Tras la Constituyente, cuatro claves sobre Venezuela

Las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente en Venezuela han sido un éxito: ¿Qué aspectos destacar del proceso? ¿Qué retos afronta la Revolución?

La convocatoria del pasado domingo 30 de julio en Venezuela ha sido un éxito democrático y un varapalo a las pretensiones de la derecha venezolana. Las fuerzas progresistas han demostrado que todavía tienen sobrada capacidad de dar guerra, a pesar de la campaña interna y externa de boicot, aislamiento y acoso y derribo.

Estos resultados de las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela, y todo el proceso que ha rodeado a estos comicios, han supuesto un verdadero terremoto político. No solo en el país caribeño, sino en todo el mundo.

En el Reino de España, los acontecimientos en Venezuela han tenido un especial impacto, siendo objeto de debate público y presencia mediática masiva. La utilización de la situación en Venezuela como arma arrojadiza en la política española se ha convertido en un hecho cotidiano, no habiendo un solo día en no se hagan acusaciones de bolivarianismo a los opositores políticos al Régimen del 78. Los diputados de los partidos del IBEX35 (PSOE, PP,  C´s…) y sus plumíferos de la prensa, han desarrollado una especial fijación con este asunto. Los líderes de la llamada Nueva Política (Iglesias, Errejón, Colau, Carmena, Garzón, etc…) son objetivo frecuente de estas acusaciones. Este fenómeno, salvando las distancias, nos trae a la mente los famosos primeros párrafos de El Manifiesto del Partido Comunista, escrito por los señores Marx y Engels en 1848:

«Un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo. Contra este espectro se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa, el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes.

No hay un solo partido de oposición a quien los adversarios gobernantes no motejen de comunista, ni un solo partido de oposición que no lance al rostro de las oposiciones más avanzadas, lo mismo que a los enemigos reaccionarios, la acusación estigmatizante de comunismo.»1

Pero lejos del ruido mediático, hay ciertas claves que es importante resaltar y tener en cuenta, para tomarle la medida correcta al proceso político Venezolano y sondear sus potencialidades y limitaciones. Vamos a ello.

¿Oposición democrática?

La llamada Mesa de Unidad Democrática (MUD), la coalición de fuerzas políticas y sociales que se oponen al proceso bolivariano, hace gala, de puertas afuera, o más bien, de fronteras afuera, de talante democrático y pacífico. Esta operación de propaganda cuenta con el apoyo entusiasta de los mass media occidentales más importantes, en lo que es un auténtico consenso oligárquico sobre qué Venezuela hay que mostrar al mundo.

Sin embargo, en el momento en indagamos un poco más allá, vemos que la realidad es otra bien distinta. La llamadas guarimbas, grupos de opositores que realizan bloqueos en determinadas zonas con el fin de boicotear la circulación y distribución de mercancías, son un ejemplo de ello. No son pocos los casos en que han tiroteado y apaleado a transeuntes.

Son sobradamente conocidos los casos de ciudadanos quemados vivos en la calle, por el simple hecho de no comulgar con las opiniones de las turbas de la MUD. O los llamados de destacados líderes antichavistas, como el famoso Leopoldo López, a la violencia organizada en las calles, con el fin de sembrar el caos, desestabilizar la economía y la vida pública de Venezuela, y contribuir a mostrar una imagen de caos e inestabilidad en el extranjero.

Los media occidentales han sido cuidadosos a la hora de ocultar o manipular estos hechos, pero a pesar de este esfuerzo de desinformación, la verdad se abre paso para quien se tome la molestia de investigar un poco.

La MUD es en realidad una coalición de las fuerzas que representan los intereses de la antigua oligarquía venezolana, la burguesía compradora que vivía en la opulencia en base al expolio de los beneficios del petróleo y la gestión de las importaciones de bienes de consumo y servicios del extranjero, principalmente de los EE.UU. Esta capa social de millonarios, tiene una mentalidad clasista y conservadora que haría sonrojarse incluso a muchos militantes y dirigentes del PP en España.

La Revolución Bolivariana, con todos sus defectos, vino a apartar a esta clase social del poder, a redistribuir la renta petrolera entre las capas populares y a emprender programas sociales masivos. Todo esto acompañado de un programa de reformas para ampliar la base democrática del sistema político.

La MUD ha visto como durante los 19 años de Revolución Bolivariana no ha sido capaz de desalojar de las instituciones del estado, no solo a los chavistas, sino principalmente, a las políticas que estos llevan a cabo. Esta frustración es la que acerca cada vez más a la oposición a tácticas de tipo violento, incluso terrorista, al boicot activo, al desconocimiento de las instituciones y por último al llamado a la injerencia de las potencias extranjeras en Venezuela, incluyendo al intervención militar directa.

Cuanto más frustrada esté la MUD, más violenta y agresiva se va a volver. La oposición no es democrática, sino oligárquica y hasta racista y golpista.

Injerencia de la UE y USA: ¿Interés humanitario?

La injerencia de las potencias capitalistas occidentales en contra del proceso bolivariano viene de antaño. Prácticamente desde la victoria electoral del 98, por la que Hugo Chavez llegó a la Presidencia de la IV República de Venezuela, EE.UU. y varios países europeos se han implicado a fondo en la desestabilización interna, el boicot económico y político y la promoción del aislamiento del país en la comunidad internacional.

Como siempre, la excusa es una supuesta deriva autoritaria, la supuesta falta de democracia o la, también supuesta, vulneración de los llamados derechos humanos. Nada nuevo bajo el sol. Es el procedimiento habitual de demonización de un país, como paso previo a la intervención abierta, bien sea mediante el boicot económico o la agresión militar directa o indirecta.

