“Podemos orientar la acción sindical hacia reivindicaciones que sumen fuerzas, no que las dividan”

Borja Llorente Álvarez (Llanes, 1980) es, desde finales de 2017, Secretario General del Sindicato de Enseñanza de Comisiones Obreras de Asturias. Es Licenciado en Pedagogía y trabaja como Profesor Técnico de Servicios a la Comunidad. El sindicato docente ha protagonizado una fuerte subida en apoyos (+25%) en las pasadas elecciones sindicales.

Hablamos con Borja sobre la situación en la enseñanza y otros temas candentes.

LM: Genaro Alonso se despide en Mayo como Consejero de Educación de Asturias. ¿Cual es el balance de su gestión que hacéis desde Comisiones Obreras?

BLL: Genaro Alonso abrió su mandato con una serie de planteamientos que nos hicieron creer que había cierta esperanza en cambiar las dinámicas viciadas de la negociación con la Consejería de Educación en Asturias, pero tras esta legislatura, al final, solo podemos hablar de una serie de promesas que no llegaron a buen puerto.

Podemos hablar de algunas medidas muy concretas por las que aseguró apostar, como la creación de la especialidad de asturiano, que finalmente va a quedar pendiente para la próxima legislatura, dejando en la estacada a los 400 profesores y maestros que existen en nuestra región sin tener una especialidad y, por tanto, sin poder concursar, sin poder hacer oposiciones, etc…

Y también otras cuestiones como la mejora de las condiciones de trabajo del profesorado en general que tampoco ha sido abordada. Asturias sigue siendo una región con un profesorado que es de los que más trabaja y de los que menos cobra en el conjunto del Estado.

Además en este último curso hemos asistido a la irrupción vergonzosa de la Consejería de Educación en el proceso electoral para favorecer a los sindicatos más afines.

Por todo ello no podemos sino suspender para septiembre a Genaro y ponerle tareas de recuperación, porque no ha llegado ni siquiera al 5 en esta legislatura.

LM: Y hablando de la campaña electoral: A pesar de los regalos de última hora del Consejero a una serie de organizaciones sindicales afines, lo que sí es cierto es que el resultado de las elecciones sindicales ha sorprendido a propios y extraños. Habéis tenido una campaña muy intensa, tras un año de agitación y movilización. ¿Se puede decir que vuelven las Comisiones de Marcelino Camacho?

BLL: En CCOO de Enseñanza intentamos recuperar varias señas de identidad de nuestra historia, como es la movilización, la organización desde la base y el protagonismo de los propios afiliados y afiliadas en la acción sindical cotidiana. Por eso nos lanzamos a recuperar los delegados de centro, a realizar asambleas -centenares en el último año- en todos los centros educativos asturianos y a movilizar a la gente en torno a varias reivindicaciones y consignas  que generaban amplio consenso entre los trabajadores y trabajadoras de la enseñanza.

Esto nos llevó a impulsar una serie de movilizaciones durante todo el curso y parece que en las elecciones el profesorado ha valorado positivamente nuestros planteamientos y nos hemos quedado muy cerca de ganar las elecciones.

Partíamos de una situación de desventaja. Dentro de los grandes sindicatos éramos el cuarto, y muy lejos en votos del primero. Tras casi cinco legislaturas bajando en votos, hemos roto la tendencia, sorpassando al resto de fuerzas de la izquierda sindical y quedándonos muy cerca de los dos sindicatos afines a la Consejería de Educación que son ANPE y UGT.

El sindicalismo a la izquierda, agitativo, de movilización y pegado a los problemas reales de la gente, frente a un sindicalismo institucional y de negociación, funciona. Creemos que hay que intensificarlo.

Quizás durante la última etapa de crecimiento económico previo al 2008, los sindicatos de clase tiraron más hacia la negociación. También porque la clase obrera estaba más debilitada en el sentido ideológico, con la penetración del neoliberalismo en los últimos 20 años. Pero con esta crisis, la economía nos ha vuelto a llevar a la realidad. Ahora es más perceptible por parte de la clase trabajadora que hay una explotación cada vez más grande. Y eso también tiene su influencia en el sindicato. Ahora mismo hay una tendencia general en toda España a que el movimiento obrero se movilice y creo que en los próximos años se va a intensificar. Haremos lo que esté en nuestras manos para que esto sea así.

LM: ¿Y a partir de ahora en el caso concreto de la Enseñanza en Asturias, cuáles van a ser los ejes de trabajo del sindicato para intensificar la movilización?

