La huelga de los trabajadores de la EMT, en defensa del transporte público

La convocatoria de huelga hecha por el comité de empresa de la EMT, pone sobre la mesa la voluntad de los trabajadores de mantener el carácter público y social del transporte público; con un alto seguimiento por parte de los trabajadores de la EMT y un amplio apoyo vecinal y social a sus reivindicaciones, que giran en torno a la contratación de nuevo personal.

A. Valverde
A. Valverde
Trabajador del sector telecomunicaciones y sindicalista en CCOO. Historiador y politólogo por la URJC.

Tras las imágenes de las asambleas multitudinarias de los trabajadores de la EMT celebradas el pasado 7 de noviembre, la convocatoria de huelga hecha desde el comité de empresa para el día de hoy, prometía convertirse en una movilización importante no solo para los trabajadores de la Empresa Municipal de Transportes, sino para todos aquellos que somos usuarios del transporte público madrileño.

Y así ha sido, en un día en el que los trabajadores no solamente han acudido de forma masiva a la huelga en defensa de unas condiciones laborales dignas; sino también y principalmente, para que desde la EMT se pueda continuar ofreciendo un transporte público de calidad al pueblo madrileño. Porque este ha sido el mensaje constante que desde el primer día de la convocatoria de huelga, hasta esta misma mañana en los piquetes informativos y las concentraciones, los trabajadores han querido hacer llegar a los ciudadanos: luchan para evitar que desde el gobierno municipal del Partido Popular se convierta la EMT, una empresa que da un servicio fundamental en la vida diaria de la gran mayoría de los madrileños, en un objeto de negocio al servicio de unos pocos.

La jornada de huelga ha dado comienzo esta misma madrugada, ya desde las 4 de la mañana han comenzado en las cocheras los piquetes informativos formados por los propios trabajadores. Desde La Mayoría, nos acercamos concretamente a las cocheras de La Elipa, donde nos unimos a un piquete de unas 40 personas. Según pudimos hablar con los delegados de Plataforma Sindical, y contrastándolo con el número de autobuses que esta mañana permanecieron en sus cocheras, el seguimiento de la huelga ha sido del 100%, cumpliéndose los servicios mínimos, que habían sido acordados en un 50%. La mañana ha discurrido de manera tranquila y pacifica: lo esperable en una plantilla que se ha unido férreamente  en torno a sus reivindicaciones, independientemente del puesto que ocupan dentro de la EMT. De este modo, a pesar de que las reivindicaciones giran fundamentalmente en torno al colectivo de conductores de bus, en los piquetes esta mañana también hemos podido encontrar a trabajadores del servicio de mantenimiento y carrocería. Pero no solamente han acudido trabajadores a los piquetes informativos, también se han acercado vecinos a demostrar su solidaridad con ellos para defender de manera conjunta el servicio público de transportes madrileño.

Esta misma tónica, la del desarrollo pacífico, el seguimiento total de las movilizaciones y el apoyo de los vecinos; ha sido la que se ha mantenido a lo largo del día en las distintas convocatorias que se han dado lugar: bien por la mañana frente al ayuntamiento de Madrid, bien por la tarde en la manifestación desde la sede del Consorcio de Transportes hasta la plaza de Cibeles.

Las reivindicaciones

Desde el comienzo de las movilizaciones, tanto desde cualquier organización sindical  como desde los propios trabajadores, el mensaje es unánime: el principal motivo de la huelga es poner freno a la ofensiva privatizadora que se ha desarrollado desde el recién instaurado gobierno municipal del Partido Popular. ¿Su objetivo final? Desmantelar una empresa que ha saneado progresivamente su deuda y comienza a dar beneficios, para venderla al mejor postor a costa de los usuarios y principalmente, de los derechos de sus trabajadores.  Un buen ejemplo de ello es el caso de la línea 500, la única línea urbana de Madrid propiedad de una empresa privada que según hemos podido contrastar con los trabajadores de la EMT, otorga unos beneficios netos a su propietario que rondan los 600.000 euros, mientras que aduciendo “falta de uso”, se eliminan paradas1. Todo un ejemplo de lo que nos depara la gestión privada del transporte público.

Como no podía ser de otra manera, las reivindicaciones concretas de cada colectivo de trabajadores difieren en función de su puesto de trabajo, pero responden a la lógica de lo señalado anteriormente.

