«Parece que enfrentarse a las multinacionales les ha venido hasta bien a los trabajadores»

Entrevista a Victor Pascual, Secretario General de CCOO de Telefónica en Madrid, sobre la propia Telefónica, sobre otras luchas obreras como las de Amazon, Ryanair o Alcoa, sobre el Gobierno y sobre la UE.

Nos encontramos con Victor en la sede de la sección sindical de CCOO de Telefónica en Madrid. Aunque tiene una apretada agenda de trabajo como casi todos los sindicalistas, encuentra un hueco para atendernos. Justo en el momento en que nos entrevistamos, reciben la noticia de una pequeña gran victoria: la empresa se ha visto obligada a retirar un tipo de jornada continua que CCOO llevaba tiempo denunciando.

Hablamos sobre la propia Telefónica, inmersa ahora en ese conflicto laboral por incumplimiento de convenio, sobre otras luchas obreras como las de Amazon, Ryanair o Alcoa, sobre el Gobierno de Pedro Sánchez y sobre la UE. Aunque él insiste en todo momento en que «no es nadie para dar lecciones», sin duda hay mucho que aprender de su ejemplo y sus palabras.

La Mayoría: Bueno, Victor, cuéntanos un poco de dónde vienes y cuándo surge tu implicación sindical.

Victor Pascual: Pues mi implicación en el mundo sindical viene desde prácticamente muy pequeñito, porque esto fue una educación en casa, ya que provengo de familia sindicalista. Todos mis hermanos mayores, bastante mayores que yo, estaban implicados en su momento en la lucha antifranquista y en el movimiento sindical, que iban en paralelo. Viene desde ahí.

Luego ya me implico más directamente, en el primer momento, cuando veo que en la empresa hace falta gente que se implique, que la gente de pasos adelante. El sindicalismo en general, mi sindicato en concreto, necesita gente arrime el hombro, y llega un momento determinado en que me comprometo más directamente y doy el paso para ser delegado sindical. A partir de ahí, empieza mi implicación más directa en la defensa de los derechos de los trabajadores.

L.M.: Llevas muchos años trabajando y luchando en Telefónica. ¿Qué lecciones has aprendido? ¿Con qué te quedas de toda tu experiencia de lucha y movilización?

V.P.: Lecciones he aprendido muchísimas, y sigo aprendiéndolas, porque, y eso es un problema de muchísima gente que se cree que lo sabe todo, hay que aprender constantemente. Pero me quedo con una muy importante, y es que, cuando consigues algo para los trabajadores, el sentimiento interno que tienes es tan grande que no hay palabras para explicarlo.

L.M.: Actualmente, la plantilla de Telefónica se encuentra inmersa en un conflicto a largo plazo. ¿Qué lecciones crees que otros colectivos de trabajadores pueden extraer de vuestra conflicto?

V.P.: Nosotros creemos que se pueden aprender varias cosas. Esto es larguísimo de explicar, pero para resumir, hemos visto cambios grandísimos en la organización de la empresa, que marcan una línea empresarial muy clara, muy definida. De vivir una situación, más o menos, de «comodidad», hemos pasado a tener una situación verdaderamente fastidiosa, porque vemos como la empresa persigue un fin claro: recortar derechos a toda costa.

Entonces se pueden aprender dos lecciones. Tampoco somos maestros, pero sí hemos visto como en empresas que en situación de bonanza tenían una posición más o menos «cómoda», pasan y cambian a todo lo contrario. La respuesta de los trabajadores tiene que ser sólo una: poner un dique y decir «por aquí no vais a pasar. Nuestros derechos y nuestras condiciones son dignas. No queremos que nos lo arrebatéis». Y por supuesto, la movilización, porque se demuestra que con la movilización, cuando las cosas se complican y se ponen feas, se consiguen cosas. De hecho, ya hemos conseguido alguna cosa que otra.

Nosotros defendemos ese sindicalismo de CCOO en sus orígenes, ese binomio de la presión y la negociación.

