Como cada mañana, millones de personas nos levantamos con la esperanza de que las cifras diarias de muertes por COVID-19 desciendan y que llegue el día en que hayamos superado la contienda que estamos librando frente al virus. Por desgracia, cada día sumamos cientos de muertes y nuevos contagios al contador oficial. Pero la mañana de ayer ha sido diferente. Hemos conocido el fallecimiento del Juan Antonio González Pacheco, más conocido como “Billy el niño”. Expolicía de la Brigada Político-Social del Cuerpo Nacional de Policía durante el régimen franquista. Esta brigada estaba especializada en el uso de brutales métodos de tortura para extraer información de los detenidos, principalmente, miembros de la izquierda política de nuestro país y que, al estar al margen de los mecanismos “legales” de la dictadura, actuaban clandestinamente. Pacheco fue uno de los más conocidos por utilizar los métodos de tortura más brutales e inhumanos en los sótanos de la sede de la Dirección General de Seguridad.
Paradójicamente, el 29 de marzo también éramos conocedores de la muerte de ´Chato´ Galante por COVID-19. Como si pareciera que el virus estuviera dotado de una cierta lógica racional, se llevó consigo a uno de los activistas y presos políticos torturados por Pacheco. Chato era un militante enamorado de la vida y de la justicia social que estaba inmensamente convencido de que vería a su torturador entre rejas. Ambos, enfrentados por las luchas del pasado y del presente, mueren a causa de lo mismo, pero de manera claramente diferente.
Pacheco, el vencedor en esta historia, fue condecorado con, ni más ni menos, que 4 medallas oficiales entregadas entre 1972 y 1982, que aumentaban su pensión un 50%1. Jamás se sentó en el banquillo de los acusados por los crímenes de lesa humanidad que cometió mientras estaba en activo y que violaron todo tipo de Tratados de derecho internacional. Las víctimas tuvieron que recurrir a la justicia argentina por la inmovilidad de muchos jueces y fiscales españoles y por el rechazo del Ministro del Interior durante el ejecutivo del Partido Popular, Juan Ignacio Zoido. Por todo ello no pudo ser juzgado y condenado a pesar de los muchos intentos de las víctimas. Sin embargo, con el comienzo del gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos se atisbaba un pequeño anhelo de justicia que no ha podido resultar y que se ve desvanecido con su muerte en el día de hoy.
Hablamos ahora de ese orden heredado del régimen franquista cuya base social es la parte interesada de la defensa a ultranza que se hace desde la derecha más rancia de nuestro país. De un partido fundado por un Ministro de Franco y que cuyo principal hijo político es la tercera fuerza política en nuestro país a día de hoy. Estamos hablando de los cientos de personas que se beneficiaron del régimen por ser cercanos a este, y a costa del resto de personas de nuestro país. La rentabilidad que estas personas sacaron de la dictadura no se queda solo en las medallas, sino que además se obtuvieron propiedades a cambio de nada, trabajos asegurados durante toda una vida, pensiones vitalicias y sobresueldos y fortunas amasadas en el IBEX sobre los hombros de las víctimas. Momento en el que se puede decir que el capitalismo actual comenzaba y que, sin duda alguna, se terminó de forjar durante el franquismo. Todo ello con la permisividad del nuevo orden. Ellos no aceptaron los Pactos de la Moncloa a cambio de nada, lo hicieron con la condición indispensable de enriquecerse y de tratos de favor que no merecían.
Todo ello fue consentido por una monarquía borbónica corrupta2 y desgastada que el franquismo dejó atada y bien atada, y que vive al margen de la realidad social de nuestro país y por encima de sus posibilidades, con privilegios que le hacen inmunes frente a cualquier contratiempo. Consentido también por una justicia repleta de jueces y fiscales herederos de los estudios del régimen que ha protegido en numerosas ocasiones a torturadores como Billy el niño3. Protección que se ha blindado definitivamente, y para cerrar el círculo, por la derecha de este país.
Desde ese orden social sucesor del régimen imperante durante 40 años siempre se ha opuesto resistencia a cualquier cambio que pudiera producirse en esa realidad que, desde el primer momento, benefició a los mismos. Debemos retrotraernos a la exhumación del dictador para comprobar como la Iglesia y algunos jueces se opusieron, a pesar de que la exhumación se hizo de acuerdo a la legalidad vigente de nuestro país. O sin irnos más lejos, las condecoraciones a Billy el niño por practicas contrarias a los derechos humanos.
Sin duda, al gobierno le queda una ardua tarea para evitar que injusticias como estas se vuelvan a producir. Al contrario de lo que mucha gente piensa, y la cual dice que no se pueden volver a abrir esas heridas, de lo que se trata es que se puedan cerrar por completo. Esto se debe de llevar a cabo apoyándonos en la legislación que ha de renovarse y crearse y junto con la movilización social de los millones de personas que no salieron beneficiadas de la dictadura para que, de una vez por todas, se pueda hacer justicia con las miles de familias victimas de la dictadura y la represión franquista.
Como decía al principio, todos continuamos esperanzados en poder superar la gran crisis sanitaria provocada por el coronavirus y las grandes consecuencias económicas que traerá consigo, pero después de ello nos toca retomar los retos que se propusieron antes del comienzo de la misma .Acabar con los privilegios del orden heredero del franquismo debe ser una prioridad de este nuevo gobierno, insisto que tras poder superar la crisis sanitaria y económica, para que nadie salga impune, como lo ha sido Billy el niño. Construir una sociedad con justicia social, memoria, verdad y reparación
A ´Chato´ Galante y a las miles de personas que sufrieron la represión y la tortura del régimen franquista y que hoy lamentan que la justicia no haya funcionado para ellos y ellas.