Jaén ¿merece más?

Álvaro Rodríguez
Álvaro Rodríguez
Estudiante de Derecho y Ciencias Políticas y de la Administración en la Universidad de Granada.

«Aunque el otoño de la historia

 cubra vuestras tumbas

 con el aparente polvo del olvido, 

jamás renunciaremos ni al más 

viejo de nuestros sueños»

MIGUEL HERNÁNDEZ

En las últimas semanas hemos podido observar cómo Jaén estaba en el epicentro de la actualidad nacional. De hecho, cómicos de la provincia como David Broncano o Santi Rodríguez se hacían eco de todas las movilizaciones y relataban la realidad de la provincia en diferentes medios de comunicación. El propio Broncano en su programa de radio “La Vida Moderna”.

Estas movilizaciones han sido fruto de los últimos acontecimientos acaecidos en la provincia. Acontecimientos que han prendido la mecha de esta indignación popular y que pasamos a relatar rápidamente.

Todo empieza por el estallido de la violencia en la ciudad de Linares a causa de una agresión policial (estallido de violencia que no se basa única y exclusivamente en reacción a la agresión, sino que tiene que ver más bien con la triste realidad que sufre el municipio linarense) , y sigue con la decisión por parte de la Vicepresidenta Primera del Gobierno de llevar la base logística militar enmarcada en el Plan COLCE a la vecina Córdoba, aún existiendo una candidatura sólida y fuerte como lo era la candidatura jiennense. Hay que decir, que esta base logística iba a traer más de mil empleos a la provincia.

Si a esto le sumamos el abandono histórico y continuado por parte de las numerosas instituciones regionales y suprarregionales, es lógico que se haya provocado una serie de movilizaciones multitudinarias. Movilizaciones que han tenido como lema claro “Jaén merece más” y que nos han situado como una de las provincias de la llamada España vaciada junto con Cuenca, Segovia, Teruel o Soria entre otras muchas.

Como decíamos al principio, estos hechos sólo han sido la gota que ha colmado el vaso. Un vaso que se ha ido llenando gota a gota con el paso de las décadas. Una flagrante pérdida de valor en el sector agrícola, principal sector del que depende la provincia, la desaparición casi completa del sector industrial, el golpe de una pandemia que ha terminado de rematar a un sector comercial ya bastante debilitado con la crisis y la falta de comunicaciones con el resto de provincias son las principales causas de la crisis estructural en la provincia de Jaén. Causas que, como no, tienen consecuencias. 

Jaén está sufriendo una hemorragia demográfica sin precedentes, son ya 30.000 personas las que han abandonado la provincia desde el año 2014 según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

En este artículo lo que vamos a intentar es desarrollar las causas -que ya hemos mencionado antes- que hacen que Jaén sea un polvorín y ofrecer también algunas soluciones. 

La triste realidad del sector agrícola

La provincia de Jaén es conocida por todo el mundo por su famoso mar de olivos y el aceite que sale de nuestras almazaras supone el 44% de la producción mundial y el 62% de la europea. Jaén basa, e históricamente ha basado, su economía en la producción del llamado oro verde y esto, a la larga, ha supuesto un gran problema para la provincia. El impacto de la COVID-19 en España es un ejemplo claro de cómo puede verse afectada la economía de manera estructural cuando se basa únicamente en un sector. Del mismo modo que el sector hotelero ha sido el más dañado por la COVID, la provincia de Jaén está sufriendo desde hace tiempo una crisis estructural en el sector agrícola que analizaremos con más detalle. 

La caída del precio del aceite, provocada por una serie de factores, ha sido motivo de movilización de los agricultores jiennenses antes del comienzo de la pandemia. Ya hablábamos con más profundidad en esta misma revista de los problemas que atravesaba el sector agrícola en la provincia de Jaén, sin embargo, es necesario contextualizar dicha situación a la era COVID y a los cambios políticos que se han ido sucediendo a lo largo de este tiempo. 

