Un clúster industrial es una agrupación de varias empresas de un mismo sector económico interconectadas entre sí para obtener beneficios comunes.
Los clúster suelen surgir de manera progresiva y espontánea por darse buenas condiciones para la inversión de capitales. En la mayoría de los casos suelen venir acompañados de una acción de apoyo de las instituciones de la zona para impulsar más todavía el proceso de clusterización y obtener sinergias mayores en el negocio.
Así, un ejemplo de clúster clásico es el famoso Silicon Valley de California. Hollywood también es de hecho un clúster industrial, así como la alta costura en París.
Como estrategia para afianzar la producción en el territorio y evitar la pérdida de empleo, las instituciones públicas españolas han dado apoyo a la creación de clústeres. Esto ha favorecido el establecimiento de varias de estas agrupaciones empresariales, como Madrid Network, CEAGA en Galicia (automoción) o el Polo del Acero y MetaIndustry4 en Asturias. Es sobre estos dos últimos sobre los que voy a tratar en este artículo.
Los clústeres asturianos
El Polo del Acero y MetaIndustry4 son dos clústeres asturianos, uno que se organiza en torno a la industria siderúrgica y otro en torno a la industria del metal. En realidad, las empresas de estos dos clústeres se encuentran solapadas y trabajan en un entorno geográfico bastante acotado, un espacio geográfico formado por un círculo de 20km de radio con centro en Llanera, que cubre Avilés, Gijón, Oviedo y parte de la cuenca de la cuenca del Caudal. Para más detalle navegar por este mapa.
En ella nos encontramos con:
- Una acería integral con dos plantas, y un parque de carbones.
- Dos puertos.
- Dos centrales térmicas.
- 6 polígonos industriales.
- Una universidad.
- 8 plantas de producción de compañías industriales transnacionales.
No todas las empresas que están en la zona señalada están integradas en el clúster del Acero o MetaIndustry4, pero muchas sí. Algunas de ellas, perteneciendo a uno de los clústeres, por su actividad, trabajan en centros de trabajo del otro. Por ejemplo Daorje, tiene un jugoso contrato de mantenimiento con ArcelorMittal.
Solo MetaIndustry4, con sus 45 empresas emplea a más de 8000 trabajadores y factura 1550M€ anuales. En el Polo del Acero, ArcelorMittal da empleo directo a 5000 trabajadores, más 1500 trabajadores en empresas auxiliares.
En total, por los puertos de Avilés y Gijón (El Musel) salieron en 2016 más de 1,5 millones toneladas de productos siderúrgicos y metalmecánicos, esto incluye planchas, alambrón, bobina y productos de montaje como torres eólicas, etc… Se prevee que el año 2017 arrojará un resultado mejor por la reactivación del mercado siderúrgico y que se han obtenido jugosos contratos en el extranjero, como el proyecto Merkur.
El negocio, con claroscuros, va
No se puede decir que haya un boom en la actividad industrial de estos clústeres, pero sí que ni están perdiendo dinero, ni están a la puerta del cierre patronal. La siderurgia asturiana, a pesar de la grave crisis que ha pasado, está aguantando, y las perspectivas de crecimiento son positivas, a pesar de las continuas amenazas a las que se ve sometida.
Varias de las grandes empresas del metal de la región están expandiendo su actividad y consiguiendo nuevos proyectos de ingeniería. Podríamos hablar aquí de Daorje (Grupo Zima), Daniel Alonso, Asturfeito, Mecalux, Idesa… un largo etcétera de medianas y grandes empresas de estos clústeres que está funcionando relativamente bien.
Valor, I+D y disponibilidad de fuerza de trabajo
Los clústeres asturianos del acero y el metal son del tipo «cadena de valor», «conocimiento» y «capital humano»:
Al tener el hierro y el acero como materia prima (como objeto de trabajo), los costes de transporte de un centro de trabajo a otro son un factor importante. El disponer de una acería integral, que además es capaz de producir aleaciones de alta calidad, es una ventaja para las empresas del metal próximas. Otro tanto hay que decir de la disponibilidad geográfica de dos puertos marítimos, que permiten la exportación de piezas pesadas al exterior, sin tener que desplazarlas cientos de kilómetros desde donde se producen. Por otra parte, empresas como ArcelorMittal, también se aprovechan de este ecosistema de clientes próximos e infraestructuras.
