Quienes vivmos lejos de nuestro centro de trabajo, somos conscientes de la importancia del transporte publico. No solo porque sea este nuestra manera de llegar al trabajo, sino porque queremos pasar en el menor tiempo posible para aprovechar nuestro tiempo libre. En días como el de ayer, es cuando realmente valoramos un transporte publico y de calidad que nos permita estar mas tiempo donde queremos estar, y no en la cola de un autobús.
Ayer se cerró la línea 4 del metro de Madrid con el objetivo de modernizar la línea. De manera paralela, se ha abierto un servicio especial de autobuses de la EMT para evitar que los vecinos y trabajadores de los barrios que cruza la línea 4 de metro queden incomunicados.
Quienes venimos siguiendo de cerca las movilizaciones de los trabajadores de la EMT sabíamos que la apertura de este Servicio Especial iba a ser catastrófico. Ya antes de las navidades, los propios trabajadores estaban preocupados por esta situación, porque sabían que con la plantilla actual era muy difícil, si no imposible, prestar un servicio como el sustitutorio de la línea 4 de metro. No hace falta ser un experto en gestión publica o un técnico de movilidad para saber que si en un dia normal, sin tener que prestar servicios sustitutorios, se quedaban entre 100 y 120 autobuses por turno en cada cochera, debido a la falta de conductores; teniendo que sustituir toda una línea de metro, el servicio de autobuses madrileño podía colapsar. Y en cierto modo, asi ha pasado.
Ayer pudimos ver colas de casi una hora para coger uno de estos autobuses que sustituyen a la línea 4 de metro, autobuses llenos hasta los topes de gente naturalmente enfadada, porque llegaba tarde y mal a sus destinos. Lamentablemente muchos de estos enfados acabaron siendo pagados con los conductores y/o trabajadores de la EMT, pero los responsables de esta situación son otros, que en lugar de sentarse al volante de un autobús, se sientan en los despachos del ayuntamiento de Madrid.
Estos personajes han causado esta situación al no sentarse a negociar con los trabajadores que ya sabían la solución a este problema incluso antes de que sucediese. Llegaron a esta situación al negarse a contratar a los cerca de 430 trabajadores que eran necesarios para cubrir las plazas vacantes por jubilaciones, y las necesarias para cubrir el servicio especial que sustituiría a la línea 4 de metro.
Pero el empeoramiento no acaba en las colas de una hora o en los autobuses colapsados de gente. Continua con el “regalo-privatizacion” del Naviluz (línea de autobús que circula para ver el alumbrado navideño) a una empresa privada, a pesar de que diese beneficios. Y finaliza con la creación de unas perdidas estructurales que si se mantienen en el tiempo, acabaran por forzar la privatización de una empresa publica que hace solo un año, daba beneficios con los que renovar la flota de autobuses.
Este es el modelo de gestión de la derecha. Desprestigiar lo público para venderlo y quedarse ellos con una comisión de la operación, como ya ocurrido en otras ocasiones. En definitiva, usar lo que es de todos para que unos pocos puedan ganar un dinero que cae en manos particulares; y mientras tanto, tomarnos tanto a los usuarios como a los trabajadores como rehenes de sus políticas.
Sin embargo, existen otros modos de gestionar lo público, lo que debe beneficiarnos a las grandes mayorías sociales. Un buen ejemplo de ello es el caso de Bicimad, que hasta 2016 era gestionado por Bonopark, una empresa privada que estuvo a punto de quebrar económicamente. Pidió 3,6 millones de euros al ayuntamiento de Ahora Madrid, que opto por comprar la concesión y gestionarlo desde el mismo ayuntamiento. ¿El resultado? Tan solo un año después empezaba a generar beneficios.
Los propios trabajadores saben cual es la solución a esta situación. Llevan más de 3 meses sabiendo que el servicio especial sustitutorio de la línea 4 de metro colapsaría. Se siguen necesitando más de 400 nuevos conductores para evitar que cada vez más autobuses se queden en sus cocheras, porque no hay conductores que puedan hacerlos circular. Para evitar que los madrileños volvamos a esperar colas de una hora para poder llegar a nuestro trabajo, a nuestro centro de estudios o a donde nos plazca, es necesario que se escuche la voz de los trabajadores, y que desde el ayuntamiento den su brazo a torcer para sentarse a negociar con los trabajadores y sus representantes sobre estas nuevas contrataciones.
Pero desde los sindicatos, saben perfectamente que no vale solamente con apelar al ayuntamiento. Durante la última jornada de huelga, de comienzos del pasado diciembre, pudimos hablar con Jesús Fraile, miembro de Plataforma Sindical y portavoz del comité de huelga; quien nos recalcaba esto último, la necesidad de continuar la lucha si el ayuntamiento no daba su brazo a torcer. Por lo tanto, es necesario volver a ver imágenes como las que pudimos ver el pasado 3 de diciembre, en las que tanto trabajadores de la EMT, vecinos, y demás trabajadores del sector del transporte público, salimos a defender esas nuevas contrataciones y con ellas, nuestro derecho a un transporte público que responda a los intereses de la mayoría de la población, y no a los intereses del bolsillo del Almeida de turno.
Es lamentable.
Soy de pueblo pequeño.
No puede haber gente vaga, cobrando, esperando que haya que hacer un trabajo de sustituir una linea de metro, cobrando y sin trabajar, para cuanso llwvue el momento.
Cuando sea necesario, se contrata al personal, y punto