La falta de capacidad de inversión tecnológica para los pequeños y medianos agricultores (debida por una parte al miedo de que no les salga rentable por los bajos precios, y por otra parte por la falta de ayudas de la administración pública) sigue siendo un gran problema que convierten en nulas las pocas posibilidades de competencia con los grandes propietarios que no tienen problema en traer la tecnología necesaria para la recolección de la aceituna. De otro lado, y como comentaremos a continuación, la realidad industrial en nuestra provincia es pésima, lo que no ayuda a que se pueda revertir este problema. 

Por otra parte, tampoco se ha solucionado nada en lo relativo al fraude de las distribuidoras y el etiquetado del aceite. Las grandes superficies presionan a las almazaras para que les venden el aceite más barato, estas a su vez lo venden a granel a otros países en los que se refina mezclandolos con aceites de peor calidad, lo etiquetan como aceite de esos países y lo venden a supermercados como aceite de oliva virgen extra a un precio más barato. Esto, sin lugar a duda va a acabar perjudicando al agricultor y a las sociedades cooperativas en las que se organizan, y repercute igualmente en el precio que se les paga por todo el trabajo de un año.

En cuanto a la política arancelaria si se puede atisbar un cambio. El final de la administración Trump y el comienzo de la “Era Biden” en Estados Unidos, junto con la iniciativa por parte del Gobierno de España, ha aplanado las diferencias y es posible que el aceite ya no tenga que verse afectado por grandes aranceles comerciales, o al menos que no sean de gran magnitud. No podemos tampoco atribuirle el mérito a los gobiernos al servicio de las multinacionales, sino que ha sido en gran medida por la presión política y social que han ejercido los agricultores cada vez que han tenido oportunidad.

Finalmente, cabe decir que queda mucho por hacer en este sentido. El bajo precio que se paga a los agricultores por el aceite sigue siendo un problema, las distribuidoras y otros países continúan con su fraude en el etiquetado y con su presión a las sociedades cooperativas, tampoco existe la inversión tecnológica suficiente para la modernización de nuestros campos y la política arancelaria, aunque parece que mejora, sigue siendo un problema que destroza el trabajo de miles de familias y las ahoga. Veremos si hay salvavidas.

Santana Motor y la realidad industrial de Jaén

En 1953 se aprueba el llamado Plan Jaén que tenía como principal misión industrializar la región y reducir el paro agrícola. La idea era crear empresas que no tuvieran que ver necesariamente con el campo para así poder diversificar la región (plan que luego se vería que en el cómputo global fracasó estrepitosamente). 

Así es como en 1954 se crea la “Metalurgia Santa Ana” en donde en el primer consejo de administración estaban representantes de la empresa MADE (Material Auxiliar De Electrificaciones) de Madrid, propietaria de la mayor parte de las acciones, y Rover, en calidad de socio tecnológico.

Santana Motor experimentó un gran crecimiento hasta que el “Land Rover Santana” se quedó obsoleto y tuvo que  buscar nuevas alianzas hasta que llegó a un acuerdo con Suzuki en el 1985. Sin embargo, en los años 90 la empresa empieza a tener pérdidas y en 1994, Suzuki anuncia su marcha.

En febrero y marzo de 1994, las manifestaciones fueron casi diarias y una semana después de presentarse la suspensión de pagos, se llevó a cabo la mayor manifestación de la historia de los conflictos laborales en Andalucía, con entre 80.000 y 100.000 personas, cuando la ciudad linarense tenía únicamente 60.000 personas. Muestra clara de la gran dependencia que tenía la provincia de la empresa. Y es que no solo era que cerrara Santana, en estos casos como en tantos otros, el cierre de una empresa de tales características afecta a muchas otras pequeñas y medianas empresas que le trabajan a la empresa matriz. No solo se dejaba en paro a miles de trabajadores de forma directa, sino que también de forma indirecta caían otros miles. Las manifestaciones continuaron con el incendio de la delegación de Hacienda y diversas marchas en Sevilla y Madrid. Suzuki accedió a renegociar su salida proponiendo una reducción del 60% del personal, fabricar la mitad de vehículos y congelar los sueldos durante dos años. Aparte de aumentar la productividad un 40%. Esto no fue posible y en 1995 la Junta de Andalucía se quedó con Santana para salvar empleos. En 2010, Santana fabricó 800 coches cuando en el 2000 fabricaba en torno a 42.000 unidades.

