1º de Mayo: con Rivera no… con el IBEX tampoco

Decenas de miles de personas han marchado hoy en manifestaciones convocadas por todo el país para exigir, entre otras medidas, la derogación de la reforma laboral, nuevos aumentos del salario mínimo, el fin de la precariedad, la defensa de la industria... En uno de los Primeros de Mayo más politizados de los últimos años, la voz del mundo del trabajo ha enviado un mensaje claro al vencedor de las elecciones: con Rivera no, con el IBEX tampoco.

D. Fernández
D. Fernández
Ingeniero y marxista, convencido de que un mundo mejor es posible y está a nuestro alcance.

Con los resultados de las elecciones generales del 28A muy recientes, y con el panorama político que se ofrece a una clara mayoría de izquierdas, el Primero de Mayo de este año ha sido uno de los más politizados de los últimos tiempos. Las organizaciones sindicales mayoritarias han sacado a la calle a decenas de miles de personas por todo el país, demostrando que siguen siendo las estructuras más asentadas y extendidas de nuestro país y reivindicando la legitimidad que les corresponde como agentes democráticos. Millones de afiliados y centenares de miles de delegados sindicales se ven representados en el discurso y las propuestas de estas organizaciones, que en esta ocasión han sumado a su habitual agenda social un mensaje claro y directo para el PSOE, vencedor de las últimas elecciones: hay números para un gobierno de progreso y de cambio, y el mundo de trabajo apuesta claramente por esta opción. Frente a la clara demanda de las organizaciones sindicales, que recoge la clara expresión de las urnas, el PSOE, de momento, ha respondido poniéndose de perfil e intentando evitar el debate.

Sin embargo, el llamamiento se ha hecho oír alto y claro durante toda la manifestación, así como en los discursos de los principales líderes sindicales. El «¡Con Rivera no!» que ya entonaron los militantes socialistas en Ferraz durante la celebración de la noche electoral, y al que Pedro Sánchez respondió con cierta incomodidad, se ha convertido en un clamor este Primero de Mayo. Una consigna que no se limita sólo a un posible pacto PSOE-Ciudadanos, ya descartado por ambas partes, sino a la necesidad de impulsar una agenda de cambio social, tal y como dejaron claros los resultados electorales. Con Rivera no, pero con el IBEX tampoco: el PSOE, al enrocarse en su idea de un gobierno en solitario, parece peligrosamente dispuesto a servir como agente político del gran capital y desechar la posibilidad de un giro a la izquierda, representado por un gobierno en coalición con Unidas Podemos.

Las organizaciones sindicales ya han dejado claro que esa no es la voluntad del mundo del trabajo, como tampoco lo es de la gran mayoría de personas que fueron a votar el 28A y depositaron bien la papeleta del PSOE, bien la papeleta de UP. Los números cuadran, y el mandato democrático, recogido y amplificado por los sindicatos, es contundente: es el momento de un giro a la izquierda.

Así lo reivindicaba, por ejemplo, Douglas Harper, miembro de CCOO en Amazon y una de las caras visibles de Amazon en Lucha, que destacaba que es necesario «manifestar, entre todas y todos, que necesitamos un Gobierno que se organice desde la izquierda, con medidas de izquierdas» y alertaba ante el peligro de «la extrema derecha y la derecha neoliberal». Douglas señalaba que ya han trasladado a algunos partidos políticos, como Unidas Podemos, su consideración de que se tenga en cuenta a las organizaciones sociales y sindicales para definir un programa de cambio que proteja «los derechos laborales, la sanidad, la justicia social, las libertades y la igualdad de género», y hacía un llamamiento a fortalecer las organizaciones obreras para luchar contra la uberización del empleo.

En sus discursos, los secretarios generales de las organizaciones sindicales mayoritarias se han expresado en la misma dirección, señalando que este giro debe tener como eje claro la lucha contra la desigualdad. Entre otras herramientas, se ha reivindicado la necesidad de impulsar una política fiscal que permita la redistribución de la riqueza generada: Pepe Álvarez, Secretario General de UGT, destacaba en su discurso que en los últimos años la carga fiscal sobre las familias trabajadoras se ha visto aumentada en un 20%, mientras que las empresas han visto en esta misma etapa cómo les reducían los impuestos en un 25%, y ponía el acento en la diferencia de presión fiscal entre Europa y España. En declaraciones posteriores para La Mayoría, Álvarez recordaba que una mayoría de ciudadanos y trabajadores «han votado a la izquierda, siendo conscientes de que es seguramente la última oportunidad de cambiar las políticas». Después de unos años de crecimiento económico que no ha llegado a la mayoría social trabajadora, el secretario general de la UGT llamaba la atención sobre las «decenas de miles de trabajadores que no llegan a final de mes, y los millones de trabajadoras paradas», destacando el papel de los sindicatos como «palanca de cambio».