BLL: Frente a la tendencia que hay en los sindicatos corporativos de resolver los microconflictos nosotros nos centramos en una estrategia que se basa en recuperar derechos colectivos. Nuestros próximos pasos se guiarán por esa idea general.

Hay ciertas consignas que van a tomar fuerza: por ejemplo el reparto del trabajo, que se concreta en la reducción de las horas lectivas. Sigue pendiente la reducción de horas lectivas para los docentes de educación infantil y primaria, que crearía cientos de puestos de trabajo en toda la región. Y también la reducción horaria a los mayores de 55 años, que permitiría también crear varios cientos de puestos de trabajo en Asturias.

Ese tipo de propuestas, que nos permiten hacer un discurso colectivo y estimular la conciencia de clase entre los trabajadores, son las que es más importante desarrollar, frente al individualismo que promueven los medios de comunicación y la propia administración (que no deja de ser la patronal  de los empleados públicos) tratando de individualizar las relaciones laborales.

Con este tipo de propuestas unimos los intereses de los que trabajan con los que buscan trabajo, los intereses de los que trabajan más de lo que querrían con los que trabajan menos de lo que desearían.

Y por supuesto sin perder de vista que los docentes somos una parte de la clase trabajadora y hay que arrimar el hombro con las luchas de otros compañeros y compañeras de otros sectores: Por ejemplo, cuando la gran movilización de Alcoa en Avilés, fuimos el único sindicato que movilizó a los centros educativos para apoyar esta lucha.

En definitiva recuperar derechos colectivos, sin abandonar, por supuesto, la solución de problemas del día a día que cualquier trabajador pueda tener en su práctica docente.

LM: Precisamente sobre la aparente contradicción entre lo colectivo y lo individual ya hay algunos sindicalistas que están avisando de que el movimiento obrero está en una encrucijada: Ir a un sindicalismo de centro de trabajo o de pequeño grupo de trabajadores cada vez más corporativo, o ir a un sindicalismo que ponga por delante lo colectivo, los intereses de clase, que tenga en cuenta la perspectiva internacional y de la Unión Europea, con todos los ataques que estamos sufriendo de la Comisión Europea, de las transnacionales, etc… ¿Cuál es tu opinión sobre esto?

Precisamente ese es uno de los grandes problemas. Estamos asistiendo a una concentración del capital en unas pocas manos que no tiene precedentes en la historia. Esto se puede ver claramente en varios sectores, como los grandes gigantes de la industria, de la alimentación, de la energía y las telecomunicaciones. Un puñado de grandes compañías transnacionales y grandes fondos de inversión están en la cúspide de la pirámide y dominan la economía.

Si el capital se organiza de esta forma centralizada, a escala continental y transnacional, la respuesta lógica es que la clase obrera se organice también a esa escala transnacional. Es difícil, es un proceso mucho más lento y en el movimiento obrero siempre en su historia ha habido resistencia a los procesos de confederación. Es más difícil organizar personas que organizar capital, nos va a llevar más tiempo. Pero el sindicalismo tiene que avanzar hacia la organización transnacional y funcionar como una sola clase, al nivel europeo al menos, en este momento histórico, pero también más adelante a escala mundial. Es fundamental que esto ocurra.

Por ejemplo en la enseñanza, desde los años 90 del siglo pasado estamos sufriendo una serie de recortes y una serie de transformaciones hacia un modelo más neoliberal, con más áreas privatizadas y mercantilizadas, y una serie de medidas que se toman en instituciones que no son elegidas democráticamente, como puede ser el Consejo de Europa o la Comisión Europea. Estas medidas se aplican con mano de hierro en la enseñanza.

LM: Tras la crisis de 2008 parece que una parte del movimiento obrero y sindicalismo adoptó una táctica de resistencia, de hacer concesiones a cambio de evitar los cierres y deslocalizaciones. ¿Crees que esta idea se ha reflejado de algún modo el sector público como la enseñanza? ¿Crees que esta táctica puede haber llegado a su límite?

BLL: Tomemos el ejemplo del Proceso de Bolonia, que ha supuesto una mercantilización encubierta de la educación en nuestro país, el aumento de los precios de las matrículas, y una elitización de la educación superior con el objetivo de hacer negocio, y limitar el acceso de las clases populares a los estudios superiores.

A un proceso de esta escala no se le puede responder desde Asturias solamente, o desde España nada más. La única manera de responder adecuadamente es aumentando la escala de la resistencia, coordinar la lucha en todos los países donde estas políticas están afectando a la gente.

