Durante el pasado mes de octubre Comisiones Obreras ha impulsado paros en las plantas asturianas con el objetivo de informar y reducir los apoyo al preacuerdo del convenio colectivo en el referéndum, que la dirección de la empresa creía tener en su mano inicialmente.
El 5 de noviembre, en un referéndum entre todos los trabajadores de las plantas asturianas, el SÍ al nuevo convenio colectivo obtenía la victoria por un estrechísimo margen. Un resultado ensombrecido por una agresiva campaña del miedo impulsada por la empresa en los principales medios de comunicación y entre la plantilla, y por una evidente desinformación sobre las supuestas bondades del acuerdo alcanzado.
La empresa se volcó desde el principio en forzar al máximo un SÍ en la votación, como ejemplo de esto, el hecho de que algunos directivos de alto nivel de la empresa en España hayan acudido a votar al referéndum. Y la negativa de los sindicatos a favor del Sí a realizar el recuento por mesas, que habría mostrado la clara preferencia de los trabajadores de producción por el rechazo al preacuerdo del convenio. A pesar de estas presiones, el NO fue mayoritario en la planta de Veriña.
Daba la impresión de que culminaba un proceso que se había prolongado durante meses. Y que la estrategia de la empresa, consistente en bloquear la negociación estatal del Acuerdo Marco para llevarla a un ámbito de negociación más atomizado y con mayorías sindicales más favorables a los intereses de la dirección de la empresa, había tenía éxito. El Divide y Vencerás de toda la vida. Pero esto solo era una apariencia.
Comisiones Obreras, en solitario, vuelve a convocar a los pocos días y tras reunir sus asambleas una serie de paros y movilizaciones durante noviembre cuyo objetivo es reabrir la negociación del Acuerdo Marco para todas las plantas del país. Crear un frente común, unir las fuerzas de todos los trabajadores y trabajadoras del país, es la única forma de mejorar las condiciones de trabajo en todas las plantas y establecer un contrapeso fuerte al poder de la dirección de la empresa.
Ya el día 7 de noviembre, fecha previa al inicio de los paros, el enfado de la plantilla empieza a aumentar. ArcelorMittal se dispara en bolsa tras publicarse unos resultados económicos que contradicen el relato oficial de que la empresa está en situación de emergencia total. El 13 de noviembre la empresa anuncia más recortes de plantilla en Asturias, un 20%. Su intención es mantener la producción con una plantilla más reducida, pasando del sistema de turno 3t5 a 3t4 y haciendo otros ajustes en el calendario de vacaciones. Una medida que dejará en la calle a muchos eventuales.
Las miradas empiezan a dirigirse a UGT y USO, sindicatos que apostaron por el Sí en el referéndum: “¿Qué moto nos habéis vendido?”, se puede leer en las redes sociales. Los comentarios a pie de taller son del mismo estilo.
Las medidas de productividad contempladas en el Convenio Colectivo firmado por la empresa, UGT, USO y ACIAA, contemplan la subida de salarios en caso de cumplir los objetivos de la empresa de reducir plantilla en 200 o 300 trabajadores. Según cálculos sindicales, equivaldrían a unos 4 euros para cada trabajador por empleo eliminado. Es decir, “Cada trabajador cobraríamos un poco más de lo que vale un café y un pincho por cada puesto de trabajo destruido”, “Negocio redondo, sobre todo para los accionistas. Los eventuales y los miles de parados de las comarcas son los que pagan el pato”, son algunos de los comentarios en las concentraciones a las puertas de la empresa.
Los operarios de ArcelorMittal también pagarán lo suyo, en esfuerzo, pues tendrán que sacar la misma producción con menos plantilla.
Por ello, CC.OO. está convencida de que es posible parar estas medidas de la empresa reabriendo la negociación del Acuerdo Marco, donde existe una mayoría sindical. Esta seguridad se ampara en los resultados obtenidos de los paros de octubre, dadas las circunstancias.
La táctica que está siguiendo CCOO en las nuevas movilizaciones se basa en la aplicación del poder estructural disruptivo del sindicato. De esta forma, con una serie de paros repartidos a distintas horas y días, se bloquean sectores clave de la producción y se condiciona toda la cadena productiva.
Los nuevos paros durante este mes de noviembre están resultando igualmente exitosos debido a que están alcanzando los objetivos planteados, a pesar del ambiente de alta presión generado por la dirección de ArcelorMittal en Asturias.
Los directivos de la empresa están muy nerviosos, se han dado casos de que cuadros intermedios han tenido que encender máquinas por su cuenta y riesgo (una tarea que no les corresponde) porque el operario encargado estaba haciendo huelga. Esto en una empresa con un sistema de trabajo y seguridad laboral tan riguroso como es ArcelorMittal, puede suponer una vulneración flagrante de la normativa de seguridad. También la empresa ha amenazado con una denuncia de huelga ilegal sobre el comité de huelga. Tendría pocos visos de prosperar, pero es una muestra de la debilidad de la empresa y de que la huelga está haciendo daño.
Pero lo que más preocupa a los directivos de la empresa es que cada vez más trabajadores y trabajadoras se están sumando a los paros independientemente de su afiliación sindical. ¿El miedo está cambiando de bando en ArcelorMittal?