¿Podemos aprender algo de las grandes empresas en la comunicación política?

Si algo caracteriza a muchas organizaciones comunistas es el ser rígidos y pensar que lo táctico es secundario y se debe acudir a la gente con “las grandes verdades”. Esto es un error de manual.

Cualquier persona que analice la prensa sobre el mundo de la empresa, o que estudie alguna carrera que tiene relación con ésta, como Administración de Empresas o Marketing, se dará cuenta de que hay algo que se repite constantemente en el campo de la comunicación empresarial: la innovación permanente y el adaptarse a los tiempos.

Innovar constantemente para no quedarte obsoleto y no perder cuota de mercado y adaptarte a los cambios, tanto en el ámbito económico, teniendo en cuenta el mundo globalizado en el que hoy vivimos, como en el ámbito social.

Fruto de esto, del adaptarse a los cambios de la sociedad, surge lo que se conoce como marketing orientado a la responsabilidad social. Esto es una tendencia dentro del marketing donde las empresas se dan cuenta de que hay capas sociales que ya no quieren comprar únicamente productos, sino que quiere comprar un código ético (y también un símbolo de identidad o un estilo de vida) con ellos. Es por eso que, si cualquier día prestamos atención a los anuncios, veremos cómo constantemente nos dicen que esta botella está hecha con plástico reciclado, o que por cada compra de x cosa, se plantará un árbol en el Amazonas. La veracidad de esto es cuanto menos dudosa, y lo más seguro es que la misma empresa que te dice que ha hecho la botella con material reciclado, a la vez está contaminando en un país del sudeste asiático. Sin embargo, una parte importante de la gente (entre otras cosas porque el alcance comunicativo de las tropelías que hacen las empresas es muy limitado) que compra estos productos, piensa que comprando esto ayuda a la sostenibilidad del planeta y no solo eso, sino que la empresa también lucha por esa causa, y por tanto el empresario ya no sería enemigo o un dique de contención en la búsqueda de ese mundo más justo y sostenible, sino que sería un aliado.


Anuncio publicitario de la ‘American Tobacco Company’ de 1929.

Es cuanto menos curioso lo que llevó a cabo la American Tobacco Company a finales de la década de los 20. La American Tobacco Company hizo una gran campaña publicitaria llevada a cabo por Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud, donde mostraba a mujeres fumando, algo que tradicionalmente solo hacían los hombres, dejando entrever lo siguiente, que fumar era un elemento empoderador, y que la American Tobacco Company era una aliada de la causa feminista y no una enemiga de ésta. El resultado de esto, como podréis entrever, fueron unas ganancias multimillonarias para la compañía. La lucha feminista le daba igual, lo importante es que había un nuevo nicho de mercado.

Llegado a este punto del artículo me remito a la pregunta que hago en el mismo: ¿Podemos aprender algo de las grandes empresas en la comunicación política?

Pues básicamente es esto, el innovar y entender la realidad en la que nos movemos. Obviamente nuestros objetivos son diferentes a los de las grandes empresas, las cuales solo buscan el máximo beneficio y les da igual haber apoyado al III Reich y apoyar ahora al movimiento LGTB (como Coca Cola), sin embargo, es cuanto menos curioso analizar cómo pueden conectar con las clases populares y que una parte de éstas piensen que son aliados en esa búsqueda de un mundo mejor. Y eso pasa porque saben innovar la comunicación en el discurso y en la estética, y usan metodologías científicas para ello.

Hoy en día nos encontramos en un contexto donde el marxismo ha perdido mucha influencia, donde la ideología dominante entre la gente de clase trabajadora es, por una parte, el social-liberalismo, la ideología del PSOE, y, por otra parte, la resignación ante el estado de las cosas. El socialismo sería visto como algo utópico e incluso peor, como algo del pasado siglo. Y esta pérdida de influencia no se debe a que el marxismo no sea necesario, al contrario, posiblemente estamos en un momento donde se necesita más que nunca y es más difícil que cale.

