El 4 de mayo los madrileños vamos a las urnas. Tras el terremoto desatado en Murcia con la moción de censura alentada por Ciudadanos, Isabel Díaz Ayuso, para evitar una posible réplica en Madrid, decidió convocar elecciones anticipadas. Casi al mismo tiempo, se registraron dos mociones de censura, una por parte de Más Madrid y otra con el sello del PSOE, pero finalmente, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid validó la convocatoria de Ayuso, rechazando la petición de la Asamblea de Madrid de suspender la disolución de la cámara.
El Partido Popular resolvió la crisis murciana, ejecutando un nuevo “tamayazo”. Tan sólo dos días después de presentarse la moción de censura, tres diputados de la formación naranja, acordaron con el PP rechazarla a cambio de la integración en el Ejecutivo Autonómico. Pero a pesar de que en Murcia todo parezca ya pacificado, tal movimiento ha tenido consecuencias en todo el país.
Que se lo digan a Ciudadanos, con una sangría de bajas y traiciones que revelan su fragilidad estructural e incapacidad para encontrar espacio político propio. Seguramente, el Partido Popular, sea el destino de muchos de sus integrantes. Al fin y al cabo, sería volver a casa.
Y que nos lo digan a los madrileños, que en aproximadamente mes y medio (y sin haber pasado ni dos años desde las últimas elecciones autonómicas), volvemos a tener comicios. Y un martes, para seguir con los hechos inesperados. Por si el temblor sísmico no era lo suficientemente intenso, Pablo Iglesias, el hasta ahora Vicepresidente segundo del Gobierno y Ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, ha dimitido de sus funciones (que serán reasignadas a Yolanda Díaz e Ione Bellarra), para ser el candidato de Unidas Podemos en la Comunidad de Madrid. ¿Quién da más?.
La batalla que se viene no es una más, ni una cualquiera. Por la configuración del Estado en España, lo que sucede en la capital, tiene una trascendencia altísima en todo el país. Además, se da la particularidad de que el PP madrileño encabezado por Ayuso, representa en sí mismo, a la ultraderecha que actualmente se asocia más con Vox. Hablamos de una líder política que afirma por televisión sin sonrojarse que “si te llaman fascista estás en el lado bueno de la Historia”.
Así pues, desde las fuerzas de la izquierda -y sabiendo todo esto- hay que tomar decisiones y marcar prioridades. La llamada a una candidatura unitaria hecha por UP, que parece de sentido común, no ha sido aceptada por parte de Más Madrid, pero veremos cómo se saldan finalmente las cosas. Que de piruetas estamos curados de espanto. Las convulsiones y enemistades que acabaron fracturando un espacio común hace no demasiado (proceso que no vamos a analizar ahora), han dejado heridas seguramente aún sin cicatrizar, pero desalojar al PP de Madrid requiere cuantos sacrificios sean necesarios.
Ayuso es un verdadero peligro para el pueblo madrileño. Su gestión de la pandemia no deja lugar a dudas. Las cifras de contagios y muertes, la oposición frontal a las decisiones del Gobierno Central, el Zendal, etc. La lista de agravios contra la salud y la sanidad públicas es interminable. Durante décadas, el Partido Popular ha convertido nuestra comunidad en un paraíso fiscal para el IBEX-35, mientras la desigualdad y el empobrecimiento de amplias capas de la población trabajadora, no han hecho más que aumentar.
Cada vez nuestros servicios públicos son más escasos, infrafinanciados y desprovistos de los recursos necesarios para atender las necesidades sociales básicas de la gente. Madrid se ha convertido en una ciudad donde vivir es un deporte olímpico y tener estabilidad, certidumbre y proyecto de futuro, una quimera prácticamente inalcanzable.
En nuestra opinión, es ahí donde hay que centrar los esfuerzos de quienes creemos en un Madrid (y un país) diferentes. En medidas, propuestas e iniciativas, que modifiquen sustancialmente la vida que actualmente tenemos, que aporten certezas y seguridad a las familias trabajadoras y porvenir a las generaciones más jóvenes. Y eso pasa por blindar lo público y dejar de conceder al mercado manga ancha sobre sectores y actividades fundamentales para la economía y el bienestar social.
Cuando en la Empresa de Servicios Municipales de Alcorcón (ESMASA) se sanean las cuentas que en el pasado el PP dejó en la ruina, se reorienta el rumbo de la misma, se genera empleo y se marca la transición ecológica como reto fundamental para que los vecinos puedan vivir mejor y cuidando el medioambiente. En ese momento dices: “esto sí toca”.
Cuando se pone encima de la mesa una red pública para el cuidado de niños menores de 14 años, como la propuesta a través de Plan Corresponsables por parte del Ministerio de Igualdad, cuando o se hacen pruebas piloto de un sistema público de “canguros”, como en Barcelona, ves que esto son pasos importantes por parte del Estado y las instituciones públicas para hacerse corresponsables de la conciliación familiar. Desde luego que en ese momento piensas: “esto sí toca”.
Y es que las elecciones del 4 de mayo luchamos contra un proyecto de privilegios, desigualdad, caciquismo y en favor de los superricos, contra quienes pretenden seguir perpetuando un modelo que nos roba la libertad y las posibilidades de una vida digna. Ayuso puede hablar de “socialismo o libertad” (ahora de “comunismo o libertad”), invocar al demonio rojo y al politburó de Moscú, para tratar de mostrarse como una defensora del libre albedrío, pero una ultraderechista hablando de libertad, es como el burro hablando de orejas.
¿Libertad, para quién? Para que los peces gordos se sigan haciendo de oro, para seguir destruyendo lo público mientras sus familiares y amigos pegan pelotazos urbanísticos, o para que el COVID siga campando por nuestra ciudad. La libertad que en Madrid necesitamos es la de tener un proyecto de vida, la de poder emanciparnos siendo jóvenes, la de tener cubiertas las necesidades sociales, la de acceder a empleos estables con salarios que no adelanten el final de mes al día quince, la libertad para tener una democracia donde el pueblo tengamos más cosas que decidir que a quién votar cada cuatro años.
Si queremos tener opciones de vencer en la contienda electoral, va a ser necesario movilizar mucho voto. Un voto mucho más amplio que “el de siempre”, que no se activa solo con campañas antifascistas ni con banderas rojas (o moradas), sino con políticas que hagan pensar a muchas personas: “Joder, esto sí me cambia la vida, merece la pena que lo apoye”. Si la ultraderecha ha ido creciendo en nuestro país, también lo ha hecho el denominado “el partido de la resignación”, el de la desafección política. Y para ganar a la primera vamos a necesitar remover a mucha gente que no se identifica con nuestros patrones ideológicos, pero que, sin duda, quiere vivir con dignidad, con buenos servicios públicos y con un futuro garantizado para la mayoría.
Así es. Ánimo, compañero, en esas andamos.