La controversia sobre la subida de la luz (la Batalla del Recibo de la Luz) y la relativa impotencia del Gobierno, sobre todo de su parte izquierda (Unidas Podemos), para actuar y presionar, ha abierto el debate sobre los límites del parlamentarismo como forma de lucha para resolver los problemas de nuestra sociedad. Nos estamos dando cuenta de la debilidad de la sociedad civil en gran parte de España y de la escasa influencia de la izquierda no neoliberal en ella.
En mi pueblo (Oviedo) tenemos un ejemplo reciente de la importancia de esta en las luchas políticas. Dos casos de movilizaciones sociales. La Batalla de las Becas (ya finalizada), y la Batalla del Albergue de Animales (todavía en curso).
La Batalla de las Becas tuvo lugar el año pasado ante los intentos del Bipartito de PP y Cs de recortar el programa de becas escolares del Ayuntamiento, que el anterior Gobierno municipal de SOMOS (Podemos), PSOE e IU habían ampliado considerablemente para incorporar a amplios sectores de la clase media. El recorte del Bipartito conservador buscaba limitar el alcance del programa de becas al ámbito de la asistencia social y los sectores más desfavorecidos.
En esta lucha social se consiguieron algunas cosas, pero de forma limitada, principalmente reducir un poco la dimensión del recorte. No hubo mucha movilización más allá de grupos de personas de las AMPAS, hubo cierta polémica en las redes y medios de comunicación y hubo poca respuesta popular ante los intentos del PP y Cs de recortar el programa de becas escolares municipal. No puedo decir que el Bipartito conservador no tuviese sensación de impunidad total, pero desde luego, no hubo una presión arrolladora.
En la Batalla del Albergue de Animales el asunto gira entorno a la cesión de la gestión del Albergue (la perrera municipal, para entendernos), a una empresa que tiene un dudoso historial en la gestión de los peludines. También aquí, el modelo de gestión del albergue había sido implantado por el anterior Tripartito progresista de Oviedo y se basaba en una gestión humanitaria del servicio, con sacrificio cero, promoción de las adopciones y la participación de un nutrido grupo de voluntarios. En 10 días que lleva de gestión la nueva empresa, ya ha despedido a la trabajadora que coordinaba todo el programa de adopciones, cerrado a cal y canto las instalaciones a los voluntarios y ya hay rumores de que están haciendo cosas raras con los animales, traslados inexplicables, etc… Es decir, una gestión empresarial con ánimo de lucro, recortes de gastos y sin miradas indiscretas que puedan denunciar la situación.
En esta lucha está habiendo una oleada de indignación en la opinión pública mucho más fuerte, el Bipartito está mucho más a la defensiva y perdiendo terreno. Desde luego que esta situación les está haciendo perder bastante pluma. Y, en mi opinión, hay bastantes posibilidades de que la derecha tenga que recular si la presión se mantiene. Este recule se concretaría en la retirada de la concesión a la nueva empresa, o en medidas que garanticen la transparencia en la gestión y garantías de sacrificio cero de animales, etc…

¿Qué moraleja sacamos de esto? Los fundamentalistas del discurso, la identidad y la política performativa dirán que esto es una muestra de que las posiciones que dicen que hay que «apelar a la clase, a los problemas acuciantes, económicos, etc….» están equivocadas y no hay una correlación clara entre «temas de interés» y «conciencia de clase», y la gente a veces estalla y se apasiona en la lucha por temas simbólicos, o que no afectan directamente al «interés de clase».
Los fundamentalistas del obrerismo… bueno… me imagino que no sabrán cómo explicar el fenómeno de que la gente se mueva más por los peludines que por las becas comedor de los críos.
Ninguna de las dos tendencias está afinando el análisis. La diferencia fundamental entre una batalla y otra es que, en el caso de la Batalla del Albergue de Animales hay organizaciones de la sociedad civil fuertes, asociaciones, colectivos, protectoras, líderes agitadores y organizadores de ese movimiento. Están estructuradas y con militantes y activistas comprometidos y activos. Mientras que en el caso de las Becas tenemos a las AMPAS, que por desgracia, dan para lo que dan y están en una situación de declive similar a las asociaciones de vecinos.
Las organizaciones de la sociedad civil son como un andamiaje, que hay que cuidar, construir, reforzar, mantener. Sirven para reforzar y estructurar las luchas políticas y sociales y para difundir la ideología. También, a la hora de las batallas, para movilizar masa social que aplique presión estructural sobre el estado y sobre otras partes de la sociedad civil que estén colonizadas por el adversario.
En el caso de la Batalla del Recibo de la Luz (que estamos viendo estos días), nuestro problema principal es que las partes de la sociedad civil que deberían actuar sobre esta cuestión están muy debilitadas y anémicas. Hablo de los sindicatos, por supuesto.
No basta con 35 diputados ni con una mayoría absoluta para derrotar a las grandes corporaciones multinacionales. Necesitas más músculo, tejido social organizado armando paros, boicots, militantes trabajando y agitando la indignación popular, creando y galvanizando la conciencia del sujeto que va a movilizarse. Esta tarea de construcción y reforzamiento del andamiaje de la lucha que es la sociedad civil, corresponde a la militancia y el activismo, y es responsabilidad de los partidos socialistas y obreros organizar ese trabajo. Dediquemos más esfuerzo a participar (con cabeza y pensamiento táctico) en el sindicato y la asociación de vecinos y menos a protestar por las redes sociales.