción mundial de acero. Pero no solo es la producción de acero. Estos capitalistas dominan numerosos sectores ligados al acero o, por el contrario, son otros gigantes capitalistas los que dominan grandes productoras del acero. La concentración de capitales es más grande que nunca y sigue incrementándose.
Estos inmensos consorcios organizan la producción internamente. Cuanto mayor es el consorcio empresarial, más tentáculos de la producción pone en coordinación. Más obreros y obreras se encuentran bajo su control, gestión y, por tanto, explotación. Más medios de producción organiza y pone en marcha. Más extiende los tentáculos por toda la sociedad, controlando más aspectos de la misma para beneficio del propietario. Y cuanto más inmensas son estas corporaciones empresariales, más cruenta en la competencia para desbancarse unos a otros, para doblegar su resistencia por el alto grado de acumulación de capitales; mayores son los medios de producción puestos individualmente en marcha para controlar el mercado.
Por ejemplo, la estrategia de competencia ArcelorMittal pone en tensión y funcionamiento a sus capitales, a numerosas plantas productivas en numerosos países y a la tecnología alcanzada, preparando nuevos avances en sus centros de I+D+i que provoquen el aumento de su rentabilidad. Pone en competencia a sus plantas para incrementar la producción y la explotación laboral. Pone en funcionamiento todos los resortes de los Estados que conforman Europa y la propias estructuras de la UE; controla la educación para preparar a sus obreros y obreras del futuro, tal y como los quiere; extrae recursos económicos de su grupo empresarial para distribuir prebendas entre la aristocracia obrera y entre algunas capas de los sindicatos y de los partidos políticos con arraigo entre las masas obreras, con las que trata de comprarlos para su “guerra comercial” y sus estrategias; asimismo, destina recursos económicos para que los medios de comunicación difundan las ideas que justifican sus ataques contra los competidores y la necesidad de defender a la empresa mediante la austeridad. Pone en marcha todo un ejército a nivel social para confrontar con los ejércitos de los burgueses oponentes. Pone en marcha a países enteros.
La anarquía productiva que provocan el capitalismo y la burguesía en su carrera por el control del mercado desata profundas crisis económicas, que sumen en el caos y aún más en la desorganización a la producción, a la economía y a la sociedad misma. Estas fuerzas productivas escapan al control del ser humano inconsciente de las leyes que las rigen. Aun existiendo sobreproducción de acero siguen lanzándose en esa carrera por el control del mercado inundando de más y más toneladas de acero producido. Desatan guerras comerciales que arrastran a todo el país y a todos los países con sus consecuencias. La guerra comercial que puede iniciarse entre ArcelorMittal, Tata Steel y ThyssenKrupp, de un lado, y las acereras chinas, del otro, arrastrará a muchos otros sectores y a toda la sociedad misma. Y desatará crisis económicas mucho más profundas y agudas, con las terribles consecuencias que tiene para la mayoría social, para una clase obrera creadora de la riqueza social y que cada vez presenta más dificultades para consumir y usar lo que produce.
Ningún sector productivo capitalista escapa a estas leyes. Es extensivo a todos los demás. En lo particular de cada uno están presentes estas leyes generales del funcionamiento del capitalismo y las leyes generales de las fuerzas productivas de la sociedad.
La anarquía productiva, las crisis económicas, las mercancías que no encuentran consumidores, los medios de producción abandonados, el empobrecimiento de la clase obrera y del Pueblo en general, mientras existen productos suficientes. La desorganización de la producción, las guerras comerciales y las guerras militares, etc. Todo ello son fenómenos, más superficiales o más profundos, de la esencia del capitalismo; de la contradicción principal del capitalismo. La contradicción entre el carácter social de la producción y la apropiación privada de la riqueza social en virtud a la propiedad privada de los medios de producción.
La solución para acabar con la contradicción del capitalismo y sus consecuencias es poner en consonancia el carácter de la producción con su forma de apropiación, y esto solo puede venir de la mano de la propiedad social de los medios de producción. Esto es, la incautación de los grandes monopolios y grandes empresas de sectores estratégicos para la producción nacional pasando a ser propiedad estatal; su centralización en el Estado y la planificación económica consciente, dando fin a la competencia y a la desorganización productiva y económica que engendraba las crisis. Es decir, el paso a propiedad estatal de las plantas de producción de acero, de aluminio, de automóviles, de energía, de alimentación, de ropa, etc., entidades bancarias y financieras, constructoras, de gestión de infraestructuras y de transporte de mercancías, etc.
