¿Quién puede certificar los cambios?

Mario Murillo
Mario Murillo
Mario Murillo es trabajador de Correos y colaborador de La Mayoría.

En Correos las cosas no parecen haber cambiado mucho tras el ya consumado nombramiento de Juanma Serrano como nuevo Presidente de la Sociedad Estatal el pasado 19 de julio. Todas las organizaciones sindicales y plataformas de trabajadores en lucha han hecho referencia, de una u otra forma, con mayor o menor intensidad, a la necesidad de una actuación desde arriba diferente a la de directiva comandada por Cuesta Nuín. A pesar de ello, cualquier compañero de la plantilla puede corroborar que el «traspaso de poderes» no ha tenido efecto alguno sobre la vida cotidiana en el puesto de trabajo.

Sin embargo, sí que existe un elemento que nos puede servir de referencia sobre las intenciones del nuevo Presidente. Pocos días después de tomar posesión del cargo dedicó una breve carta a la plantilla en la que, no obstante, ya se deja entrever la orientación que pretende dar al rumbo de la empresa y que se encuadra con la línea general del PSOE en materia laboral: Los trabajadores somos quienes realizamos los grandes esfuerzos pero nuestras condiciones dependen, en última instancia, del devenir y los resultados empresariales.

En concreto Serrano nos dice que «Nos toca vivir unas circunstancias marcadas por el exigente contexto de globalización y de enorme competencia y, en consecuencia, por los esfuerzos que debemos seguir haciendo por adaptarnos a estos tiempos de una forma eficiente, eficaz y a la vez con trabajo de calidad«. Como se suele decir «nada nuevo bajo el Sol», la misma visión de empresa competitiva que Cuesta Nuín cultivó durante sus seis años al frente de Correos S.A.

Esto no es una cuestión menor, si no el meollo del asunto. Mantener el rumbo actual supone blindar la reconversión de la mayor empresa pública de este país en un «gigante» de la paquetería y el e-commerce, supone seguir relegando el cumplimiento de Servicio Postal Universal (SPU) a un segundo plano y apretar, aun más, las tuercas a la plantilla desde el plano de la productividad y la competencia.

Es necesario volver a preguntarnos ¿por qué Correos tiene que funcionar en base a una lógica de mercado y no como cualquier otro servicio público destinado a satisfacer una necesidad social? ¿Por qué hay que seguir destinando la mayor parte de los recursos a competir en la «selva» de la paquetería y no a la correcta cobertura del SPU?

Es cierto que el Ministro Ábalos ha anunciado que tiene la intención de impulsar el Plan de Prestación del Servicio Postal el cual aseguraría una financiación adecuada del mismo. Magras intenciones cuando aunque se incrementase la partida presupuestaria nada ni nadie garantiza que ese dinero vaya a revertir en la plantilla, ni tan siquiera en el servicio postal. Recordemos que Bruselas ha multado a Correos con 167 millones por haber destinado parte de las prestaciones recibidas en los últimos años a otros fines empresariales donde los directivos de Correos tienen puestas sus «esperanzas» lucrativas.

Mientras los trabajadores de Correos estamos intentando sobrevivir otro verano en la empresa, con la plantilla bajo mínimos en la mayor parte de los puestos base por la bajísima contratación y el vergonzoso acuerdo de coberturas a todas luces insuficiente, con unas bolsas de empleo que ya han demostrado ser un fracaso tanto a nivel conceptual como en su tamaño (manejando la empresa la posibilidad de aumentarlas para salir del atolladero en el que ellos mismos se han metido, dejando en la calle a miles de compañeras y compañeros) la nueva directiva parece no enterarse de que en Correos existe un amplísimo y profundo problema laboral.

Un problema que ha destruido más de 15.000 puestos de trabajo, aumentado exponencialmente la eventualidad en detrimento del trabajo fijo y estable, expulsado de las bolsas de empleo temporal a un cantidad ingente de trabajadores, disparado el número de enfermedades derivadas del trabajo y degradado el servicio prestado por  Correos hasta límites vergonzantes. Un problema sobre el que hay que actuar porque «el no hacer, también es hacer.»

Llegar a la presidencia de una empresa en esta situación exige una intervención resuelta y notoria. El PSOE en la oposición fue bastante hostil hacia las políticas de destrucción del servicio público y la línea de actuación impulsada por el Gobierno de M. Rajoy y la directiva de Cuesta Nuín. Sin embargo, ahora que tienen la posibilidad de actuar en consecuencia con esas declaraciones, la historia resulta ser bien distinta. Y lo estamos viendo en el caso de Correos, pero también en AENA (donde Pedro Sánchez ha decidido, finalmente, cerrar el aeropuerto de San Javier) o en el conflicto de taxi donde sólo mediante varias jornadas consecutivas de huelga el Gobierno del PSOE ha accedido a modificar la Ley de Transportes sin que ello signifique el cierre definitivo de esta lucha. Al fin y al cabo, somos lo que hacemos y no lo que decimos.

Como situábamos en ¿Por qué nos quieren quitar Correos?: «Confiar en un cambio profundo de la agenda programada por la antigua dirección de Correos tras la llegada del nuevo Presidente, no sería la mejor de las opciones para los trabajadores. A estas alturas de la película se ha hecho evidente que sólo una mayoría organizada y luchadora es capaz de poner freno a las ambiciones empresariales y, por qué no, recuperar derechos.»

Vistas las primeras señales de la nueva directiva y del Gobierno de Sánchez, parece más que necesario reforzar la idea de que nadie va a defender y pelear nuestros derechos si no lo hacemos nosotros mismos. Juanma Serrano reconoce que la plantilla somos lo mejor que tiene Correos pero a la hora de conducir la empresa, ¿dónde quedan esas palabras? ¿en qué se traduce eso en la práctica?

Es evidente que para el nuevo gobierno, para el nuevo presidente y también para algunos sindicatos la prioridad es un plan empresarial que permita a Correos competir en las mejores condiciones dentro del sector de la paquetería y la distribución de mercancías, lo que implica continuar con una reconversión que tiene la privatización como «final de trayecto». Desde la perspectiva de la plantilla la mayor prioridad es, por el contrario, recuperar los derechos perdidos durante la última década y revertir las políticas neoliberales aplicadas en «la era Cuesta Nuin», consolidando así unas condiciones laborales lo suficientemente buenas para garantizar un desempeño adecuado del Servicio Postal.

Competencia versus servicio público, beneficios versus derechos, empresarios versus trabajadores…Esta es la lucha que se desarrolla ante nuestros ojos y que tenemos que seguir afrontando con unidad y organización para decantarla del lado de la mayoría.

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