Hemos vivido unos meses, en cuanto a noticias sobre el cambio climático se refiere, bastante agitado: olas de calor, el informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climatico) , la búsqueda de nueva capital en Indonesia ya que Yakarta se está hundiendo y también las inundaciones de hace apenas unas semanas. Este 2019, además ha sido el año en el cual la atmósfera ha llegado a contener una proporción de CO2 (recordemos, el principal gas del efecto invernadero) de 415 partes por millón cuando el punto de inflexión serían 350 millones. Cada semana, casi cada día, saltan nuevas noticias que, hablo por un servidor, nos llevan a pensar en una catástrofe que no tiene remedio, a hiperventilar y a pequeños (o grandes) ataques de ansiedad. Pero ¿hay soluciones para el cambio climático?
La emergencia climática y las soluciones al cambio climático son hoy, sin lugar a dudas, unas de las grandes preocupaciones globales y España, junto con Grecia, Corea del Sur y México es uno de los países donde sus habitantes están más alarmados por este tema. Estamos todos de acuerdo en que es un problema muy grave que nos compete a todos y a nuestro futuro, pero en cuanto a las posibles soluciones, como no podía ser de otra manera, hay discrepancias. Dentro de estas (lógicas) discrepancias tenemos que tener una cosa clara, el mercado, poniendo meros parches, no tiene la capacidad para poner los recursos necesarios para solucionarlo, esto nos lleva a la necesidad de una planificación económica democrática.

Pero, ¿qué soluciones para el cambio climático proponemos?
Volvemos a repetir, es un hecho que la iniciativa privada, el mercado, es incapaz de poner remedio a la crisis climática ya que su interés siempre será su propio beneficio y no hacer las inversiones necesarias para frenarlo. Una solución a esto es tomar el control de los sectores estratégicos de la economía. Si las clases populares vamos a ser las más afectados por el Cambio Climático ¿Por qué no tomar el control de lo que se va a hacer?
Si estamos hablando entonces de actuar en la producción, más que en el mercado ¿Quién tiene más poder potencial para hacer eso? ¿Los consumidores, o los trabajadores? Parece evidente que los segundos.
Además las medidas de mercado (cap-and-trade, impuestos al diésel, prohibición de tecnologías intensivas en carbono) aunque pueden llegar a ser necesarias están mostrándose como medidas que le pasan la factura de la lucha contra el cambio climático a la clase obrera y que además están demostrando ser ineficaces. Y es importante que estas medidas sean lo menos lesivas posibles para las clases trabajadoras. En España, por ejemplo, tenemos la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) pero sería necesario que esta pasara a la ofensiva y, repetimos, tomar el control de los grandes sectores estratégicos. Esto permitiría, afrontar las grandes inversiones necesarias para luchar contra el cambio climático, sin desindustrializar y por supuesto, sin perder empleo (además de generar trabajos nuevos)
Es importante darnos cuenta de que si estamos hablando de actuar en la producción, ya que, repetimos, el mercado no tiene la capacidad para ser realmente efectivo contra el cambio climático, ¿quién tiene el verdadero potencial, el verdadero poder de actuar sobre el? Los trabajadores. El futuro de la industria y del planeta no puede depender de que las empresas encuentren la rentabilidad suficiente como para hacerlo. El capital privado invierte según las previsiones de rentabilidad y en este caso la rentabilidad sería baja y por lo tanto la rentabilidad inexistente. Además, en el capital, tal como desarrollan la I+D, la cooperación entre empresas es nula, todo esto sin contar los desarrollados sistemas de patentes que la impiden. Tenemos que tener claro que una planificación de la economía es la única salida viable que nos queda porque no podemos encomendarnos a la lógica del mercado ni a un deus ex machina en forma de solución tecnológica que nos salve en el último momento.
Otra medida podría ser la incentivación de un transporte publico de más calidad y gratuito. Esto se alejaría, claro está, de la «lógica» del mercado que solamente se preocupa por la rentabilidad, desafiando claramente los «sagrados» dogmas del libre mercado. Con una red de transporte publico gratuito y eficiente en ciudades y pueblos y una red ferroviaria en condiciones, probablemente disminuirían las emisiones de CO2. Es un imperativo poner este debate sobre la mesa ya.
Tenemos que reducir emisiones y es necesario que la transición hacia este «nuevo modelo» sea justa. Justa para la clase trabajadora. Las regiones afectadas tienen que tener alternativas al empleo y a la producción más contaminante para que en unos años no se conviertan en unas nuevas Detroit.
Pasos necesarios serían:
- Inversión directa del Estado en un nuevo modelo energético.
- Inversión directa del Estado en industria y empresas que utilicen tecnologías bajas en carbono.
- La nacionalización total o al menos en su mayor parte del sector eléctrico. Así las empresas podrían hacer lo que la sociedad quieren que hagan (recordemos que en España el cambio climático es una de las principales preocupaciones) y no lo lo que quieran sus accionistas.
- A puesto de trabajo perdido, puesto de trabajo creado: Los trabajadores no son culpables del modelo económico. Si se cierra una empresa, debe abrirse otra y los trabajadores de la anterior deben tener un puesto garantizado en la nueva, en las mismas condiciones. Solo así la transición puede ser justa. Y a nadie se le escapará que esto requiere una cantidad enorme de dinero que la empresa privada no va a poner, así que tendrá que hacerlo el Estado.
¿Cuanto nos costaría esta transición justa? Es difícil de estimar pero no es descabellado aventurar un gasto de 30000 millones de euros al año hasta el 2050, solo en España.
Esta transición económica es por supuesto un megaproyecto estratégico a gran escala. Requiere la movilización de grandes recursos tanto humanos como económicos y esto requiere una coordinación, como mínimo a escala europea. Todas estas medidas junto con una planificación urbanística racional y más «limpia»son necesarias y son necesarias ya.
Si hablamos de tener en nuestras manos, en manos publicas la producción de las empresas estratégicas es necesario crear un frente amplio por el clima y el medio ambiente y que la pieza que lo fundamente sean los sindicatos y los propios trabajadores. Un frente que debería tener alcance internacional, proponiendo alianzas entre los trabajadores de todos los países ya que son los más afectados. Reducir la jornada laboral, mejorar nuestras condiciones de trabajo, ampliar servicios públicos… son medidas que nos benefician a nosotros y al planeta.
Al principio del articulo comentaba que tal avalancha de datos y tragedias me llevaban a veces al ataque de pánico pero tenemos que ver esta problemática como lo que es: una gran oportunidad. Oportunidad para tomar nuestro futuro por las riendas, para que la gran mayoría decida por sí misma y en su beneficio y no en el de una minoría de empresarios y accionistas y superricos. La búsqueda de soluciones para el Cambio Climático, debido a la obligación de actuar contra la propia lógica del capital, es una oportunidad de avanzar hacia una sociedad socialista y respetuosa con el planeta que no destruya el medio ambiente y con él a nosotros mismos.