Llega 2011 y los acuerdos del Plan Linares Futuro (aprobados por la Junta de Andalucía y ratificados por UGT y CCOO) se muestran como la alternativa al cierre tras 55 años de historia de Santana Motor. Este documento, que recibió a su vez también el visto bueno del 82,96% de los trabajadores, aseguraba que a pesar de acabar con la empresa el objetivo era regenerar el tejido económico y productivo del entorno de Linares. Sin embargo, todo esto que se prometió no se llegó a cumplir haciendo que se hayan llevado a cabo varias manifestaciones de más de 35.000 personas en Linares para pedir inversión, infraestructuras y que cumplan con lo prometido.

Vista del final de la manifestación del 14-S en Linares. Foto: Chavis Linares Arrayan (Todos a una por Linares)
Vista del final de la manifestación del 14-S en Linares. Foto: Chavis Linares Arrayan (Todos a una por Linares)

Esta caída de la industria no solo se produce en Linares, pueblos como Bailén que se vieron beneficiados por el ‘boom’ del ladrillo con la creación de numerosos tejares que daban trabajo a la ciudadanía,  han visto cómo estos mismos tejares que se erigían como símbolo de prosperidad económica, han caído por la crisis del 2008. Y al igual que con Santana, el cierre de los tejares no solo hacía que cayeran estos sino todo los sectores que se movían gracias a ellos, como el transporte. Es cierto que actualmente parece ser que el ladrillo recupera pulso en Bailén, sin embargo, ni mucho menos como antes. La realidad es que a día de hoy no hay tejares que lleven a cabo un año de producción sin parones mensuales.

La dinámica de Linares y Bailén se reproduce a su vez en otros pueblos como La Carolina y en definitiva en la provincia, la cual parece ser que el único pulmón industrial que le queda es Valeo Iluminación, una factoría que se ubica en Martos y que da trabajo a cerca de 3.000 trabajadores de forma directa y 8.000 de forma indirecta. Sin embargo, la pandemia de la COVID-19 está haciendo que la empresa recurra a los ERTES y que haya seria preocupación en torno a los puestos que se pueden llegar a perder (sobre 1.200).

Por terminar este epígrafe, en donde se muestra claramente la falta de industria en la provincia (el cómo conseguir esa reindustrialización lo trataremos al final del artículo) y como los pulmones industriales de ésta han ido cerrando, mostrabamos antes en el Plan Linares Futuro, como las administraciones faltaban a su palabra ante los sindicatos que firmaron y ante la población jienense en general. Pues por si fuera poco en 2017 se firmó un Pacto por la Industria entre la Junta de Andalucía, los Sindicatos y la Confederación de Empresarios. Pacto que debería de haber concluido el diciembre de 2020, y al igual que el de Linares no se ha llevado a cabo.

La agonía del sector comercial

Si hay algo común que ha afectado por igual a todos los municipios españoles a causa de la pandemia de la COVID-19, ha sido evidentemente la contracción que ha sufrido todo el sector comercial nacional, la hostelería, el sector turístico etc. Las exportaciones españolas cerraron 2020 con una caída del 10%, la primera desde 2009. España exportó 261.175 millones de euros en 2020, 30.000 millones de euros menos que en 2019. Aquí en Andalucía, por ejemplo, de los 56.612 locales de hostelería que estaban censados en la comunidad autónoma a principios de 2020 han sucumbido más de 18.000.  De hecho estamos ya acostumbrados a poner las noticias en este último año y ver como generalmente los titulares son que cada vez más comercios tienen que echar la persiana. 