En cuanto al «conocimiento», el apoyo institucional está favoreciendo la inversión de las empresas en I+D. ArcelorMittal está potenciando su centro de investigación en Avilés, fuertemente subvencionado por el Gobierno «business-friendly» del PSOE. De esta forma el gigante siderúrgico y otras empresas participantes obtienen patentes a bajo coste, que expanden sus posibilidades de negocio. La Universidad de Oviedo también juega un papel importante en el I+D, aportando parte de los fondos y el personal investigador. Esta colaboración público-privada es muy ventajosa pues se organiza de forma que las patentes, a pesar de ser generadas con parte de fondos públicos, se las queda la empresa privada (a caballo regalado…).
Y en cuanto al «capital humano», o, como decimos los marxistas, la fuerza de trabajo, la región asturiana cuenta con abundante personal especializado en el sector del metal y profesiones necesarias en la industria siderúrgica de producción, una institución como la Universidad de Oviedo, hambrienta de prácticas en empresas para sus alumnos y una red de formación profesional financiada con fondos públicos. Esto es muy importante, porque las cualificaciones que se requieren en la siderurgia y el metal no se obtienen de la noche a la mañana: es necesario un tiempo considerable de estudio y experiencia para, por ejemplo, dominar la soldadura TIG o el manejo de una máquina CNC.
Conjurar el espectro de la deslocalización
La clusterización tiene también repercusiones para los trabajadores de las empresas del clúster y las comarcas donde está ubicado. El clúster, al estar fijado geográficamente, reduce la amenaza de deslocalización. Por poner un ejemplo: desde el estallido de la crisis del 2008, la preocupación principal de los sindicatos de ArcelorMittal ha sido evitar el cierre, la deslocalización o los grandes EREs extintivos. Se ha cedido a la presión de la empresa en muchos aspectos, hoy en día en ArcelorMittal Asturias se trabaja con más intensidad y más horas. La dirección de la empresa continúa en una ofensiva global para exprimir más a su plantilla.
En realidad, parte de los temores de los sindicatos y los trabajadores estaban justificados, otros obedecían más a ciertos mitos sobre la facilidad que tienen las empresas de este tipo para abrir y cerrar instalaciones como las de Asturias. Hoy en día se han recuperado parte de las inversiones necesarias y la empresa ha cedido en parte de las reivindicaciones medioambientales de las comarcas colindantes. Esto es síntoma de que la dirección de ArcelorMittal, cuando evalúa la continuidad o no de sus operaciones en la región, no está teniendo en cuenta solo el coste operacional (salarios, materias primas, fiscalidad, normativa medioambiental…), sino que también está teniendo en cuenta otros dos aspectos:
- La pérdida de un posible mercado si abandona el territorio.
- Que sus competidores ocupen el territorio que ha abandonado.
Si ArcelorMittal abandonase la zona de Asturias estaría dejando a otros competidores un mercado que hay que surtir, el de las industrias asturianas del metal. Perdería ese volumen de negocio y por otra parte se añadiría al volumen de negocio de sus competidores.
Pensemos en la operación de AM en el sur de Italia. ¿Porqué se ha metido Mittal en ese «pufo»? Esa planta va a tardar años en dar beneficios, por mucho recorte, despido y plan de viabilidad que haga. Está teniendo serios problemas para avanzar en sus pretensiones de despedir a 5000 de los 14000 trabajaros de ILVA. Hasta el gobierno italiano, que no es precisamente un amigo de la clase obrera, está poniendo el grito en el cielo ante las pretensiones del magnate indio. Y la Unión Europea ha obligado a poner en venta varios activos de la empresa en el continente.
La razón principal que impulsa a Mittal a meterse en la operación de ILVA es lo que los capitalistas llaman «desarrollo de mercado», que es un tecnicismo para referirse a todas aquellas acciones destinadas a ocupar buenas posiciones para explotar un mercado, y también para negárselo a los competidores, en este caso el también gigante indoeuropeo Jindal, e incluso… quien sabe… si los chinos podrían querer comprar instalaciones como estas para poner una cabeza de playa en Europa.