Esta misma lógica la podemos aplicar al resto de sectores de la economía, no solo al sector público. Las grandes patronales europeas, y las direcciones de las grandes compañías transnacionales golpean conjuntamente, pero los trabajadores no estamos respondiendo de una manera conjunta, sino de una manera fraccionada. Es un modelo de resistencia que hay que superar. La realidad de nuestro país ya no es la de hace 40 o 50 años, donde hacía poco que salíamos de un régimen autárquico.

Un ejemplo de resistencia puede ser lo que ocurrió recientemente en Amazon o en Ryanair, donde los trabajadores han comenzado a coordinarse en serio a nivel europeo para darle una respuesta global a su empresa matriz. Cabría preguntarse qué pasaría en empresas como Ford, sin ir más lejos, si se adoptase la misma línea de integración y coordinación de la lucha en las diversas plantas europeas. ¿Cuánto tiempo resistiría resistiría su consejo de administración una huelga europea?

LM: ¿Qué papel tiene la administración nacional y regional en la aplicación de estas políticas que vienen desde arriba de la UE?

BLL: Se dedican a aplicar con mano de hierro, y yo diría que algunos partidos con entusiasmo las políticas estratégicas que viene de la UE. La idea es que la educación es un pastel muy grande, que mueve mucho dinero, sin embargo este mercado estaba en su mayor parte en manos del sector público. El capital privado no podía entrar. Lo que están haciendo es desregularizar el sector para que puedan entrar empresas . Esto se ve de forma muy clara en la educación superior. Desde la aprobación de la LOU (2001) se han creado muchas universidades privadas.

Y también están cambiando el paradigma educativo: frente a una educación que se basaba en el acceso de las clases populares a la misma, y en un profesorado que aún era capaz de dar cabida a la reflexión y la innovación, dado que aún mantenía una cierta autonomía, en la actualidad nos encontramos con una estrategia diseñada para convertir al profesor en un técnico que aplica lo que otros diseñan externamente a la escuela. Protocolizar sus tareas para que funcione como un autómata. Eso tiene implicaciones en la forma en que es concebida la educación: pasa de ser un proceso reflexivo a un proceso mecánico. Es la lógica interna de una empresa aplicada a la educación.

Frente a esto hay que apostar por un modelo que se base en las necesidades de la gente que va a recibir esa educación, que se adapte a situaciones diferentes. No son iguales las necesidades de los alumnos de un barrio obrero que las de los de un barrio de los ricos de una ciudad. Y tampoco es lo mismo enseñanzar en un pueblo asturiano que en una ciudad de Castilla La Mancha, por ejemplo. .

LM: Otro de los temas candentes en la actualidad es la irrupción del movimiento feminista en todas las esferas de la lucha política y esto tiene su reflejo también en los sindicatos. Si atendemos al volumen de mujeres organizadas, se puede afirmar que los sindicatos son las organizaciones feministas más importantes del país, en un lugar destacado CCOO. ¿Qué crees tú que hay en el sindicalismo que lo hace tan importante para las mujeres?

BLL: Comisiones Obreras es la organización que, con diferencia, encuadra a más mujeres en España. Hay más de 400.000 mujeres organizadas en torno a CCOO. La adecuación del sindicato al feminismo de la igualdad debe tener un papel preponderante y se deben feminizar las reivindicaciones obreras.

Por ejemplo: hay una serie de convenios colectivos que están altamente feminizados y que son los que tienen los peores salarios y condiciones de trabajo. El Convenio de la Limpieza, Comercio Minorista, Hostelería y otros. La mayor parte de la gente que trabaja en estos sectores son mujeres. El sindicato está dando una respuesta a esto mediante la movilización, la cual no se puede llevar a cabo de otra forma que no sea con un papel protagonista de las mujeres.

El sindicato es una herramienta fundamental para esta lucha, y tener éxito en ella tiene un gran potencial emancipador. Una mujer trabajadora con buenas condiciones de trabajo es más libre, tiene más autonomía y capacidad de elección sobre aspectos fundamentales de su vida. Quizá esa es la idea central de este asunto.

Por otra parte, los convenios colectivos tienen que dar respuesta a otra serie de condicionantes laborales que responden a la actual situación social de las mujeres: el trabajo de cuidados de los mayores, de los hijos, de la familia, sigue recayendo en gran medida en las mujeres, y esto es fuente de gran parte de la desigualdad. Los convenios pueden incorporar medidas que distribuyan ese peso entre hombres y mujeres, y también que reduzcan ese peso globalmente. Un ejemplo de esto serían las medidas para evitar la discriminación en la contratación, como ampliar los permisos de maternidad/paternidad y hacerlos iguales, obligatorios y al mismo tiempo. Sin el sindicalismo esto no es posible, sin el sindicato no se puede conseguir igualdad real en los centros de trabajo.