Como decía en el anterior párrafo, esta dinámica ha sido común en todos los territorios, y por tanto Jaén se ha visto también afectada, lo que hace que si a esto le sumamos todo lo dicho anteriormente, la situación sea aún más agónica.

Cabe destacar, el cierre del Corte Inglés de Linares tras 18 años abierto. Un cierre que deja en la calle a 223 trabajadores, de los cuales 70 empleados del total de plantilla podrán recolocarse en el de Jaén capital, y el resto podrá solicitar ser recolocados en cuatro centros por orden de permanencia (todo esto es lo que se dice en el acuerdo de la mesa negociadora). Sin embargo, que los 153 empleados que se quedan fuera de ese recolocación en el Corte Inglés de Jaén capital, pueden ser reubicados en otros centros (todos) es cuanto menos dudoso ya que la propia empresa está preparando un ajuste de plantilla de 3.000 trabajadores. Por mucho que promulguen ese realojamiento, si a la vez que dices esto, planeas el mayor ERE de tu historia, es cuanto menos dudoso que estas palabras sean fiables.

Aparte del Corte Inglés, en Linares, también se ha cerrado el Zara dejando a 27 trabajadores en la calle. 

Con estos dos cierres, la situación de Linares, una ciudad que vivía mucho de la gente que venía a comprar de otras localidades, es aún más agónica, teniendo en cuenta todo lo de Santana antes mencionado. 

Y como hemos comentado, mencionamos Linares ya que los cierres de estas dos plantas han tenido gran difusión y porque es el municipio más golpeado de la provincia, pero esta dinámica de cierre de comercios se reproduce en el resto de la provincia, del país y del mundo.

Jaén, una provincia aislada

Las comunicaciones interurbanas e interprovinciales son fundamentales para un correcto desarrollo económico de un territorio, pues permiten la movilidad de recursos humanos y materiales. Para que las comunicaciones sean las adecuadas y ayuden al crecimiento de la economía de un territorio en primer lugar ha de haberlas, y una vez las haya,  estas deben de ser de calidad, ágiles y cómodas para quien las utilice. Pues bien, la provincia de Jaén es maltratada también en este sentido.

La provincia de Jaén sufre desde hace muchos años la falta de comunicaciones y la escasa calidad de las pocas que hay. Muchas han sido las promesas que se han ido haciendo por parte de distintos partidos y gobiernos, tanto provinciales, autonómicos y nacionales. Sin embargo, todas ellas han acabado en el “cajón del olvido”. 

Según datos del propio Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana encabezado por el Ministro Ábalos en el “Catálogo de la Red de Carreteras” del año 2019, Jaén cuenta con un total de 466 Km de carretera de los 3500 Km que tiene Andalucía. En comparación con otras provincias de igual superficie como Córdoba, que cuenta con 623 km. Además Jaén solo dispone de carreteras convencionales y autovías mientras que el resto de provincias también cuentan con carreteras multicarril. En lo que se refiere al transporte por ferrocarril, la Estación Linares-Baeza y la de Jaén son las únicas de la provincia con transporte interprovincial y ninguna de las líneas de las que se disponen es de Alta velocidad. Esto no hace más que confirmar el aislamiento ferroviario que sufre la provincia de Jaén.

Es evidente que Jaén no cuenta con un adecuado transporte por ferrocarril puesto que hay escasos servicios y una excesiva lentitud para los viajes, además de que existe una notable falta de mejoras de las vías e insuficientes líneas y la calidad de algunas de las carreteras es bastante mejorable. 