L.M.: Vemos que por todos lados surgen colectivos de trabajadores en lucha. Hemos visto el caso de Amazon, el caso de Ryanair, el propio caso de Telefónica… Empresas que quizá antes no tenían esa tradición de lucha y están empezando a organizarse. ¿Qué crees que podemos aprender los trabajadores de todas estas luchas, sobre como empezar a dar pasos adelante, en el sentido de la organización, de la movilización…?

V.P.: Pues esos conflictos precisamente son muy ejemplarizantes, porque se trata de colectivos que no han tenido tradición de organización y movilización de trabajadores, como se dice, para hacer frente a las medidas empresariales. Y, evidentemente, al no tener esa tradición, es por eso por lo que son unos ejemplos: porque lo que le están diciendo al resto de trabajadores y a la sociedad en general es «venced el miedo».

Venced el miedo, porque el miedo es tan absurdo que te lleva a hacer y pensar cuestiones difíciles. Por ejemplo, si cobras 500 euros, piensas «No me voy a mover porque corro el peligro de que me quiten este sueldo de 500 euros». Pero lo que no te estás dando cuenta es que te lo van a quitar de todos modos, y cuando te lo quiten, pues evidentemente ya no hay salida. Actúa antes, haz prevención, y aprende de otros colectivos que se están preparando y organizando, es la única manera.

Ese es el mensaje que yo creo que estos conflictos están trasladando al conjunto de trabajadores.

L.M.: Uno de los conflictos más recientes, que de hecho, aunque viene de largo, saltó hace poco a la primera plana mediática, es el de Alcoa, la multinacional que después de años de ayudas fiscales amenaza ahora con cerrar sus dos plantas en España. ¿Qué herramientas crees que podemos emplear los trabajadores para afrontar este tipo de luchas? Este tipo de amenazas de deslocalizaciones, falta de inversión, y otras cuestiones que ponen en riesgo nuestros trabajos. Se ha hablado ya, por ejemplo, de una posible nacionalización…

V.P.: Las herramientas de siempre. No hay herramientas novedosas, no se va a innovar. Se innova en las formas, pero no en el fondo. Y el fondo está muy claro: lo visteis el otro día, como los trabajadores salieron a quemar ruedas, a hacer lo que hacían los mineros y lo que han hecho muchos otros colectivos anteriormente. Con la industria, sobre todo en la zona norte, ha habido mucha presión de los trabajadores, y en algunos casos se ha conseguido y en otros no.

Quizás porque hay otros parámetros que no se tienen en cuenta a la hora de tratar estas cuestiones: implicar a los partidos políticos, implicar a la sociedad civil en general, implicar a las poblaciones. Implicar a todo el mundo, hacer que esto sea visible. Pero a la vez, evidentemente, la herramienta principal de un trabajador, de un conjunto de trabajadores, es no conformarse y emplear todo lo que esté a mi alcance: la huelga sostenida, la huelga indefinida, la movilización, etc, etc.

Aquí no hay negociación, están rompiendo tu vínculo laboral, y cuando te dicen que te rompen tu vínculo laboral, ¿qué negociación hay, si no te están dando ninguna alternativa? Te están quitando tu modo de vida, y cuando te quitan tu modo de vida, pues evidentemente hay que ir a por todas, y no hay otra.

L.M.: Sea cual sea la evolución del conflicto, parece claro que ya ha traspasado los límites de la propia empresa e implica a las administraciones públicas. Es importante, por tanto, saber con qué nos vamos a encontrar los trabajadores en casos como este: actualmente nos encontramos con un contexto diferente al que teníamos hace unos años, con el PSOE en el Gobierno. ¿Qué crees que podemos esperar los trabajadores del Gobierno Sánchez?