Si el marxismo a día de hoy está donde está es, en parte, por la nula innovación y adaptación de las organizaciones comunistas al s.XXI en materia de comunicación política. Evidentemente hay otros muchos factores, sin embargo, este es uno de ellos (y muy importante) y es el que voy a analizar.

Si algo caracteriza a muchas organizaciones comunistas es el ser rígidos y pensar que lo táctico es secundario y se debe acudir a la gente con “las grandes verdades”. Esto es un error de manual ya que esto lleva muchas veces al folclore y a mantener una estética anclada en el pasado, basada en símbolos que a día de hoy a pocos trabajadores representan. Evidentemente podemos coincidir con ellos en muchas cosas como marxistas, pero eso no quita que generan rechazo en las masas y acaben aislados de ellas.

Estoy hablando, por ejemplo, del uso de la hoz y el martillo como símbolo de un partido comunista. Esto claramente a los marxistas puede representarnos, pero lastra más que ayuda, y generalmente si un grupo de obreros te ven usando este símbolo, y vas a trasladarles tus ideas, los más seguro es que ni te escuchen. Otro ejemplo sería el uso de “dictadura del proletariado”. El mero hecho de escuchar la palabra dictadura a muchos obreros puede chocarles y desecharla. Sería mucho más conveniente decir “democracia socialista” que en esencia es lo mismo, pero en el contexto actual puede marcar la diferencia entre que te escuchen y te dejen de escuchar.

No utilizar estos símbolos y no ir en manifestaciones con pancartas de Stalin, no significa que seamos menos marxistas, significa que entendemos que nos movemos en una realidad donde, ahora más que nunca, la primera impresión que tengan los obreros de tu organización puede ser determinante, lo que implica ser flexibles en la táctica. Y ser flexibles en la táctica no es no tener principios, significa entre otras cosas, combinar perfectamente estos principios firmes, con una estética y una comunicación que permita que la clase trabajadora empiece a ver que otra realidad es posible. Significa como he dicho antes, sepáranos de usar símbolos que lastran más que suman y que la mayor parte de los trabajadores no reconocen como suyos.

Si en un futuro, la realidad de la lucha de clases hace posible que dichos símbolos no resten, desde luego que no hay problemas en usarlos, pero esa realidad no es la de hoy.

Pero no solo resta actualmente el uso de esto por parte de estos partidos comunistas, sino que también resta su posición en torno a los movimientos feministas, lgtb etc.

Hemos visto que las empresas utilizan campañas de publicidad para parecer aliadas de estos, sin embargo, esto no significa que haya que desechar todos estos movimientos porque una parte de ellos sea profundamente liberal y postmoderno ¿Acaso esperamos que la burguesía no intente influir en estos movimientos? ¿Acaso esperamos que no haya lucha de clases en ellos? ¿Qué tipo de marxistas seríamos si pensáramos esto? Los comunistas debemos de introducir la idea de que el socialismo y sus propuestas políticas, no son incompatibles con los objetivos de emancipación de estos movimientos, al revés, que es el verdadero aliado, como muestra D. Fernández en este artículo ¿Disputar el feminismo, o disputar al feminismo?. Rechazar estos movimientos de masas única y exclusivamente porque “no son puros”, te coloca en una marginalidad mayor.

Después de relatar todo, que suena un poco desolador, porque si nos paramos a ver, la mayor parte del movimiento comunista sigue patrones obsoletos, hay organizaciones que sí combinan todo esto, innovación comunicativa, firmeza en los principios y flexibilidad en la táctica. Estoy hablando por ejemplo del Partido del Trabajo de Bélgica (PTB). Si analizáis la foto del encabezado y la comparáis con cualquier otra de un partido del movimiento comunista español, veréis enseguida las diferencias, que son abismales. La única diferencia es que el PTB, siendo marxista, sí llega a los obreros, está en pleno crecimiento, cada año sube más en intención de voto y que los otros partidos que se llaman comunistas no influyen en la clase trabajadora.