Finalmente, no sólo las comunicaciones con otras provincias son escasas, sino que además las comunicaciones interprovinciales tampoco son de la mejor calidad. Estas comunicaciones son gestionadas por empresas privadas como es el caso de los autobuses (ALSA) y se ha convertido en un monopolio del sector. Esto prácticamente supone que los precios que se impongan desde la empresa no tengan competencia alguna y al final, el único perjudicado será el consumidor. Un viaje en autobús de Úbeda a Jaén cuesta alrededor de 6€, mientras que un viaje desde Jaén a Siles además de durar entre 4 o 5 horas (en vehículo propio se tardan 2 horas)  cuesta 16€ el billete. Las líneas eran escasas antes de la COVID y ahora lo son más, los billetes caros puesto que no tienen apenas competencia y un trayecto bastante extendido en el tiempo. 

Claro está que las comunicaciones en la provincia de Jaén son otro problema añadido a todo lo que hemos comentado con anterioridad, y se trata más bien de una consecuencia del abandono histórico y continuado de nuestra provincia.

Las consecuencias de que Jaén sea una tierra olvidada

Hemos mencionado ya más de una vez en este artículo que Jaén está y ha estado sufriendo una abandono por parte de las instituciones, que los bajos precios del aceite está perjudicando a los jienenses, que la desindustrialización suma cada vez más gente al paro y hace que seamos aún más dependientes del sector agrícola, que las malas comunicaciones hacen que tampoco se atraiga a nuevas empresas y que el sector comercial por culpa de la pandemia se está desangrando. 

Todos estos hechos tienen unas consecuencias, y eso es lo que os vamos a mostrar en este epígrafe, mostraros todo lo que ha originado esto. 

La primera consecuencia lógica, es el descenso demográfico que sufre la provincia. Esto  es algo lógico ya que si la población no tiene trabajo y el que tiene muchas veces no cubre ni costes (como es el caso de la campaña de aceituna) la gente decida irse y buscarse un futuro en otra provincia o país. En concreto Jaén ha perdido más de 36.000 habitantes desde el inicio de la crisis del 2008. Esto no solo es un dato, es en muchas ocasiones miles de sueños frustrados de gente que quería quedarse en su tierra pero que ve como el maltrato a ésta hizo que tuviera que abandonarla.

Otra de las consecuencias lógicas es el paro que sufre la provincia. Jaén es la provincia con más paro de España con 25,63% de tasa de paro  frente al 15,33% de media del conjunto del país y del 21,32% de la media andaluza. El paro en la provincia lleva una tendencia alcista durante los últimos cuatro meses donde aparte del cierre de comercios por la COVID-19 también se produce el final de la campaña de aceituna. Asimismo, al igual que la provincia se encuentra a la cabeza en la tasa de parados, si nos fijamos únicamente en la tasa de paro femenino, la provincia también es líder ya que alcanza un 29,89%. 

Decir también que Linares es uno de los quince municipios de España con más tasa de paro (27,41% en febrero de este año) y que en más de una ocasión ha liderado la lista. De hecho el año pasado en mayo, fue el municipio con la tasa más alta superando el 30%.

Jaén también lidera la temporalidad en la contratación: el 98,9% de los contratos son temporales, 8,5 puntos porcentuales por encima de la media. Esto es algo preocupante en todos los sentidos.

El sueldo medio en Jaén es el segundo más bajo de las provincias andaluzas detrás de Huelva. Los jienenses cobran de media 12.469 euros (1.039 euros mensuales) frente a Sevilla y Málaga por ejemplo, con registros de 15.608 euros (1.300 euros mensuales) y 15.511 euros (1.292 euros mensuales), respectivamente y eso teniendo en cuenta que Andalucía es la quinta remuneración más baja del país.

Las consecuencias para la provincia son devastadoras, haciendo que mucha gente sufra de ansiedad ante la falta de perspectivas futuras, sobre todo entre la gente joven. La situación de los jóvenes es algo que nos inquieta y que analizaremos de forma más profunda en el siguiente epígrafe.