LM: En cuanto a políticas orientadas a conseguir la igualdad de las mujeres en el plano laboral se habla mucho del concepto de conciliación, que se pueda compaginar el trabajo con el cuidado de la familia. Pero algunas feministas ya están hablando de ir más allá de ese concepto, introduciendo la idea de socialización de las tareas familiares, de cuidados, etc… que hoy por hoy recae principalmente sobre las mujeres trabajadoras. ¿Qué piensas de esta idea?

BLL: Aquí hay que dar respuesta a dos niveles, a nivel concreto e inmediato, el sindicato tiene que tratar de que en la negociación y en las reivindicaciones se introduzca una perspectiva de género que permita resolver problemas que puedan existir: por ejemplo mejorar los permisos y necesidades concretas de cuidados.

Pero no se puede renunciar a que se dé una transformación de base acerca de cómo afrontar la problemática de los cuidados que recae en las mujeres. Hay que introducir en la agenda sindical del futuro medidas colectivas avanzadas que van a cambiar de raíz las tareas domésticas y las tareas de cuidados. Las grandes empresas públicas y privadas deben ofrecer guarderías, comedores y otros servicios de este tipo , gratuitamente. Y debemos conseguir que el estado legisle y ponga en marcha servicios públicos en los barrios que permitan atender todas estas necesidades sin que las tenga que asumir en solitario y sin otra alternativa la unidad familiar.

Estamos hablando de guarderías, comedores, centros de día, ludotecas, lavanderías industriales, empresas de limpieza doméstica, etc… muchos de estos servicios ya existen de manera incipiente y en su mayoría son privados y caros. Debemos ampliarlos, hacerlos públicos y ponerlos al servicio de la mayoría social. Creo que esto supondría un paso adelante gigantesco en la emancipación de las mujeres trabajadoras. Cuantas más tareas de cuidados sean extraídas del núcleo de la unidad familiar y sean resueltas desde el ámbito social, más igualitaria se volverá la sociedad. Por no hablar de los miles de empleos que se crearían en todo el Estado.

También creo que en cuanto a la emancipación de las mujeres va a jugar un papel muy importante la Reducción Colectiva del Tiempo de Trabajo: implantar las 35, o las 30 horas semanales, por ley, para toda la clase trabajadora y sin reducción de salario. Incluso ir más allá a medida que la productividad aumenta va a ser estratégico en este siglo XXI. Con toda la riqueza que se crea y con el paro estructural que hay, no podemos seguir trabajando como hace 100 años.

LM: Mujeres y hombres, jóvenes y mayores, nativos y extranjeros, precarios y estables, dualidad del mercado laboral… el capitalismo sigue empeñado en fracturar a la clase trabajadora, en cortarla en pedacitos. ¿Cómo crees tú que sindicalmente se puede evitar esto, o por lo menos frenar este proceso? ¿Qué medidas organizativas? ¿Qué medidas de acción sindical y de negociación colectiva?

BLL: Creo que la idea de fondo que no hay que perder de vista es la de poner el acento en lo que une, más que en lo que separa, de esa forma podemos orientar la acción sindical hacia reivindicaciones que sumen fuerzas, no que las dividan.

Un ejemplo de esto es nuestro enfoque de la campaña por las 18 y 23 horas lectivas. Con la reducción de la jornada lectiva, o con la reducción de horarios para mayores de 55 años se crean puestos de trabajo y se crean plazas para que la gente que tiene un puesto en interinidad tenga acceso a una plaza estable. Podíamos habernos dedicado a quedarnos en la superficie y hacer una lista de reivindicaciones de cada colectivo específico en la enseñanza pública, pero preferimos profundizar y buscar y plantear medidas que una a los trabajadores en una causa común beneficiosa para todos.

Esta idea de fondo es aplicable a cualquier sector público o privado, empresa grande o pequeña, incluso a nivel de políticas sociales.

Pensemos en los trabajadores migrantes, por ejemplo. ¿Cómo abordamos el asunto sindicalmente? Lo lógico sería exigir “A igual trabajo, igual salario e iguales condiciones laborales. Siempre y en todo lugar”. Esto significa exigir medidas reales y efectivas para controlar las condiciones de trabajo en las empresas, la RCTT para crear empleos y elevar los salarios, favorecer la sindicación de todos los trabajadores independientemente de su origen.