V.P.: El Gobierno de Sánchez, actualmente, está haciendo cosas interesantes, como por ejemplo este último acuerdo político de los PGE que, si tengo que enjuiciarlo, no me parece malo, pero que tiene cosas mejorables y cosas muy deficientes. Pero bueno, sí se está viendo un cambio con respecto a lo anterior. De todos modos, mucho más tampoco voy a esperar, porque esto obedece a una campaña electoral, una preparación de una campaña electoral.

Yo desearía, y es mi humilde opinión, que se produjeran – cuando se tengan que producir, por qué tampoco soy defensor de que se produzcan ahora – las elecciones generales y saliera una respuesta mayoritaria de los trabajadores y de los ciudadanos de este país a fuerzas políticas más de izquierdas, que no las últimas tendencias que hemos visto. Que si Ciudadanos crece, que si Vox llena Vistalegre y el crecimiento de la extrema derecha, que si el PP llena los balcones…

Bueno, pues es que los trabajadores tenemos algo que decir. La gente, el país, tiene algo que decir. Y precisamente, uniendo los conflictos laborales: hoy es el de Alcoa, el de Amazon, mañana es el de CocaCola, y pasado puede ser cualquiera. Evidentemente, cada trabajador debe observar esa tendencia y mirar qué respuestas políticas dan las distintas fuerzas políticas a esos conflictos, porque mañana te puede tocar a ti, insisto. La llave la tiene la gente, y la gente en las urnas debe tomar decisiones según el tipo de vida que quieran tener mañana.

L.M.: En muchos de estos casos, hemos visto además que la lucha adquiere un carácter europeo. Eso nos obliga a situar sobre la mesa el papel de la Unión Europea. ¿Qué opinión te merece la UE? ¿Qué potencial crees que tienen este tipo de iniciativas de coordinación obrera europea?

V.P.: Empiezo casi por el final porque es la parte más fácil. La defensa de los derechos de los trabajadores a nivel internacional es clave. Es clave porque un conflicto que tenga una dimensión más allá de las fronteras nacionales de un país concreto pues evidentemente tiene mucha más visibilidad y mucho más apoyo por parte de la ciudadanía: parece que enfrentarse a las multinacionales les ha venido hasta bien a los trabajadores.

En relación a la segunda parte, eso requiere una respuesta un poco más compleja, pero lo resumo muy claro: ya la Unión Europea nació mal. Y como nació mal, pues sigue mal. No hay un claro interés en hacer una Unión Europea de verdad para la gente. En realidad, la UE está controlada por quien está controlada: los lobbies financieros están ahí, los bancos están ahí metidos, el Fondo Monetario Internacional… No hay mucho más que explicar. Es una Unión Europea para unos cuantos, para los poderosos, para los que más tienen. Los que sufrimos las iras de los mercados y de los bancos y de todos estos agentes que yo los denomino siempre tiburones, no tenemos una Unión Europea que defienda realmente nuestros intereses. Así que o cambia, o desde luego el camino de la UE no es el que yo defendería.

L.M.: Lo que está claro es que el panorama actual dista mucho de esa idea que algunos defienden de que los sindicatos son «cosa del pasado». Como sindicalista, ¿cuales crees que son los puntos fuertes y débiles de los sindicatos? ¿Qué futuro crees que le espera al movimiento sindical?

V.P.: Los sindicatos son necesarios. El sindicalismo es necesario porque si vas a la RAE lo que significa el sindicato no es ni más ni menos que los trabajadores organizados. Y es esa la esencia: los trabajadores organizados. No tiene que haber élites sindicales que estén por encima de los trabajadores. Tienen que estar con los trabajadores. Los trabajadores deciden, y los sindicalistas aportamos nuestras herramientas, nuestra experiencia o nuestra habilidad, pero no podemos estar por encima de los trabajadores. Los sindicatos son necesarios

