Votar a favor de un gobierno en solitario de Sánchez no significa darle carta blanca al IBEX 35

Si, claro que el PSOE es el enemigo de la izquierda, y con todas las letras.

Los números no dejan lugar a dudas. La mayoría de la sociedad en España no ha votado al trifachito. Esta realidad se ha traducido en 203 de los 350 escaños que componen el Congreso de los Diputados, dejando así a la derecha más rancia con tan solo 147. La pregunta es, teniendo en cuenta que la mayoría absoluta de la cámara se sitúa en 176 diputados ¿cómo puede haber tantas dudas acerca de si sale o no un gobierno encabezado por el PSOE, siendo este el partido más votado?

Comenzaremos este análisis dejando claro que Podemos no anda para nada desubicado al afirmar que lo lógico, con los resultados obtenidos, sería que a la hora de pedir apoyos para formar Gobierno, el PSOE mostrara cierta humildad y negociara no sólo determinadas políticas, sino también, por qué no decirlo, carteras ministeriales de envergadura con sus posibles socios. Es decir, que no se trata de que Pablo Iglesias sea un señor muy ambicioso, con ganas de garrapiñar poder, tal y como nos intentan hacer creer los medios de comunicación. Sino que se trata de la lógica más elemental que se esconde tras los pactos políticos, tras el tira y afloja propio de las negociaciones: tú me das algo y a cambio yo te doy otra cosa.

Ahora bien, por desgracia en política no es suficiente con tener razón… Sino que hay que tener fuerzas, apoyos, poder. De esto es de lo que se trata. Y lo cierto es, que más allá de la lógica, la realidad nos muestra que quienes componemos la izquierda alternativa no solo no tenemos el poder sino que estamos aún muy lejos de acceder a él. En efecto, los poderes que sostienen al PSOE nos niegan este acceso. ¡Oh, sorpresa! ¿Acaso pensábamos que iban a ponernos una alfombra roja con pétalos de rosa perfumados para que avanzáramos triunfantes hacia el Ministerio de Trabajo, por haber obtenido algunos millones de votos?

Cierto es que el hecho de haber pasado del panorama que teníamos antes, con tan solo 11 diputados de IU en 2011, al que tenemos ahora con 42 diputados de Unidas Podemos & Co (a pesar de la última caída), nos puede conducir a sacar un poco de pecho. Pero una cosa es que nos ilusionemos y otra muy distinta es que nos convirtamos en auténticos ilusos…

De hecho esta última caída es una señal con luces de neón que no debería pasarnos desapercibida. Es una llamada de atención, un signo de alarma que nos indica que esos millones de votos que ahora nos permiten sacar algo de pecho, no solo han bajado sino que pueden seguir bajando.

No nos olvidemos de esto y no nos olvidemos tampoco de que el contrincante que tenemos al lado es tremendamente hábil y experimentado en el terreno electoral. Así que no caigamos en el error más común en las personas inteligentes, como diría Tyrion Lannister, que consiste en menospreciar al enemigo.

Si, claro que el PSOE es el enemigo de la izquierda, y con todas las letras. Es tremendamente traicionero: hoy dice A y mañana hace Z mientras sigue diciendo que ha hecho A. Vive en su propia contradicción al ser un partido social-liberal, es decir que dice defender a la clase trabajadora mientras la va debilitando lenta y sigilosamente. Esto lo sabían muchos desde el principio y otros tantos lo hemos tenido que ir aprendiendo a base de golpes. Sin embargo siguen quedando muchos más, que aún no han aprendido esta cruda verdad y nuestra responsabilidad política reside precisamente en acompañarles en este proceso de toma de conciencia y en ser lo suficientemente hábiles como para aprovechar cada oportunidad que surja en el largo camino que aún nos queda por delante, para demostrar que esto que tanto decimos y repetimos, no es un mero cuento para recabar votos y sentirnos más puros que nadie, sino una verdad muy concreta que nos hace la vida diaria cada vez más difícil.