En la primera película de la saga de El Padrino, hay una escena que ilustra esta lógica a la perfección: En una reunión entre mafiosos, a Don Corleone se le ofrece entrar en el negocio de las drogas, algo a lo que él se niega porque le parece deshonroso. El consejero de la familia Corleone, Tom Hagen, le previene diciendo que si no entran en el tráfico de drogas se debilitarán frente a otras familias mafiosas que sí lo harán, y acabarán siendo destruidos.
El clúster del acero y metalmecánico de Asturias, sirve para reforzar este aspecto de la dinámica entre capitalistas competidores. Y esto genera mejores condiciones para la lucha obrera, al alejar el peligro de deslocalización. Un punto para los trabajadores.
Un ecosistema de empresas… y de plantillas
Los representantes patronales, al hablar de las bondades de los clústeres, se refieren a este tipo de organización empresarial como «ecosistema de empresas». Y es cierto, actúan en parte como un sistema orgánico interrelacionado e interdependiente, pero es que una empresa no está formada solo por los capitalistas que la poseen, también forman parte de ella los trabajadores. Y podríamos hablar aquí de un «ecosistema de plantillas», cuando menos en forma potencial.
Por ahora, luchan por separado, resistiendo frente al problema concreto e inmediato al que se enfrentan en cada momento (un plan de prodictividad en un taller, el despido de unos compañeros, el cambio de licitación…). Pero sin embargo existe, de facto, una comunicación entre los distintos colectivos.
En la organización de Asturias del Partido del Trabajo Democrático hemos estado activos en el último semestre de 2017 en torno a los conflictos de empresas auxiliares de ArcelorMittal, y el año anterior seguimos con interés otros conflictos de empresas del metal de la zona de Gijón y Avilés, ahora mismo seguimos de cerca la evolución de los problemas en ArcelorMittal ante los intentos de la empresa de implantar planes de productividad, eliminar empleo y aumentar la intensidad de trabajo.
Lo que nos hemos encontrado es una realidad social en la que existe toda una red informal de trabajadores de distintas empresas y centros de trabajo, con distintos convenios y problemáticas concretas diferentes, pero que se relacionan unos con otros, se intercambia información, se habla y se conoce, y se intercambian rumores sobre lo que le ha pasado a los de la subcontrata o el taller de al lado.
Muchos de estos trabajadores son a su vez vecinos de los grandes barrios populares de Avilés y Gijón y hay relaciones de amistad y familiares fuera del trabajo. También comparten militancia en las organizaciones sindicales.
Cuando el Partido ha elaborado algún material de agitación y propaganda, y este material está bien hecho y toca la fibra sensible de los trabajadores, hemos detectado una difusión importante en empresas donde no hay estructura del partido.
Uno o dos compañeros, que a su vez tienen relación con trabajadores de esas empresas, al considerar que nuestros artículos eran interesantes, se los han pasado a otros compañeros… y de ahí han empezado la bola de nieve, hasta alcanzar una difusión que solo se explica porque los materiales han «rulado» vía Whatsapp y los grupos con que cuentan los trabajadores de las empresas.
Y a su vez esto significa que existe una red de comunicaciones, una porosidad entre plantillas y grupos de trabajadores de distintas empresas y distintos departamentos.
En la práctica los clústeres asturianos actúan como un centro de trabajo no compacto, distribuido en un área geográfica no muy extensa, donde los trabajadores viven y se desplazan en un radio de menos de 50km. En muchos casos hay una relación social y un espacio de socialización fuera del centro de trabajo y alrededor de él. Los trabajadores cambian de empresa, pero cambian a la subcontrata de al lado, muchas veces en el mismo centro de trabajo. Salen de una empresa del clúster, para trabajar en otra empresa del mismo clúster. En muchos casos no hay un corte ni una desvinculación total del espacio geográfico de trabajo.
El efecto clúster, de retroalimentación entre empresas, también es aplicable a nivel de plantillas, y al menos en parte, aminora el efecto de fragmentación de la clase obrera que la burguesía ha puesto en marcha con las políticas de externalización, subcontratación y desindustrialización. Otro punto para los trabajadores.
