Robo Legal: ¿Cuánto y por qué hay que subir los salarios en España?

No solo es necesario que la clase obrera recupere su poder adquisitivo. También es necesario cuestionarse la existencia de un grupo de personas, que forma una clase social, y se apropia del trabajo ajeno.

R. Salazar
R. Salazarhttps://lamayoria.online
Redactor en La Mayoría.

Cuando se aproximan las elecciones, el Gobierno lanza a bombo y platillo el mensaje de que la recuperación económica ha llegado: “vamos por la buena senda” -dicen-, “estamos mejor que nunca” afirma el Gobierno central del Partido Popular de Rajoy. Los datos macroeconómicos muestran un crecimiento del 3,2% durante los dos últimos años1, dejando aparentemente atrás la segunda recesión económica. Vivimos una fase de crecimiento económico inestable. Las estimaciones apuntan a la desaceleración. Parece que los factores que dinamizaron la economía en este período empiezan a desaparecer o a influir en la dirección contraria.

Los bajos precios del petróleo y de la financiación, que hasta el año pasado han imperado, junto con la destrucción de empleo y el cierre de empresas que se ha llevado a cabo en los años anteriores para reducir sobrecapacidades, han permitido alcanzar estas cotas de crecimiento. Nuevos obreros y obreras se incorporan a nuevos puestos de trabajo. La maquinaria de las empresas vuelve a coger ritmo, aprovechando en mayor grado sus capacidades. La clase obrera la pone en marcha, aumentando así la producción y la productividad. No obstante, el mal que aqueja a la economía capitalista, la sobreproducción, sigue estando profundamente arraigado y provocará nuevas recesiones, de ahí que las previsiones son de desaceleración económica.

Al igual que el panorama económico en relación al Producto Interior Bruto (PIB) arroja un crecimiento, también lo hace la evolución de los precios de los bienes y servicios que la población consume. El crecimiento económico genera inflación. Los precios del petróleo parecen cambiar su tendencia hacia el alza. A esto se une que en este último invierno se produjo el escándalo de la especulación sobre los precios de la electricidad por parte del oligopolio eléctrico español. Y, además, el temporal que sufrió casi toda Europa arruinó numerosas cosechas, obligando a España a proveerles de frutas, verduras y hortalizas, lo cual provocó el alza de los precios de dichos productos básicos. Como consecuencia de todo esto, la inflación de los precios pasó del 1,6% a finales de 2016 al 3% en los primeros meses de 20172 3 .

La subida en convenio de los salarios en 2016 de media se situó en el 1,06%4 5, muy por debajo del máximo acordado con la patronal y muy cercano al mínimo pactado. Así, el crecimiento económico y la inflación es un cóctel explosivo para el poder adquisitivo de la clase obrera y para su posición económica con respecto a los empresarios y banqueros. Se produce la devaluación del salario real. Es el momento de que los trabajadores cumplan con su deber -mínimo- para consigo mismos. Por ello, CC.OO. y UGT, recogiendo el guante dejado por la propaganda del Gobierno, reclaman para la clase obrera una parte del pastel. Exigen “un reparto más justo del beneficio empresarial tras denunciar “la avaricia empresarial”6. Alzan la voz porque es hora de acabar con la austeridad, es hora de acabar con la pérdida de poder adquisitivo y con la política de moderación salarial.

En esta ocasión, a las puertas de la negociación de algunos importantes flecos del III Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva, como la subida salarial para 2017, los sindicatos reclaman un punto de inflexión en la tendencia que ha traído la última década en materia salarial y de poder adquisitivo. Una tendencia decreciente que es consecuencia de los despidos masivos realizados por la patronal, especialmente durante el período 2009-2013, que dejaron a millones de trabajadores y trabajadoras subsistiendo con una prestación por desempleo, con un subsidio, con una Renta Mínima de Inserción7 o, directamente, sin ayuda económica alguna; que es consecuencia de la reincorporación a un empleo cuyas condiciones económicas son peores que el existente antes de la crisis, debido a la presión que ejerce la existencia del desempleo y que utilizan los empresarios; o, finalmente, por el chantaje del accionariado y de la dirección de las empresas que, bajo la amenaza del desempleo, obligó y sigue obligando a los y las obreras a acceder a la congelación salarial o reducirlos para evitar este extremo. Así, como podemos ver en la Tabla 1, entre 2010 y 2016 los salarios reales se redujeron de media de un 8,2%8.