¿Qué se podría hacer, por ejemplo, con los 458 millones de € que ArcelorMittal pagó en dividendos a sus accionistas en 2014? Con la propiedad social de la empresa, esos dividendos pasan a ser, también, propiedad social. En lugar de engrosar los bolsillos de los accionistas pueden destinarse a: mejorar las condiciones de trabajo; mejorar los salarios de las y los trabajadores de todo el grupo siderúrgico; invertir, por ejemplo, las baterías de coque de la planta de Gijón para rehacerlas completamente, reduciendo las emisiones de contaminantes para mejorar su comportamiento ecológico y, por tanto, mejorando la calidad de vida de todas las familias obreras que viven en la zona; invertir en mejoras sociales, urbanas y muchas otras, en las ciudades de la zona para mejorar la calidad de vida de sus habitantes; etc. Este es el resultado de la propiedad social de los medios de producción.
Además, la planificación económica socialista permite organizar y poner en funcionamiento todos los resortes de la gran producción de las empresas estatales y de la distribución de los productos para cubrir las necesidades de la población en base a un Plan Económico, evitando las crisis económicas. La Unión soviética, con sus planes quinquenales, logró que su Renta Nacional creciera al ritmo del 13,9% durante los años en los que el mundo capitalista se hundía en la crisis económica más profunda vivida hasta ese momento. Igualmente, el sector industrial socialista crecía al 17%.
Esta permite estudiar y determinar las necesidades sociales que han de ser cubiertas, es decir, la demanda de los diferentes productos. Organizar los diferentes sectores de la economía para alcanzar los objetivos del Plan Económico, distribuye la cantidad de obreros y de medios de producción que son necesarios para alcanzar dichos objetivos y desarrolla las ramas de la producción que necesita para cumplirlos. Desarrollar organizadamente la cualificación técnico-científica de la población trabajadora que necesita la producción y la sociedad. Y destinar los recursos científicos y técnicos para lograr los avances tecnológicos del futuro, que deben hacer más eficiente la producción, y dirigiéndose a mejorar las condiciones de vida de la población. Es decir, la estructuración de toda la sociedad y de la producción en base a un plan.
Por ejemplo, en lo particular del sector, la planificación de la producción de acero, de la producción de energía, etc., en las diferentes plantas para proveer de materias primas a las diferentes fábricas de la industria ligera para la producción de la cantidad necesaria de bienes de consumo; para suministrar las materias primas y mercancías necesarias para proporcionar los servicios de que depende la sociedad y el bienestar social. La planificación consciente de la Investigación, Desarrollo e innovación que permita desarrollar la tecnología en la producción y calidad del acero.
La propiedad social de los medios de producción da lugar a la consecuente apropiación social de las riquezas así producidas. El trabajo queda garantizado. Y, dentro de la planificación, todo cambio operado en la producción, provocado por el progreso tecnológico dando lugar a su reestructuración, se realiza protegiendo el trabajo, proporcionando una protección social en una u otra empresa estatal. La propiedad social y el trabajo garantizan que todos los miembros de la sociedad tengan acceso a los bienes de consumo y todo medio material de vida que necesita, ampliándolos y mejorándolos exponencialmente. Pero, a la vez, el desarrollo de las fuerzas productivas sociales abre a la clase obrera el camino hacia la emancipación del trabajo. Esta permite destinar cada vez más tiempo a capacitarse intelectualmente para administrar la sociedad, acabando con la división del trabajo y con la división de la sociedad en clases sociales:
“La apropiación social de los medios de producción no sólo arrolla los obstáculos artificiales que hoy se le oponen a la producción, sino que acaba también con el derroche y la asolación de fuerzas productivas y de productos, que es una de las consecuencias inevitables de la producción actual y que alcanza su punto de apogeo en las crisis. Además, al acabar con el necio derroche de lujo de las clases dominantes y de sus representantes políticos, pone en circulación para la colectividad toda una masa de medios de producción y de productos. Por vez primera, se da ahora, y se da de un modo efectivo, la posibilidad de asegurar a todos los miembros de la sociedad, por medio de un sistema de producción social, una existencia que, además de satisfacer plenamente y cada día con mayor holgura sus necesidades materiales, les garantiza el libre y completo desarrollo y ejercicio de sus capacidades físicas y espirituales”.
Esto no se puede llevar a cabo sin que la clase obrera tome el poder del Estado, acabando con la dominación burguesa. Solamente así puede la clase obrera revolucionar las relaciones de producción emprendiendo la socialización de la propiedad de los medios de producción. Este es el acto más importante y son los primeros pasos fundamentales de la clase obrera consciente en el poder, es la revolución socialista.
Para llevarlo a cabo la clase obrera debe adquirir la consciencia socialista que le proporciona su partido político revolucionario, el Partido Comunista, y debe organizarse en torno a este para llevar a cabo dicha revolución socialista. Debe asimilar la teoría marxista-leninista y ponerla en práctica para cambiar la sociedad. Y, en primer lugar, es necesario reconstituir el Partido Comunista, a lo que el Partido del Trabajo Democrático pretende contribuir con su actividad de agitación y propaganda.