Lo que las potencias occidentales temen de Venezuela es sobretodo que cunda el ejemplo, que modelos de desarrollo alternativos al capitalismo neoliberal occidental se expandan por regiones que han sido históricamente el patio trasero de esas potencias, especialmente de los USA.

En efecto, la llamada Revolución Bolivariana, como la cubana, ha tenido un profundo efecto en América Central y del Sur, y ha servido de chispa para encender, al menos parcialmente, la pradera. Este efecto contagio es lo que el poder imperialista de los USA y la UE no puede permitir.

¿Por qué? Porque la hegemonía y la dominación de las potencias capitalistas occidentales, su arquitectura económica, incluso su estabilidad interna, depende de la capacidad de estas para extraer recursos y riqueza en base a la exportación de capitales (inversión en condiciones muy ventajosas: baja fiscalidad, salarios muy bajos, legislación medioambiental escasa, etc…) a los países subdesarrollados y en vías de desarrollo.

Es el crimen de poner en cuestión el orden mundial, la hegemonía de los USA y la UE, y sobretodo… de poner trabas a la acumulación de capitales, al lucro de los grandes grupos económicos occidentales. Las corporaciones transnacionales que roban, explotan y hacen y deshacen a su antojo en el sur del planeta.

A un país en vías de desarrollo, con poca industria salvo la petrolera, y totalmente dependiente de las importaciones de productos manufacturados en el extranjero, le montan esta campaña internacional de acoso y derribo en cuanto intentan realizar reformas democráticas y económicas. Hasta ahí llega el talante democrático de las potencias occidentales y para de contar.

Los media ibéricos se quitan la careta

¿Podemos decir que el desempeño de los medios de comunicación más importantes de nuestro país ha sido escandaloso en el tratamiento de la cuestión venezolana? Si todavía nos quedase alguna ilusión sobre la llamada libertad de prensa, diríamos que sí.

El grado de consenso mediático a la hora de manipular y dar un relato sobre la situación en Venezuela favorable a la MUD y a los intereses del imperialismo, es una muestra de el significado real de lo que se conoce como libertad de prensa, que no es más que la libertad de los grandes poderes económicos para imponer su visión de la realidad.

Portadas de medios nacionales e internacionales tras la constituyente.
Portadas de medios nacionales e internacionales tras la constituyente.

La imagen de las portadas de los grandes medios españoles e internacionales, que mostraba la explosión de una bomba arrojada por opositores contra un grupo de policías, es buena muestra de ello. Los titulares tampoco defraudan, resaltando una supuesta represión de las protestas opositoras, dando la impresión de que lo del domingo fue un caos absoluto.

Esto debería servir de lección para, por lo menos, poner en cuarentena determinadas ideas que hoy por hoy circulan entre amplios sectores del campo popular en nuestro país, que alimentan ilusiones sobre la relación con los medios, las campañas mediáticas, las técnicas de relaciones públicas y la forma de ir buscando la atención y la cobertura de los medios. La realidad muestra que a fin de cuentas, y cuando la situación se encona, la libertad de prensa es una ficción formal, lo que tenemos en realidad son monopolios mediáticos en manos de unos pocos grupos económicos, y a la hora de la verdad actúan consecuentemente en defensa de sus intereses.

Oportunidades, pero también nuevos retos

Tras la constituyente, Venezuela ha pasado una etapa difícil de su historia, pero esta no acaba aquí. La MUD y los intereses oligárquicos que defiende han salido mal parados, pero están lejos de estar derrotados. En realidad ahora viene lo difícil.

Venezuela necesita acometer reformas políticas y económicas de fondo, el monocultivo petrolero ha mostrado sus limitaciones, tras 19 años de supuesta «Revolución», la burguesía comercial sigue conservando gran parte de los resortes del poder económico en el país, y es capaz de implementar una estrategia de boicot a gran escala y duradera en el tiempo.

La elaboración de una nueva constitución es una oportunidad para eliminar las barreras de la legalidad burguesa convencional que la Constitución de Chavez todavía mantenía. En la nueva carta magna se podrán introducir fórmulas que permitan expropiar definitivamente a la oligarquía, reprimir a los elementos más reaccionarios y levantiscos de esta y establecer un mayor control democrático y popular de los resortes del poder político y económico.

Venezuela necesita como el comer que las instituciones del estado tengan el poder y la voluntad suficiente para diversificar la economía, industrializar el país y poner en marcha una proceso de cambio cultural para acabar con el rentismo petrolero y desarrollar una clase obrera consciente y numerosa (que en la actualidad es muy escasa). Esta es una condición indispensable para hacer avanzar el proceso en una dirección socialista clara, no solo antiimperialista y soberanista.

Frente a esto, los peligros no solo están en la reacción oligárquica, sino también dentro de las fuerzas que apoyan el proceso. Dentro del chavismo hay un sector burgués que se conforma simplemente con el reparto de la renta petrolera y otro sector más popular, que sí que plantea avanzar hacia el socialismo, aunque sea de forma tímida. La parte más corrupta de la burguesía nacional que apoya el proceso bolivariano, intentarán frenar los aspectos más avanzados de la nueva constitución, y poner en marcha procesos de compromiso con el imperialismo y la oligarquía. Pero la Asamblea Nacional Constituyente nos trae también la buena noticia de la incorporación de más diputados de extracción social obrera a la misma, que puede tener un efecto positivo en el tipo de constitución que se elabore.

La Revolución Bolivariana se encuentra ante otro punto de inflexión, y quizá ante una de las últimas oportunidades que le quedan para corregir defectos y liberar fuerzas revolucionarias, de la correlación de fuerzas existente y de la habilidad y capacidad de sus dirigentes más avanzados dependerá el resultado.

Notas

  1. Carlos Marx, El Manifiesto del Partido Comunista

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