Evolución de los salarios 2010-2016 (en %)
Evolución de los salarios 2010-2016 (en %)

En esta coyuntura los sindicatos reclaman una subida salarial de entre un 1,8% y un 3% bajo el argumento de acompasarla a la subida del IPC. Esto requiere unas aclaraciones. En primer lugar, reclamar la subida del salario en el mismo porcentaje que el IPC no significa participar de los beneficios de las empresas, en esta fase de crecimiento económico, sino defender la no pérdida de poder adquisitivo. Es quedarse igual. Es la defensiva dentro de la defensiva. Y en segundo lugar, no es que se trate de lograr un reparto más justo del “beneficio empresarial” sino que una porción mayor de la riqueza creada por la clase obrera vaya a parar a sus manos. Debemos desterrar el mito de que el beneficio empresarial proceda de su dinero invertido.

Ante esta reivindicación sindical, la patronal y el Gobierno han salido al paso declarando que solo están dispuestos a ofrecer un 1,5% de subida salarial y con otro 0,5% adicional en función de la evolución de la productividad9, argumentando que eso de que “la economía va muy bien” es solo para los telediarios y las elecciones. Muestran un crecimiento económico aún débil e inestable, y que no puede ser condicionado por la subida salarial. Por ello proclaman la “moderación salarial”, por no hablar de la congelación salarial. La ministra de empleo, Fátima Báñez (PP), promueve que el mercado laboral español “debe seguir con un modelo de ganancia salarial moderada”, defendiendo el punto de vista de la patronal. Sin embargo, sus beneficios no se moderan, sino que crecen enormemente: las empresas del IBEX-35 aumentaron sus beneficios un 68,8% en 2016 con respecto al año anterior, sumando un montante total de 29.719 millones de €10.

Pero ¿cómo afectaría la subida salarial propuesta por la patronal? De momento, que todos y todas sepamos, en el mundo de las matemáticas un 1,5% es menor que un 3%. Si los salarios se incrementan menos que los precios, entonces los obreros y obreras pueden comprar menos productos que antes, a pesar de disponer de un poco más de salario. Pierden poder adquisitivo, se devalúa su salario real y empeora su calidad de vida. Si esto se repite cada año, entonces nos encontraremos ante el empobrecimiento progresivo, y cada vez más profundo, de la clase obrera. Y, por el contrario, las empresas y los banqueros verán incrementados enormemente sus beneficios, sumando cada año este pequeño porcentaje de media que escamotea a cada obrero y obrera en la venta de los bienes de consuno y servicios. La CEOE hace aparentes concesiones para calmar a las y los obreros mientras que sigue exigiéndoles sacrificios por el bien de la economía, cuando realmente quieren decir que es para aumentar sus beneficios en la competencia capitalista.

Así, por ejemplo, en los últimos 35 años el peso de la rentas de los asalariados sobre el PIB ha pasado del 51,13% al 47,23%11. Lo que significa es que hay una tendencia hacia la pérdida salarial.

¿De dónde vienen los beneficios de la patronal? ¿Hay un árbol del dinero o del que cuelguen coches de lujo, mansiones, joyas, ropa de alta costura,…, y todo el patrimonio que poseen?

Remuneración de los salarios 1980-2015
Remuneración de los salarios 1980-2015

Un importante científico francés dijo, hace más de 200 años, que “la materia no se crea ni se destruye, tan solo se transforma”. Este científico se llamaba Lavoisier, y el propio Einstein no solo aplicó esta formulación sino que la completó. Pero, para transformar la materia en televisores, móviles, coches, alimentos, ropa y calzado, máquinas, herramientas, etc., hace falta algo. Y este algo es el trabajo, es decir, hay que aplicar una determinada cantidad de fuerza de trabajo, midiéndola en un determinado tiempo de trabajo, sobre las cosas para que pasen de estar en bruto en la naturaleza a terminar siendo un elemento útil para la humanidad.

Pero ¿la patronal produce, es decir, aplica un determinado trabajo para crear esos productos? ¿Desde la bolsa o en sus despachos los accionistas aplican trabajo sobre las materias primas para crear los bienes de consumo y servicios finales? ¿O, acaso, Amancio Ortega produce mercancías con sus propias manos por el valor de los 1.256 millones de € que ha obtenido en 201612? ¿Es posible que lo haga una sola persona? No, sería absurdo pensar eso. Por tanto, no producen. Entonces si el beneficio no sale de la nada, solo puede proceder de algo real, de la producción real. Y esa producción real es realizada por la clase obrera. Es la que toma en sus manos las herramientas, máquinas, vehículos, etc., y transforma el hierro en acero, el acero en coches, barcos, aviones, electrodomésticos, etc., por ejemplo.