Un enorme potencial de presión sindical y política
Todos estos colectivos tienen problemas con una raíz común, las presiones y agresiones de las grandes empresas que afectan por una parte a sus plantillas, pero también a las plantillas de las auxiliares y subcontratas. Todos están inmersos en una pirámide de explotación laboral que tiene a los accionistas de las multinacionales en la cúspide. Todos se ven afectados en su día a día por una legislación laboral y mercantil hecha al dictado de la patronal.
Si hay una comunidad de intereses, unos problemas comunes, y una red de comunicación entre plantillas, tenemos las condiciones necesarias, en forma potencial, para que todos estos trabajadores de distintas empresas, con distintos convenios colectivos, actúen de manera organizada y sincronizada en pos de conseguir objetivos beneficiosos para todo el colectivo.
Es cierto que la ideología ejerce una presión importante, y es necesario reforzar la lucha ideológica contra las tendencias que todavía dividen al movimiento obrero y tienden a enfocar las luchas de forma fragmentaria, y esto es tarea propia del Partido. Una muestra clara de esto sería la gran aceptación de la lógica de la «competitividad» entre algunos sectores sindicales, la lógica de que hay que ser más competitivos que los del taller de al lado, que los de la planta de al lado, que los del país de al lado… esta lógica solo nos lleva a una carrera competitiva a la baja en salarios, destrucción de empleo, intensidad de trabajo, en la que los obreros solo pueden perder. Es un ejemplo claro de influencia de la burguesía en el Movimiento Obrero y Sindical.
De lo que se trata es de poner en marcha esa comunidad (potencial) de intereses, realizar la intervención política necesaria, a través de la agitación y propaganda del Partido, para que la lucha pase de ser fragmentaria a ser unitaria y bajo una agenda de reivindicaciones comunes.
Así, por ejemplo, reducir el número de eventuales de las empresas y que estos pasen a plantilla fija, exigir políticas públicas de intervención en las empresas privadas, derogar la legislación regresiva como las reformas laborales y limitar el poder de los accionistas para hacer y deshacer en las empresas, la lucha por mejorar salarios y reducir la jornada laboral, etc… son reinvindicaciones positivas para todos los trabajadores.
A la vez que hablamos de coordinación de luchas entre empresas de un mismo clúster, se puede valorar la coordinación de luchas a escala de la Unión Europea. ArcelorMittal tiene ya un comité de empresa europeo, es cuestión de intercambiar información, debatir y proponer medidas y organizarse para forzarle el brazo a los accionistas. Extraer del comité europeo todo su potencial. Problemas hay en toda la UE, y muy similares a los de Asturias.
Por último, en ningún sitio está escrito que los trabajadores deban limitar su lucha y movilización a las cuestiones económicas y relacionadas con el puesto de trabajo y su sector. A lo largo de la historia son numerosos los casos en los que la clase obrera ha intervenido de forma decisiva y con agenda propia en la política. Mejorar la coordinación entre los trabajadores de un clúster, comarca o sector, mejora a su vez la base para poner en marcha reivindicaciones políticas más ambiciosas y más allá de la fábrica.
En definitiva, muchos intelectuales de izquierda, llevan años diciéndonos que la época en que la clase obrera era un sujeto fundamental de lucha y cambio social y político ha pasado a la historia. Pero la realidad es tozuda, y una observación en profundidad y dialéctica permite ver que donde hay fragmentación (múltiples empresas y centros de trabajo), también hay semillas para la unidad de esos trabajadores.
Seguramente habrá quien nos acusará de ser demasiado optimistas, pero quizá Karl Marx y Friedrich Engels tenían razón cuando en 1848 escribían en el Manifiesto Comunista:
«Los obreros arrancan algún triunfo que otro, pero transitorio siempre. El verdadero objetivo de estas luchas no es conseguir un resultado inmediato, sino ir extendiendo y consolidando la unión obrera. Coadyuvan a ello los medios cada vez más fáciles de comunicación, creados por la gran industria y que sirven para poner en contacto a los obreros de las diversas regiones y localidades. Gracias a este contacto, las múltiples acciones locales, que en todas partes presentan idéntico carácter, se convierten en un movimiento nacional, en una lucha de clases. Y toda lucha de clases es una acción política.»