Ahora bien el sindicalismo en general ha atravesado sus épocas y sus situaciones determinadas. Quizás, a lo mejor, no se haya entendido muy bien hacia donde iba todo el camino político, monetario, etc, etc. No se entendía bien y por eso no se ha situado el sindicalismo en el camino adecuado en el que tenía que estar. Nunca es tarde para reaccionar. Nunca es tarde para cambiar la senda y para cambiar la dirección en el camino. Creo que ahora, por lo menos la parte que yo más conozco, que es la de CCOO, si se están haciendo cosas. Se está viendo que hay un movimiento interno para ir hacia ese camino. Lo único que tenemos que hacer los trabajadores, las bases, la gente que estamos internamente, es apoyar esa dirección. Una dirección que, por cierto, no es ni más ni menos que recuperar la esencia de las Comisiones Obreras, que en algún momento se puede haber abandonado.

Esa es la visión más o menos global que tengo yo de esta situación.

L.M.: La otra pata del movimiento obrero son sus organizaciones políticas. Sam Gindin, sindicalista norteamericano, afirmaba que «no podemos ir a ninguna parte sin un movimiento obrero vibrante, y el movimiento obrero necesita también una izquierda vibrante». ¿Qué crees que necesita la izquierda en España para «ser vibrante»?

V.P.: Para empezar, que sea izquierda de verdad. Porque a los que se les llena la boca de ser de izquierdas, muchas veces no van unidos los pensamientos con los hechos o las palabras con las acciones. Así que eso para empezar: ser de izquierdas de verdad.

Ser de izquierdas de verdad no significa estar en un extremo constante. Significa entender las necesidades y dar unas respuestas acordes al movimiento sindical, que es el de los trabajadores, que al fin y al cabo es de la gente, y dar respuestas en esa misma dirección. Lo que uno no puede estar mirándose constantemente es el ombligo, y la izquierda de este país peca mucho de esto.

L.M.: Y ya para terminar, ¿hay alguna otra reflexión que quieras compartir con nosotros? ¿Alguna idea que creas que puede servir de ayuda a los que nos leen?

V.P.: Bueno, yo no soy nadie para dar lecciones, pero hombre, hay cuestiones que sí me las creo porque las llevo a cabo continuamente en mi vida sindical. Uno no puede ser sectario, no puede apartar de la lucha a nadie porque tenga unos prejuicios o porque sea identitario con las ideas políticas, porque te diferencias en una coma o un punto. Uno no puede hacer ese ejercicio, porque en el momento que lo haces ya estás diferenciando y dividiendo también a los trabajadores. Por tanto, se tiene que acometer un ejercicio de responsabilidad de unidad. La unidad es primordial. No lo vas a conseguir a lo mejor de aquí a mañana, pero tiene que estar en tu cabeza la idea de la unidad.

Y si es unidad de acción, mejor, porque es más contundente, la representación es más global y la fuerza es más grande. Ese es uno de los puntos principales que yo tengo en cuenta en mi práctica sindical, pero hay otro: no creerse nadie superior a nadie. Nadie es superior a nadie. Simplemente aportas tu grado de experiencia, tu experiencia particular, y punto. Y a partir de ahí, estás en constante aprendizaje. Eso es bueno, porque además enseñas a la gente que la unidad de acción se puede producir. Si vas con prepotencia, si vas diciéndole a la gente que tu eres mejor que nadie, evidentemente la unidad de acción no la vas a conseguir nunca.

Por lo tanto, esos dos aspectos son primordiales a la hora de trabajar. Hay un tercero, que para mi también es clave: tener suficientemente claro que la gente que tenemos responsabilidades, que damos un paso adelante para defender a los que menos tienen y a los trabajadores en general, nunca podemos olvidar por qué estamos aquí. Nunca podemos olvidarlo. Nuestra razón principal es la gente, los trabajadores. Ni un gramo de situaciones de poder, ni un gramo de privilegio, ni un favor a gente que tiene más que tú, etc, etc. Tú tienes que tener siempre claro por qué estás aquí, y eso forma parte de la enseñanza que a mi me dieron y de lo que yo intento hacer todos los días. Y si en algún momento se la puedo transmitir a alguien, pues esa es mi intención.

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