Con esta orientación evitamos el dumping social que se pueda producir, y unimos a la clase. Creo que en mayor o menor medida en todas las empresas y sectores se está viendo este problema: ¿nos centramos en proteger las condiciones de un núcleo de trabajadores fijos? ¿Dejamos que la carga de los recortes y la explotación caiga sobre los eventuales? ¿O presionamos para igualar por arriba estas condiciones?

Un enfoque unitario y de clase de un problema, hace que la clase en su conjunto salga fortalecida de esto. Ahí está la clave.

LM: Da la impresión de que el ciclo de movilización del 15M ya está tocando a su fin, la izquierda a la izquierda del PSOE está bastante encapsulada y parece que vuelve a los cuarteles de invierno, la ultraderecha, a su vez, emerge con fuerza. Sin embargo, con sus más y sus menos, en las empresas se sigue luchando. El movimiento obrero y sindical, con todo lo que se le ha criticado, muchas veces injustamente y desde la izquierda, sigue ahí. ¿Como militante de izquierdas que conclusiones sacas de este periodo de los últimos años?

BLL: Creo que la izquierda sindical (en la que incluyo a CCOO) tiene que hacer una autocrítica, y creo que lo está haciendo, sobre cuál fue su papel durante los tiempos de la burbuja económica en nuestro país, sobre la época de las vacas gordas. Podemos decir sin miedo que hubo un cierto abandono de nuestras señas de identidad. Fuimos a un sindicalismo mucho menos combativo, y unos dirigentes que respondían a esa realidad económica y sociológica y eran reflejo del estado de conciencia general de la clase trabajadora en la época en que “curro se iba al caribe”.

La realidad actual marca unas prioridades distintas. Hay una izquierda cuya agenda está marcada continuamente por los medios de comunicación: por ejemplo ahora ha saltado a la palestra la preocupación por el fenómeno de VOX.

Pero cuando vamos a las empresas y a los centros de trabajo vemos que hay una velocidad distinta. La semana pasada vivimos un proceso de movilización muy importante y una negociación “muy breve”, de doce horas. En ella un sector muy feminizado y precarizado y con baja implantación sindical, el de supermercados y minoristas de la alimentación, formó un piquete de más de mil personas frente a la sala donde se estaba negociando, desde las 10 de la mañana hasta las 11 de la noche. Consiguieron doblegar a la patronal que cedió a sus reivindicaciones.

Afortunadamente todas estas trabajadoras y trabajadores no se quedaron en casa fustigándose por el aumento de los votos de VOX, sino que, en lo concreto y con una agenda basada en sus problemas reales, consiguieron doblegar a grandes empresas del sector en Asturias.

Esto nos indica que existe una clase trabajadora y que si tuviese una serie de consignas claras, y una serie de propuestas que atendiesen a problemas concretos que están sufriendo, más allá de ciertas cuestiones vagas y ciertos debates muy vinculados a ciertos grupos que basan sus planteamientos en la “identidad”, seguramente podríamos avanzar mucho más en la resolución de los problemas cotidianos y darle un impulso a la movilización de la clase trabajadora por resolver problemas sociales y políticos de fondo, no sólo los más inmediatos.

En las últimas décadas se ha hablado mucho de la desaparición de la clase trabajadora, o su anulación como sujeto político principal. Esto ha afectado, en mi opinión, a casi toda la izquierda, o por lo menos a sus corrientes principales. Creo que la realidad de la lucha de clases está mostrando que sin la clase obrera no se va a ninguna parte. Hay que situar otra vez en el centro de la estrategia política a la clase trabajadora y a sus intereses de clase. La clase trabajadora es diversa, pero tiene una comunidad de intereses objetivos, y además tiene en sus manos, por su posición en la base de la creación de la riqueza social, la llave para ejercer un poder fuerte sobre los ricos y poderosos.

Y no por ello estamos negando que muchas compañeros y compañeras se organicen en torno a problemáticas concretas. Claro que es necesario el movimiento ecologista o el movimiento feminista. Nadie lo niega. Pero reivindicamos también la respuesta conjunta a los problemas globales que afectan al conjunto de trabajadores y trabajadoras en tanto que tales.

LM: Sam Gindin, el histórico sindicalista norteamericano decía «No podemos ir a ninguna parte sin un movimiento obrero vibrante y el movimiento obrero también necesita una izquierda vibrante”. ¿Estás de acuerdo?

BLL: Sí, totalmente de acuerdo.

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