Pues bien, el pasado 28A nos ofreció una magnífica oportunidad para seguir avanzando en este camino de concienciación, para seguir demostrando las contradicciones del PSOE, sus constantes traiciones a la clase trabajadora, su estrecho vínculo con el IBEX35 y en definitiva, su verdadera esencia capitalista. Porque la gente salió a votar masivamente. ¡Por dios! Si hasta los anarquistas acudieron a las urnas… Y esto no es fruto de ninguna casualidad… Es que además del PSOE, tenemos en frente al trifachito, que dicho así puede sonar hasta gracioso pero que ahora mismo debe estar en la mismísima gloria viendo cómo el PSOE va devorando mediática y electoralmente a Podemos, mientras este último patalea y lloriquea con la impotencia propia de un niño.

Llegados a este punto se nos abren dos grandes vías:

La primera consiste en seguir practicando, como hasta ahora, el más puro infantilismo de izquierdas: si no me das mi juguete ministerial, voto en contra de tu investidura o me abstengo. Dando así lugar, en ambos casos, a unas nuevas elecciones en las que, lo más seguro, es que Unidas Podemos pierda otra grandísima parte de esos millones de votos. Precisamente por haber demostrado su impotencia frente a los gigantes adversarios a los que pretende enfrentarse, o lo que es lo mismo, su inutilidad como herramienta de transformación política. Así pues, esto solamente nos conduciría a un nuevo aumento de la desconfianza y por lo tanto de la abstención, que es lo que va a suceder sin ningún tipo de duda si se convocan nuevas elecciones. Abstención que, como bien sabemos, a quien ha beneficiado tradicionalmente ha sido a la derecha, que de pronto, con los mismos votos que antes, aumenta su porcentaje respecto al total y se apodera de más escaños. Así que francamente, flaco favor nos hacemos si seguimos tirando por esta vía.

La segunda vía consiste, simple y llanamente, en votar a favor de un gobierno en solitario del PSOE. Con una pinza en la nariz y con todos los “peros” que se quiera, pero impidiendo que salga triunfante, una vez más, la derecha más rancia y que nos vuelvan a hacer retroceder otros 10 años en derechos laborales y libertades civiles. Para eso y no para otra cosa, es para lo que se ha votado masivamente a UP. Si estos tienen o no la habilidad suficiente para gobernar es algo que tendrán que seguir demostrando con hechos y no con palabras bonitas… Y no solamente tendrán que demostrárselo a sus votantes y ex-votantes, sino a todas aquellas personas que aún no se han planteado ni siquiera meter en la urna la papeleta de UP.

Es en este tipo de momentos políticos, de puntos de inflexión y de tensión social, cuando se demuestra realmente la valía de cada partido, su madurez, su sentido de la responsabilidad y por supuesto, su credibilidad frente al electorado. Nadie se fía, para gobernar, de un partido que simplemente se dedica a llorar, a patalear y a convocar consultas digitales.

Después de haber perdido miles de votos, no es momento de sacar pecho, sino más bien de convertirse en una herramienta útil para la clase trabajadora. ¿Qué no quieren a UP para un gobierno de coalición? ¡Pues mucho mejor! Así estos no tendrán mayor responsabilidad en las decisiones que tome dicho gobierno, más allá de la responsabilidad que tienen de evitar que vuelva la derecha y por supuesto de seguir señalando, sin pelos en la lengua, los constantes errores y contradicciones del PSOE…

¿No le da tanto miedo al PSOE que les relacionen con los podemitas? ¡Pues que suden la gota gorda cuando estos, junto con los independentistas, les aupen para formar su tan ansiado gobierno en solitario! Divirtámonos viendo a Sánchez constantemente obligado a elegir entre el IBEX35 o sus votantes. En definitiva, aprovechemos la oportunidad que nos brinda este momento político para demostrar, a través de los hechos, que no es que Pedro vea venir al lobo, sino que él es el lobo.

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