Anochece en la Habana y me apetece compartir con mis compatriotas, especialmente con aquellos que se ganan la vida con su propio esfuerzo personal, alguna reflexión a vuela pluma en un momento importante para la historia de nuestro país. En unas horas vuelven a abrirse las urnas tras la campaña electoral más corta de la historia reciente de España. Seguir este proceso en la distancia permite vivir las cosas con un poco menos de pasión, poner las luces largas y atreverse a hacer alguna hipótesis de futuro. Hacerlo sin ninguna responsabilidad política concreta permite realizarlo, asimismo, con cierta libertad. Uno es hijo de su tiempo y mis gafas son las de la primera generación de trabajadores españoles que, desde la guerra de Francisco Franco contra nuestro pueblo, ha asumido que va a vivir peor que sus padres.
España es un país del Sur dentro de un Norte decadente. España cambió su desarrollo industrial por entrar dentro de una Unión Europea pensada para acabar con el Estado del
Bienestar que alguna vez se construyó en una Europa Occidental que intentaba evitar por todos los medios que los trabajadores y sus representantes se hicieran con los mandos de los países que se extendían al oeste de Berlín. Los poderes económicos europeos, las élites y las pocas familias que aún deciden sobre nuestros destinos, entendieron que era imprescindible ceder para no perderlo todo. Y eso funcionó. Se creó un cierto pacto social, no exento de tensiones, que se prolongó hasta la llegada del neoliberalismo y el fin del llamado campo socialista.
Europa distribuyó juego, creó un centro con una poderosa Alemania a la cabeza y una periferia compuesta por países llamados a renunciar a su industria y a su desarrollo tecnológico sustituyéndolos por una economía de servicios. España o Grecia serían tierra de emigrantes y geriátrico soleado para los jubilados noreuropeos.
Cuando votes en unas horas no estarás eligiendo entre la “izquierda” y la “derecha” estarás eligiendo entre votar a una fuerza, Unidas Podemos, que intentará plantar cara al neoliberalismo y a potencias extranjeras que pretenden decidir por los españoles, o votar al resto de fuerzas que ya han entregado la toalla y regalado el futuro de nuestra patria a un modelo de construcción europea que, si bien conserva peso económico, cada vez pinta menos en un panorama internacional que se complica. Estados Unidos trata a Europa como su patio trasero y, si bien continúa siendo el imperio militar dominante, cada vez tiene más dificultades para imponerse frente a China y Rusia. Mientras le queden misiles defenderá a muerte su propio desarrollo nacional y el de sus élites, e intentará esquilmar a sus “socios” todo lo que pueda. Malos tiempos se avecinan para una Europa que no acaba de romper amarras con su Primo de Zumosol transoceánico. Ese es el panorama general. En esas aguas nos tocará navegar.
En España, a no ser que un importante resultado para Unidas Podemos lo evite, lo que viene en el corto-medio plazo es un panorama en el que existirá una gran coalición entre el PP y el PSOE. Será una gran coalición tensa y no necesariamente explicitada, con continuas llamadas a “pactos de estado” y a la “responsabilidad”. El PSOE, previsiblemente primera fuerza, intentará ser investido a cambio de nada con los votos de Unidas Podemos para luego trabajar para pactar las principales políticas del país con el Partido Popular: no habrá derogación de la reforma laboral de la CEOE. Tampoco habrá fin de la “Ley Mordaza”, pues para aplicar el programa neoliberal del PP y de la cúpula socialista, para devaluar nuestras pensiones, para ir entregando nuestra sanidad a manos privadas o para mantener nuestra integridad territorial, el antiguo bipartito abrazará con decisión el autoritarismo, la represión y la criminalización. Disimularán, tendrán tensiones internas y harán o mantendrán otros pactos locales e incluso autonómicos. El PSOE con Unidas Podemos y el PP con VOX. Mientras, las empresas de comunicación y los periodistas que quieran mantener su sueldo mileurista repetirán el mantra de la “izquierda” y la “derecha” de los “responsables” y los “radicales”. Asistiremos a una mezquina campaña de propaganda que equiparará los exabruptos fasciscizantes de VOX con las llamadas de Unidas Podemos a defender nuestros servicios públicos, un sistema fiscal progresivo o un desarrollo económico alternativo. Como la política, la vida, es conflicto, tendremos debate territorial entre PP y PSOE, debate sobre la eutanasia, el concordato con la iglesia… yo que sé. Tendremos en suma sobre el escenario institucional a un duo Pinpinela que exagerará sus desencuentros mientras cobra del mismo representante.
Es necesario votar, hacerlo una vez, dos, tres… cien veces. Y a la vez es imprescindible seguir organizándonos como pueblo: reforzar nuestro movimiento feminista, sindical, ecologista, pensionista… Y todo mientras seguimos criando a nuestros hijos e intentamos ser todo lo felices posibles en este mundo nuestro.
Sinceramente espero que nuestro pueblo, el creador del 15-M que inspiró a todo el planeta, el de las plataformas antidesahucios, el que lucha día a día por la igualdad, el que apuesta por un futuro digno para España, acierte.
En unas horas es imprescindible votar a Unidas Podemos. Y luego… más.