No, la culpa del cambio climático no es tuya

La semana pasada, un organismo asociado a la ONU encargado del análisis y estudio del cambio climático, denominado Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), publicó un informe en el que alertaba de la necesidad de limitar el calentamiento global a 1.5º para intentar controlar las consecuencias negativas del cambio climático. En los medios no se han recogido prácticamente propuestas políticas, pero si una serie de "recomendaciones" para que nosotros, los ciudadanos, colaboremos en la lucha contra el cambio climático...

D. Fernández
D. Fernández
Ingeniero y marxista, convencido de que un mundo mejor es posible y está a nuestro alcance.

Es un fenómeno frecuente en la sociedad capitalista que los beneficios y méritos sean acumulados sin disimulo por una minoría social, mientras que las pérdidas y fracasos parecen ser indiscutiblemente patrimonio colectivo. Durante los años de crecimiento económico, espoleado por la burbuja inmobiliaria en nuestro país, los grandes empresarios y banqueros amasaron grandes fortunas que guardaron en sus cuentas en paraísos fiscales; cuando la crisis estalló, esos mismos millonarios, explotadores y especuladores, nos echaron en cara que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades, y afirmaron que la crisis era una emergencia nacional, que todos teníamos que apretarnos el cinturón, que había que hacer sacrificios para recuperarnos…

Algo similar ocurre con el cambio climático. Ya a mediados del siglo XX los expertos en el tema empezaron a tomar conciencia del problema, y esta conciencia se ha ido extendiendo a medida que crecían las evidencias, tanto en número como en peso. A finales de los años 80, el consenso en la comunidad científica era prácticamente absoluto, y fue de hecho en 1988 cuando se creó el IPCC, responsable de este informe. Desde los 90, la lucha contra el cambio climático se ha convertido en uno de los puntos fundamentales de nuestro proyecto colectivo, como sociedades. Pero, en todo este periodo, apenas se han llevado a cabo políticas de peso para combatirlo. No hemos pasado de las grandes palabras, de firmar grandes acuerdos en «cumbres históricas» que luego los gobiernos se saltan una y otra vez.

Más aún, cuanto más evidente es la extensión y gravedad del problema, y por tanto más clara y urgente es la necesidad de una respuesta, más se oponen determinados sectores a colaborar. En estos años en que todo son beneficios y méritos, y el impacto del cambio climático aún se reduce a efectos trágicos pero puntuales y localizados, la minoría social que dirige el mundo bajo la bandera del libre mercado no está dispuesta a renunciar a su posición de acomodada riqueza. El mejor ejemplo de ello lo encontramos en Estados Unidos, país que ha incumplido sistemáticamente todos los acuerdos firmados sobre el cambio climático (incluso durante las administraciones demócratas) hasta llegar al clímax negacionista de Donald Trump.

Pero, a medida que las pérdidas y los fracasos se hacen más patentes, en forma de sequías, tsunamis, desaparición de glaciares, extinción de especies, aumentos del nivel del mar… la urgencia por socializarlos también crece. En España, diez grandes empresas (Endesa, Gas Natural, Unión Fenosa, ArcelorMittal…) son responsables de la emisión del 25% de los gases de efecto invernadero 1, mientras que en Estados Unidos la industria y el sector eléctrico generan el 50% de las emisiones 2. Es decir, que el grueso de las emisiones tiene lugar en el ámbito productivo, no en el consumo privado. Pero, mientras que prácticamente no se oye hablar nada de un cambio de modelo productivo, no paramos de oír «recomendaciones» para cambiar nuestro estilo de vida.

Los grandes empresarios y banqueros que son responsables del caos productivo, de la generación de sobrecapacidades en todos los ámbitos de la economía, y de la sobreproducción provocada por la competitividad capitalista, que es el orígen de la sobre-explotación de los recursos naturales de la tierra y los problemas asociados al cambio climático, nos acusan a nosotros, los trabajadores, de provocarlo con nuestro estilo de vida.

Y nos dicen sin ninguna vergüenza que comemos demasiada carne, demasiada leche y demasiado queso, cuando el porcentaje de personas que no pueden comer carne o pescado dos veces al día prácticamente se ha duplicado durante la crisis 3; nos dicen que mejoremos el aislamiento de las casas para no depender tanto de la calefacción, cuando casi 1 de cada 10 personas en España ni siquiera puede encender la calefacción; o nos dicen que conduzcamos coches eléctricos, como si pudiéramos elegir comprarlos cuando los modelos más baratos cuestan de 20.000 euros para arriba 4. Todo ello, además, considerando que la crisis de 2008 ha iniciado una tendencia a la baja: es decir, que todos los indicadores de pobreza seguirán creciendo gradualmente, y eso sin tener en cuenta el horizonte de una nueva crisis que provoque un aumento repentino y más destacado de la pobreza.

Por eso, el discurso de que la responsabilidad del cambio climático es «de la sociedad en su conjunto» es un mantra que no podemos asumir. No, nuestra calidad de vida no es insostenible. Insostenible es este sistema productivo que se organiza según los beneficios millonarios de una minoría social, y no según las necesidades y recursos disponibles. Y es posible que, el día de mañana, con otro sistema productivo, uno organizado democráticamente, uno que planifique y gestione la economía para el bien común, sea necesario hacer cambios en nuestra vida cotidiana. Hasta entonces, mientras produzcamos como si el mercado pudiera absorberlo todo, ningún «pequeño cambio» servirá de nada: si de verdad queremos salvar a la Tierra del cambio climático, tendremos que empezar por salvarla del capitalismo.

Notas

  1. https://www.eleconomista.es/empresas-finanzas/noticias/8723308/11/17/Diez-empresas-emiten-un-25-de-los-gases-invernaderos-en-Espana.html
  2. https://www.epa.gov/ghgemissions/sources-greenhouse-gas-emissions
  3. https://elpais.com/sociedad/2018/10/12/actualidad/1539372072_269456.html
  4. https://www.xataka.com/automovil/los-coches-electricos-mas-baratos-y-con-mas-autonomia-que-ya-se-pueden-comprar

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