Así pues, los empresarios y banqueros obtienen el beneficio y viven de lo que produce la clase obrera. Ese beneficio procede de la explotación de la clase obrera. Estos burguesitos, como Ana Patricia Botín, Francisco González, Amancio Ortega, Florentino Pérez, Lakshmi Mittal, César Alierta, Juan Roig, etc., simplemente esperan sentados en sus despachos a recibir los dividendos que producen las y los trabajadores en una o varias de sus empresas o en las que han hecho una inversión financiera. Por tanto, el árbol del dinero se llama obrero y obrera.

El PIB representa el total de bienes y servicios que produce la clase obrera en un año en España. Este se situó en 1.113.851 de millones de € en 2016. Sin embargo, como ya hemos visto, la clase obrera no percibe en forma de salario todo lo que produce, en caso contrario no habría beneficio para el empresario. De este total recibe 526.098 millones de € en forma de salarios para subsistir como obrero, consumiendo los alimentos, vestimenta, vivienda, coches, ordenadores, móviles, etc., que necesita. Otra parte del PIB, mucho más pequeña, se traslada al Estado en forma de impuestos para dar cobertura social a las necesidades de la población en general, como la sanidad, la educación y la cultura, la recogida de basuras, limpieza urbana, etc., y a la ejecución de infraestructuras públicas de toda índole13. Y, para finalizar, de ese total del PIB la burguesía obtiene como beneficio, gracias al trabajo creador de la clase obrera, 473.032 millones de €. Esto es por el mero hecho de ser accionista, cuya riqueza acumulada procede de explotar a generaciones y generaciones pasadas de obreros y obreras, es decir, procede de apropiarse lo que han producido.

Entonces, no se trata de que la patronal reparta sus beneficios, de que sean “buenos chicos y chicas” y den un poco de lo que es suyo a la clase obrera. No se trata de que no sean tan avaros y sean un poco más solidarios. No se trata de que dejen de ser lo que son para abandonar la carrera de competencia salvaje capitalista y se conviertan en hermanitas de la caridad. No, no se trata de eso. Se trata de que la patronal se apropia lo que produce la clase obrera. De que esta percibe en forma de salario lo que se corresponde con una parte de lo que produce, para vivir y reproducir su fuerza de trabajo. Y el excedente de lo que produce, la denominada plusvalía, pasa a ser la ganancia, que es de donde el empresario, el banquero y el rentista “beben”. Por tanto, lo que se enmascara como perteneciente al empresario realmente, en el fondo, pertenece a la clase obrera.

¡Cuántas cosas podríamos hacer con esos cientos de miles de millones de € que se apropia la burguesía, en forma de beneficios, para mejorar la calidad de vida de la clase obrera!

¿Por qué si la clase obrera es la que produce ha de vivir cada vez peor para que estos “chupasangre”, que viven del trabajo ajeno, se enriquezcan, vivan mucho mejor y se “perpetúen” como burguesitos? ¿Por qué la clase obrera no puede vivir mejor, dado que es la que produce las riquezas del país? Y, por tanto ¿por qué no deben vivir peor estos burguesitos? Nada debiera impedirlo. Actualmente tan solo lo puede impedir la desorganización y la falta de conciencia de lo que hay que defender como obreros y obreras, es decir, el conformismo, el desclasamiento, la aceptación de la explotación, la aceptación o la defensa de la propiedad privada de los empresarios y banqueros, etc.

¿Qué proponemos desde el Partido del Trabajo Democrático para defender a la clase obrera, así como sus intereses y su bienestar social?

  • El establecimiento de la subida automática del salario según el IPC, sin necesidad de acuerdo, negociación, etc. Adicionalmente, subida salarial de un 5% anual para recuperar progresivamente, en un plazo de 5 años, los niveles de salario relativo con respecto a las rentas del capital de principios de los años 198014.
  • La instauración de la igualdad salarial entre hombres y mujeres, de manera que: a igual puesto de trabajo y jornada laboral, igual salario. Tengamos en cuenta que las mujeres tienen un 14% de salario menos que los hombres, generando discriminación y la pérdida de poder adquisitivo para las mujeres trabajadoras.
  • Elevación del Salario Mínimo Interprofesional hasta alcanzar el 60% del salario medio en España. Este valor permite que las familias puedan cubrir las necesidades con suficiencia y no sufrir carestía de vida. Es decir, no sufrir malnutrición, pobreza energética, etc., que causan un dramático empeoramiento de la calidad de vida e incluso la muerte, como en los incendios por la pobreza energética.
  • Supresión de los contratos basura y contratos temporales, así como elevación de la indemnización por despido hasta los 55 días por año trabajado (con 42 mensualidades como máximo), para dotar de estabilidad al mercado laboral dificultando el despido. De esta manera se reducirá la presión del desempleo y sus dramáticas consecuencias.
  • Prohibición de los contratos individuales fuera de los convenios colectivos, los cuales  causan la atomización de la clase obrera generando una capa de obreros y obreras con menos derechos laborales y peores condiciones salariales.
  • Recuperación y afianzamiento de la ultraactividad de los convenios colectivos y prohibición de descuelgue sobre el convenio laboral, garantizando así unos estándares mínimos salariales y de condiciones laborales en todo momento. E incremento de los recursos para la inspección de trabajo con el fin de perseguir los incumplimientos de los convenios laborales.

