El pasado 15 de octubre se celebraron elecciones regionales en la República Bolivariana. En estos comicios se elige a los gobernadores de los estados del país. Las fuerzas que apoyan la Revolución Bolivariana obtuvieron 18 de 23 gobernadores, los cinco restantes fueron para la MUD, que agrupa a la oposición oligárquica aliada con los Estados Unidos de América. En estas elecciones, el chavismo ha recuperado estados históricamente opositores, como Miranda, Amazonas y Lara.
Ha sido una gran victoria para el chavismo en un momento difícil para el país, tras el fracaso de la táctica del boicot y la generación de caos que la MUD puso en marcha antes de la elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC).
La ANC es la institución democrática encargada de elaborar una nueva constitución para el país, es representativa de amplios sectores populares e incorpora a gremios profesionales, sindicalistas, trabajadores, pueblos originarios, etc… ¿Se imaginan que los trabajadores y trabajadoras de España tuviésemos una representación directa en el Congreso de los Diputados y el Senado?
Desde la perspectiva de España, hay que destacar dos cosas:
Primero, la desaparición de Venezuela del mapa mediático español. Hablar de un país que resuelve votando los problemas políticos, no le interesa a las empresas de comunicación españolas en la situación actual.
Segundo, a pesar de que la daban por muerta, la Revolución Bolivariana sigue viva y coleando, con altos índices de participación y movilización popular. Y con una Asamblea Nacional Constituyente que está sirviendo para hacer avanzar el proceso de cambio y desarrollo de Venezuela, profundizando en medidas a favor de las mayorías sociales. Nicolás Maduro, se está mostrando como el representante de la clase trabajadora venezolana y es el más firme defensor de los intereses de esa clase social. El proceso constituyente también está generando nuevos liderazgos y una regeneración de las fuerzas revolucionarias.
Venezuela sigue viva, y avanzando a buen ritmo. Debe ser por eso que ya no la vemos hasta en la sopa. No vaya a ser que los españolitos sigamos malos ejemplos de cómo se solucionan los problemas políticos democráticamente.