El caso más flagrante, y el motivo por el que se ha decidido llamar a esta huelga, es el que concierne a los conductores. La falta de personal resulta actualmente un problema serio que se traduce en que diariamente, entre 40 y 50 autobuses por turno no pueden salir de sus cocheras. Esto supone mayores tiempos de espera para los usuarios, degradación del servicio, estrés laboral… y lo más importante de todo, es que al no haber suficientes autobuses, se reduce el número de kilómetros que estos recorren -baremo por el cual desde el Consorcio de Transporte se paga a la EMT- reduciendo los ingresos de la empresa. Y según la “ley Montoro”, una empresa pública que mantenga pérdidas durante dos años puede ser privatizada… De este modo, lo que denuncian los trabajadores son los ataques que desde el gabinete de Martinez-Almeida se hacen a la EMT, para así desprestigiar y justificar la privatización de la empresa.

A esta situación hay que añadir el sustancial aumento de la demanda que se prevé para 2020, cuando se cierre la línea 4 de Metro y la EMT tenga que prestar el servicio alternativo de transporte. Si ya es difícil prestar el servicio actualmente, ¿cómo será cuando los trabajadores de la EMT tengan que suplir el servicio que da una línea de Metro que el enero pasado transportó casi 4 millones de usuarios2?

La principal reivindicación de los conductores es que en primer lugar, se contrate a la mayor brevedad posible a las cerca de 90 personas que han superado las pruebas de acceso y que actualmente, se encuentran en situación de desempleo desde hace más de 4 meses, un requisito indispensable para entrar en la EMT. En segundo lugar, que se ponga fecha en firme para que el resto de 400 incorporaciones planificadas por el anterior gobierno de Más Madrid se hagan efectivas y así evitar que los conductores tengan que suplir con sus horas extraordinarias la incompetencia del actual gobierno municipal a la hora de planificar las necesidades de personal de la EMT.

Esta situación de precariedad laboral y falta de medios para desarrollar de manera efectiva su trabajo, no solamente afecta a los conductores. Los trabajadores de los talleres de mantenimiento, también denuncian la alarmante falta de repuestos para poder mantener en un correcto estado de funcionamiento a los autobuses, lo que empuja a que cada vez más autobuses tengan que quedarse en sus cocheras, contribuyendo a las pérdidas (creadas de manera artificiosa) de la empresa.

A todo esto, ha de añadirse la privatización exprés del servicio de Naviluz -el antiguo autobús de la EMT que en navidad recorría Madrid enseñando las luces de navidad-, hecha de manera ilegal por parte del gobierno municipal. Sin haber pasado por la fase previa de concurso público, el servicio ha sido malvendido a Alsa (concesionaria de los autobuses turísticos), hecho que ya está denunciado ante los tribunales.

Otros servicios que han sido gradualmente absorbidos por la EMT también han secundado la huelga con porcentajes altos de participación. De este modo, a pesar de que las reivindicaciones más inmediatas –las relacionadas con la contratación de nuevo personal- no les afectan directamente, son conscientes de la pérdida de calidad en el servicio que supondría la privatización de la empresa municipal de transportes. Así, se han sumado los trabajadores de BiciMad, servicio de Grúas y el Teleférico.

Los trabajadores del telecabina madrileño no comprenden muy bien por qué el afán del ayuntamiento en privatizar el servicio, que actualmente genera unos ingresos de en torno a un millón de euros, a menos que desde el mismo quieran volver a convertirlo en un negocio. Sin embargo, su principal preocupación es la tocante a su convenio laboral: a pesar de que el Teleférico sea propiedad del ayuntamiento y sea gestionado por una subcontrata, no están dentro del convenio de la EMT; y su convenio actual se encuentra actualmente caducado desde el 31 de diciembre del año pasado. 

La solidaridad llega desde otros sectores

La movilización de hoy no ha sido solamente para que aumenten el número de contrataciones de conductores de autobús, ha sido una defensa integral de la titularidad pública de un servicio básico como es el del transporte. A esta defensa se han sumado otros sectores del transporte público: la falta de conductores y de material rodante también es un problema para los usuarios y trabajadores del Metro de Madrid, en el que las aglomeraciones, el aumento de las frecuencias y el problema del amianto están a la orden del día.