Otro factor destacado por Álvarez ha sido la reforma laboral y de las pensiones, exigiendo nuevamente su derogación, así como el papel fundamental del movimiento feminista en la lucha contra la desigualdad de género. En relación a la cuestión del empleo, ha recordado la propuesta que lanzó la UGT para promover la reducción de la jornada laboral, con una jornada de 32 horas y un día de formación adicional, considerando este tipo de medidas «imprescindibles» ante un aumento de la productividad de «30, 40 o 50 veces frente a hace años». También ha dedicado algunas palabras a la lucha contra el cambio climático, reivindicando un papel «fundamental» por parte de los trabajadores y los sindicatos en la transición energética, planteando la incorporación de los Objetivos del Milenio al discurso y el programa de las organizaciones sindicales tanto en materia de redistribución como de sostenibilidad, y recordando que una lucha internacional como ésta sólo puede ser asumida por organizaciones naturalmente internacionalistas como los sindicatos.

Unai Sordo, Secretario General de CCOO, abría su discurso recordando a Lula da Silva, ex-presidente y sindicalista brasileño, y una de las víctimas de la oleada represiva reaccionaria que se ha desatado en el mundo «para impedir en este proceso de globalización neoliberal galopante que países como Brasil o zonas económicas como América Latina escapen del yugo de las multinacionales y busquen su autonomía frente a los poderes económicos». Alertaba también Sordo del riesgo que supone «no levantar la vista de los problemas cotidianos» y hacía un llamamiento no a abandonarlos, pero sí a ser conscientes que «lo que nos ocurre en el día a día en el centro de trabajo tiene mucho que ver con las cosas que ocurren a nivel mundial, y particularmente a nivel europeo». En esa línea, el Secretario de CCOO ha lanzado un llamamiento a la participación y la movilización del voto obrero en las elecciones municipales y europeas, con un foco especialmente importante sobre éstas últimas ya que, señalaba, «la inmensa mayoría de las leyes y normas que nos afectan vienen determinadas por directivas europeas».

En relación al contexto europeo, Sordo ha aprovechado para llamar la atención sobre el peligro que representan las organizaciones «neonacionalistas y, en ocasiones, abiertamente neofascistas» que orbitan en torno a Le Pen, Salvini, Alternativa para Alemania o el propio Vox, aquí en España, con «discursos abiertamente misóginos (…) muy bien acompañados de eco mediático». Criticaba el secretario de Comisiones, además, que el resto de las derechas españolas se hayan dejado «contaminar» y hayan «comprado buena parte de los argumentos» de la extrema derecha. Para Sordo, lo que ha permitido que este discurso cale ha sido la realidad de un «país que se ha fragmentado, donde la precariedad vital de mucha gente es un problema y campa a sus anchas» que ha dado lugar a que se instale «la desafección hacia lo colectivo y la solidaridad». La desigualdad, ha continuado, es «el mayor disolvente de las democracias», por lo que es necesario cambiar la agenda política moviendo las propuestas sindicales al primer plano, poniendo «la distribución de la riqueza, la cualificación de la democracia y el fin de la precariedad laboral» en el orden del día. Sordo añadía después una reflexión acerca de la necesidad de defender las pensiones públicas y, en la línea de Álvarez, de promover una política fiscal vinculada al mantenimiento de los servicios públicos y la redistribución de la riqueza.

Poco antes de que La Internacional sonara en la madrileña plaza de Sol, Sordo resumía bien el clamor de la manifestación al señalar que la idea del PSOE de funcionar en base a la «geometría variable» es «seguir haciendo política a salto de mata», en un momento en que no hay excusas para la formación de un gobierno de cambio, basado en un acuerdo de legislatura «que pase por la izquierda» para convertir la agenda social en la clave en base a la cual se diseñe el país a dos décadas vista. La mayoría social trabajadora se ha expresado con claridad: con Rivera no, con el IBEX tampoco. La pelota está ahora en el tejado del PSOE. Programa y propuestas hay: hace falta convicción y valentía para impulsarlos.

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