Como muestra, un botón. Esto es lo que dice el PTB sobre el estilo de comunicación en su documento “30 recomendaciones para una buena táctica”:

Hablamos un lenguaje directo y sencillo, comprensible por la gente

Simplificamos nuestros mensajes, nuestro material, nuestras actividades, para que la gente con quienes trabajamos se sientan cómodos.

Hay que prestar especial atención en evitar la jerga de partido, en simplificar el mensaje, tanto el texto como la imagen. Abordamos la mente y el corazón, con humor y con seriedad. El humor es un poderoso arma de comunicación.

Nos dirigimos a la mente y al corazón, utilizamos materiales profesionales en contenido e imagen

Nos basamos en análisis y dosieres sólidamente documentados. A partir de ahí se elaboran propuestas dónde todo puede ser tenido en cuenta. Ese trabajo le habla a la mente. Pero hace falta ganar los corazones. Aquí, el contacto directo es crucial. Pero cuando se trata de llegar a un extenso grupo de personas, es imposible conocer a todos personalmente para ofrecerle una taza de café y exponer pacientemente nuestros argumentos. Aquí, lo importante es la impresión que se deja a las personas. El estilo propio ayuda a conocer al alma del partido. Un estilo propio ayuda a que las personas se sientan bien tras ver la imagen del partido.

En la web del partido,  en los folletos y en las decenas de panfletos de empresa o de barrio, no estamos abordando sólo la mente, sino el corazón. Una imagen vale más que mil palabras. Un buen título tiene más efecto que un eslogan pomposo. En un panfleto de masas, las imágenes, el diseño, el encabezamiento y los subtítulos son tan importantes como el propio texto.

En mi partido aquí en España, el Partido del Trabajo Democrático (PTD), intentamos prestar mucha atención a todo esto. Tenemos muy poca historia en comparación con el PTB, pero creo que mis camaradas estarán de acuerdo en que tenemos la virtud de ser muy críticos con lo que convencionalmente se considera el estilo de comunicación del movimiento comunista. Meritorio es mencionar también a Podemos, que, sin ser comunista, si hay que reconocerle una cosa: ha ensanchado la izquierda alternativa, y su base de votantes a día de hoy era el techo de Izquierda Unida. Y este éxito, entre otros muchos, se debe a dos motivos que el propio Iglesias relataba, que ellos habían hecho lo que tradicionalmente la izquierda no hacía, y que Izquierda Unida se estaba hundiendo en su sopa de estrellas rojas (palabras textuales de Pablo Iglesias).

Y antes de concluir me gustaría hacer un inciso, es cierto que por mucho lenguaje comunicativo que cambiamos, si avanzamos en el movimiento, la campaña que nos va a hacer el adversario va a ser bestial. Y aquí la respuesta por parte de los movimientos comunistas ha de ser clara. No solo basta con estar presentes en las redes sociales y en los medios alternativos, no solo basta con ser una izquierda virtual. Entre otras cosas porque va a ser muy difícil que tengamos medios de comunicación que hagan un contrapeso de difusión tan grande como los que tienen la burguesía, por eso tenemos que estar dentro de los sindicatos, en los centros de trabajo y en los barrios con nuestros militantes, para que el radio de difusión sea mucho mayor que un simple tweet que la mayoría de obreros no verán (pero si verán en el telediario donde se nos criminaliza) y poder hacer frente a la manipulación en los medios.

Por tanto, y como concusión, al igual que una empresa sabe que si no innova y se adapta a los tiempos caerá en la marginalidad, el movimiento comunista de España debe saber que es más necesario que nunca, esa innovación en la comunicación e intentar que el mensaje cale de todas las formas posibles.

Firmeza en los principios y flexibilidad en la táctica es lo que debe de hacer el movimiento comunista español si quiere avanzar entre la clase trabajadora.

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