Así, también han acudido a la huelga los trabajadores de Metro, convocados por Solidaridad Obrera; que también acudieron a la movilización conjunta del 19 de septiembre en defensa del transporte público. Desde este sindicato, entienden esta movilización como una más encuadrada en esta lucha, en la que ya están curtidos tras haber sufrido al actual concejal Borja Carabante como gerente de Metro.

Además, todavía tienen pendiente la batalla de la negociación de un nuevo convenio laboral, que se une a la nueva contratación de maquinistas. Según el actual convenio, cualquier trabajador nuevo de este colectivo, se incorpora a la plantilla con un contrato de trabajo fijo, algo que desde los sindicatos se peleará para que se mantenga en el nuevo convenio; sin embargo, desde Metro continúan retrasando la contratación de 400 nuevos conductores, que pueden comenzar a trabajar con contratos de trabajo precario.

Sin embargo, los trabajadores son optimistas; el seguimiento de la huelga ha sido mayor del esperado y aún se mantienen presentes las lecciones de la importante huelga del servicio de limpieza de Metro de 2010. De momento, para ellos es importante mantener el nivel de movilización durante la próxima jornada de huelga en Metro, convocada para el 10 de diciembre.

En las movilizaciones de hoy, también ha estado presente el sector del taxi, que viene siendo víctima de la misma lógica contra la que hoy protestaban los trabajadores de la EMT: la de la desregulación y “amazonización” de los puestos de trabajo, que ha traído como consecuencia el incumplimiento reiterado del máximo de horas laborables por los trabajadores de empresas de VTC, o que estas empresas no dejen ni un solo céntimo en impuestos para cotizar en paraísos fiscales.

A día de hoy, defender los derechos de los trabajadores de la EMT, del Metro, del taxi… es la mejor garantía de que se mantenga vivo el carácter social del transporte público. Son ellos los primeros interesados en tener los medios propios para poder ofrecer un servicio público al servicio de las grandes mayorías sociales. Esta ha sido la tónica general que se ha mantenido en todas las movilizaciones de hoy: el hecho de que esta huelga ha sido convocada para que los trabajadores tengan a su disposición los medios suficientes para poder ofrecer un transporte público de calidad. Es una huelga que surge desde lo más profundo del concepto de clase social: desde el interés en defender un transporte público que es usado en su gran mayoría por otros trabajadores, contra los intereses de una minoría que pretende usar en su beneficio particular y privativo lo que históricamente nos pertenece a las grandes mayorías sociales.

La actitud de los trabajadores, como primeros defensores del transporte público, nos lleva a plantearnos la necesidad de una mayor participación en la gestión de los asuntos internos de una empresa. Ya hemos podido comprobar como el hecho de que la titularidad de una empresa sea pública no nos salva de que desde la directiva de turno se pretenda convertir lo que es de todos, en un mecanismo al servicio de la lógica avariciosa del capitalismo. El transporte público es fundamental a la hora de cohesionar un territorio, es un sector clave de la economía que no puede sino responder a los intereses de la mayoría.

No hay más que atender a un claro ejemplo de lo que es capaz de desarrollar esta lógica avariciosa en un sector como el del transporte. Lo vemos en Gran Bretaña, donde los contribuyentes pagan seis veces más en subsidios a las empresas de transporte ferroviario que lo que hacían a la antigua British Railways, de titularidad pública; mientras que las empresas continúan manteniendo sus cuotas de beneficio.

El primer paso hacia este mayor control de los trabajadores, pasa por volver a reactivar las herramientas que históricamente el movimiento obrero ha tenido en sus manos: el sindicalismo. Uno de los mejores ejemplos de ello sean las movilizaciones de hoy mismo, la imagen de las asambleas de la EMT llenas hasta la bandera de trabajadores dispuestos a luchar por un transporte público al servicio de las mayorías habría sido impensable sin organizaciones capaces de canalizar el descontento de los trabajadores.

Notas

  1. Fuente: http://www.autobusesprisei.es/ (consultado por última vez el 03-12-2019).
  2. Datos obtenidos de https://www.metromadrid.es/es/transparencia/informacion-economica-presupuestaria-y-estadistica/datos-estadisticos (consultado por última vez el 03-12-2019).

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