El informe, publicado por la Federación de Industria de CCOO, señala que la industria española da empleo al 28% de los ocupados (5,4 millones de personas), incluyendo de forma directa al 11,6% (2.214.000), indirecta el 11,9% (2.280.000) y el 4,6% el inducido (885.600 personas). El empleo industrial es el que aporta mayor productividad a la cadena de valor (142%), frente al 108% de la construcción, 97% del sector agrícola y el 93% de los servicios. Además, se da la circunstancia de que cuenta con un mayor número de asalariados indefinidos: 78,4%, frente al 75,1% de los servicios, el 57,6% de la construcción y el 38,9% de la agricultura.
También señala que el sector industrial del país tiene una fuerte atomización entre centros productivos. El 76% de las empresas industriales tiene menos de diez ocupados y otro 19,7% entre 10 y 49 personas. Estas empresas emplearon al 45% del personal del sector, pero con una facturación que apenas representa el 25% del total de la cifra de negocios. En cambio, las empresas grandes -más de 250 ocupados- representaron el 0,4% del total del sector industrial, pero ocuparon al 33% del personal y facturaron el 56% de las ventas.
Esto indica que el peso de la gran empresa tanto en producción como en volumen de negocio, sigue siendo el factor dominante en el mercado.
Los datos contenidos en el informe cuestionan, o al menos permiten matizar, algunos de los mitos más habituales en la izquierda sobre la «desaparación de la clase obrera», como han señalado algunos autores como Peter Mertens. Y obligan a una redirección de la táctica de trabajo de la izquierda entre las masas populares: de la plaza y el barrio, al polígono y los centros de trabajo de las grandes empresas.
El Partido del Trabajo Democrático, en la conferencia sobre movimiento obrero y sindical de julio de 2015, señalaba que «se trata de transmitir la tradición de lucha del proletariado industrial y hacer que la asimilen los «nuevos» trabajadores, particularmente las capas más proletarizadas del sector servicios. Es exactamente lo contrario de la tendencia cómoda a alejarse de las fábricas y huir hacia los «nuevos movimientos sociales».