Así, pues, con la subida salarial y medidas que proponemos, los trabajadores y trabajadoras estarían reclamando una mayor porción de lo que es suyo para vivir mejor en esta época de crecimiento económico. Si durante estas épocas no reclamásemos una subida salarial suficiente para compensar la pérdida de salario sufrida durante las épocas de crisis, entonces de media nos estarían devaluando el salario y, por tanto, empobreciéndonos, tal y como sucede en este período.

Pero, no solo entendemos que es necesario que la clase obrera recupere su poder adquisitivo, sus niveles salariales o esa mayor porción de lo que es suyo para volver al peso de antaño de sus rentas sobre el PIB. Sino que, además, cuestionamos la existencia de un grupo de personas, formando una clase social, con el derecho de apropiarse el trabajo ajeno y, en virtud a este derecho, a obtener unas ganancias multimillonarias, sin producirlas con sus propias manos. Mientras tanto, los verdaderos productores ven cómo les resulta difícil o no pueden acceder a todos los servicios y bienes de consumo que producen. Esas obreras y obreros, que son el alma de la economía, son cada vez más pobres o tienen que trabajar muchas más horas para mantener el nivel de vida. ¿Por qué la clase obrera ha de repartir el pastel que produce para que las y los burguesitos se queden con una parte importante de este (y cada vez más porción)? Es necesario acabar con la explotación de la clase obrera, es decir, con la explotación capitalista.

Notas

  1. El crecimiento del PIB en 2015 fue del 3,2% y en 2016 fue del 3,2% según datos del INE.
  2. Datos de los meses de enero y febrero de 2017 ofrecidos por el INE. En el momento de la redacción de este artículo, el dato provisional interanual de la inflación para el mes de marzo es del 2,3%.
  3. Las estimaciones realizadas por el INE siempre están en tela de juicio, dado que la ponderación de los diferentes productos que incluye la cesta de la compra considerada suelen estar, en buena parte, alejadas de la realidad de consumo de las familias obreras, es decir, de la mayoría de la población.
  4. Gobierno y patronal, de acuerdo en no subir los salarios. Diario16, 16 de enero de 2017.
  5. El coste salarial real se encuentra en números negativos. A pesar de ser positivo el incremento según lo pactado para los convenios, los descuelgues e incumplimientos de los convenios, la elevada temporalidad, el incremento de las contrataciones a tiempo parcial, etc., arrastran de media hacia la devaluación del salario absoluto.
  6. Toxo advierte a empresarios y gobierno: “Si hay voluntad, habrá acuerdo. Si no lo hay, habrá movilizaciones”. Declaraciones de Jaime Cedrún, secretario general de CC.OO. Madrid. 23 de marzo de 2017
  7. Cuyas cuantías son muy inferiores al salario que cobraban.
  8. Datos procedentes del INE correspondientes.
  9. Para operar un aumento en la productividad tiene que haber un aumento de la intensidad del trabajo o que el trabajo sea más fructífero, mayor a la subida salarial. Siempre salen ganando incluso haciendo aparentes concesiones.
  10. El beneficio del Ibex 35 avanzó un 69% en 2016 gracias a Repsol y Arcelor. El Economista, 1 de marzo de 2017.
  11. Datos del INE para los años 1981 y 2016.
  12. Beneficio récord de Inditex: gana 3.157 millones tras crecer otro 10% su resultado. El Confidencial, 16 de marzo de 2017.
  13. Esto constituye el salario indirecto de la clase obrera, aunque la corrupción desvía continuamente parte de esos fondos para beneficio de empresas y bancos que construyen infraestructuras innecesarias, por ejemplo, para su lucro.
  14. El año 1981 supuso un punto de inflexión para la rentas de los asalariados en relación al PIB, pasando de una tendencia creciente a una decreciente, y se acercaba la gran reforma del mercado laboral del año 1983 con el Acuerdo Interconfederal, el cual provocó un descenso de los salarios.

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