El Chernóbil de Isabel Díaz Ayuso

D. Fernández
D. Fernández
Ingeniero y marxista, convencido de que un mundo mejor es posible y está a nuestro alcance.

Lo que ha ocurrido durante estas últimas dos semanas en Madrid ha tenido en vilo a casi toda España. Mientras la situación epidemiológica se descontrolaba en la capital, convirtiendo a Madrid en la peor región de Europa, y señalando internacionalmente a España, Díaz Ayuso ha hecho gala de una irresponsabilidad tan pasmosa como preocupante.

No debería, sin embargo, sorprendernos. Ya lo anunciaba Pablo Casado hace unos meses, cuando empezábamos a darnos cuenta de lo grande y grave que iba a ser una pandemia a la que casi todos subestimamos: es lo que haríamos a nivel nacional. Ayuso y la Comunidad de Madrid eran el ariete del Partido Popular contra el gobierno de la nación ya aquel 2 de Mayo en el que España sumó 276 muertes y más de 1000 nuevos contagios. La pandemia estaba lejos de solucionarse, pero eso no era lo que preocupaba a la derecha patria.

Resolver esta histórica crisis sanitaria y económica nunca ha sido una de sus preocupaciones. Lo prioritario, casi lo único, ha sido siempre desalojar al Gobierno de coalición de La Moncloa. Todo ha valido, todo vale, y todo valdrá. Ayuso se ha prestado entusiasta a esta estrategia, y ha sacrificado literalmente a Madrid con tal de avanzar en esa guerra sin cuartel que la derecha ha declarado al ejecutivo de Sánchez e Iglesias.

La falta de rastreadores, el cierre de la atención primaria, la infrafinanciación del transporte público, la deliberada dilación a la hora de tomar medidas restrictivas… Todos y cada uno de los pasos que ha dado el gobierno autonómico nos han conducido hasta estas dos semanas, hacia un tira y afloja en el que lo único que importaba en la Puerta del Sol era que la factura corriera a cargo de La Moncloa. Que fuera el gobierno de coalición el que impusiera las medidas restrictivas y, con un poco de suerte, el que, incluso, tomara las riendas de la Comunidad para que Ayuso, liberada de toda responsabilidad y alejada de la gestión, pudiese dedicarse a una guerra mediática de desgaste.

En una de las últimas sesiones en la Asamblea, Ayuso echaba balones fuera sacando a relucir la tragedia de Chernóbil. El paralelismo, aunque demencial, estaba claro. Lo que Ayuso pasó por alto es que, por mal que se hicieran las cosas en Chernóbil, aquello no dejó de ser un accidente. Lo que el Partido Popular ha hecho en Madrid es mucho más grave, porque ha respondido a una estrategia deliberada, una estrategia que ha costado enormes daños humanos y económicos a la región. 

Porque Madrid nunca ha sido más que el terreno de batalla, un terreno de batalla en el que la derecha ha demostrado una vez más que está dispuesta a aplicar una política de tierra quemada sin pestañear. Que está dispuesta a sacrificarlo todo y a todos, con tal de mantener el poder porque, total, al final, los que pagamos somos los de siempre, mientras ellos se van de rositas. Ya saben, ‘España, antes rota que roja’.

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