Desde hace una década la naval gallega vive en una constante tormenta económica. Astilleros de importancia como Hijos de J. Barreras se encuentran en concurso de acreedores o, directamente, está en liquidación como actualmente sucede con Factorías Vulcano. Cientos de puestos de trabajo y muchos más indirectos están en juego.
Los astilleros privados más grandes que existen actualmente en España, Hijos J. Barreras, se encuentran en concurso de acreedores tras una pésima gestión empresarial que trata de tapar un problema económico tras otro desde hace una década. Más de 1.000 puestos de trabajo están en juego entre los de la propia empresa y las auxiliares. Son muchas familias trabajadoras pendiendo de un hilo que se zarandea al antojo de unos propietarios privados y su pésima gestión empresarial.
En lo que podría asimilarse al proceder de las estafas piramidales, sus propietarios y gestores privados han llevado a la quiebra a la empresa en sucesivas ocasiones. Desde 2011 tapan las pérdidas de cada contrato con otros nuevos hasta que han llevado a una situación económica insostenible. Una política de gestión basada en la licitación con bajas temerarias para hacerse con los contratos ha conducido a un callejón sin salida.
La declaración de concurso de acreedores ha dejado paralizada la construcción de dos cruceros para la compañía Ritz Carlton. El primero de ellos fue contratado por 250 millones de € y, sin embargo, a día de hoy ya lleva un sobrecoste de 50 millones de €, lo que da idea de la temeridad en la gestión de los contratos y de la empresa.
La permanente incertidumbre sobre el futuro de este astillero privado choca con la seguridad que ofreció su titularidad pública durante la reconversión industrial de los años 80, mientras que las empresas privadas caían, la pública Barreras sobrevivió.
La deficiente gestión de los propietarios privados no es el único motivo. Los inversores privados no ven en las plantas productivas unos centros de generación de riqueza social para las regiones donde se implantan sino unos centros de beneficios e interés privado y particular.
Unos inversores privados interesados solo en su presente y abandonando el futuro
Durante su situación de quiebra económica, el astillero Hijos J. Barrera fue adquirido por Pemex. Este acuerdo fue usado a modo de propaganda por el Partido Popular de Galicia y por Núñez FEijóo para alzarse con la victoria electoral en las autonómicas gallegas de 2012.
Fue una operación redonda. De un lado el PP lograba el rédito político inmediato y del otro Pemex adquiría unos astilleros prometiendo la fabricación de dos flóteles para trabajadores de plataformas petrolíferas y 14 remolcadores. Sin embargo, estos remolcadores nunca llegaron a construirse y se embarcó en la construcción de los cruceros de lujo para la compañía Ritz Carlton para tapar las pérdidas que arrasaban a la empresa pro la mala gestión de estos contratos.
Ahora, las 30 empresas auxiliares, a las que le deben 15 millones de €, pretenden comprar Hijos J. Barreras para únicamente, recuperar su dinero y el beneficio retenido por la deuda y, después, abandonarla. Igualmente sucede con el fondo de inversión propietario de Ritz Carlton, Oaktree, que únicamente busca terminar sus dos barcos, dado que el primero debería entrar en funcionamiento el año que viene. Se puede decir que pretenden hacer de este astillero histórico un juguete en sus manos para salvar sus beneficios.
Así pues, tras usar el astillero para sus intereses particulares, lo que se prevé es que abandonarán dejando en el desempleo a sus trabajadores y deprimida a la región viguesa, en la que la “lista de muertos” empresariales privados sigue engrosándose.