Mirando al futuro. Juventud en la provincia de Jaén

La juventud española es, sin lugar a duda, una de las grandes incógnitas que quedan por resolver en nuestro país. Con una precariedad acuciante, un paro desorbitado, una fuga de cerebros constante, un precio de la vivienda por las nubes y una dificultad para emanciparse axfisiante no se le encuentra un futuro de certezas y seguridad para la juventud ni en España, ni mucho menos en Jaén. 

La juventud de nuestra provincia se ve en la obligación de buscar oportunidades laborales en el exterior, y es que la provincia sufre una hemorragia poblacional de enormes dimensiones. Según el INE  un 80% del total de gente que abandonó la provincia desde 2017 son jóvenes.

Por otra parte, la precariedad (mencionada en el anterior epígrafe) es un elemento clave del que convergen el resto de problemas para los jóvenes en nuestra provincia. Esto no es algo que afecte solo a los jóvenes sino que afecta especialmente a los jóvenes. La precariedad provoca que no tengamos oportunidad alguna de emanciparnos, provoca que no tengamos oportunidades laborales de nuestro sector en la provincia de Jaén, provoca que tengamos que trabajar en una gran superficie de comida rápida para poder sobrevivir. Esto es lo que sufren miles de jóvenes en todo el país y, evidentemente, huyen despavoridos en busca de una vida mejor.

La juventud jiennense no tiene un futuro dentro de la provincia, no tenemos más alternativa que irnos, dejar a nuestra familia, nuestros hogares y nuestro entorno para que el día de mañana tengamos una vida digna porque sabemos que si nos quedamos no tendremos ninguna oportunidad para labrar nuestro futuro en unas buenas condiciones. 

Nos hemos formado, y el estado ha puesto recursos para ello, y no solo no tenemos oportunidad laboral alguna sino que además, nuestro conocimiento fruto de nuestro esfuerzo, lo hemos de volcar en otro país o en un lugar lejano. Lo que se conoce como fuga de cerebros.

Ante todo, hay una salida para Jaén.

A la hora de realizar este artículo únicamente no nos queríamos quedar en señalar los problemas que tiene la provincia, sino que además queríamos mostrar que hay soluciones a los problemas y que estas son viables siempre y cuando haya voluntad política y movilizaciones populares que puedan ejercer una presión sin precedentes a las administraciones públicas.

Por ello, para terminar este artículo, os comentamos las posibles soluciones que pueden hacer que Jaén y los jienenses tengan futuro. Soluciones para que Jaén merezca más.

En el sector agrícola, como ya hemos comentado, los precios actuales se deben, principalmente, a que se ejerce una doble presión a la baja sobre estos: por un lado tenemos las distribuidoras privadas que al tener el poder de negociación obligan a las sociedades cooperativas a tener que bajar sus precios, y por otra parte está el tema de que estas distribuidoras venden a granel a otros países el aceite en los que se refina mezclandolos con aceites de peor calidad, lo etiquetan como aceite de esos países y lo venden a supermercados como aceite de oliva virgen extra a un precio más barato.

Ante este problema, proponemos crear a través de la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales) una gran distribuidora estatal pública que no responda ante los intereses de los multimillonarios, que compita con las privadas y que compre a un precio justo el aceite. Hay que decir que comprar a un mayor precio el aceite no significa que esta distribuidora pública no sea rentable, puede ser perfectamente rentable solo que no sigue la lógica privada de tener unos hiperdiviendos (en las cadenas de alimentación encontramos diferencias con respecto al precio de origen del 500%). 

Esta gran distribuidora pública, no violaría ningún tratado de la Unión Europea, y debería de ser democrática (controlada por un consejo de administración  donde estén representados, con poder de decisión y control, agricultores, trabajadores y la ciudadanía de las comarcas) entre otras cosas para evitar lo que muchas veces ha pasado y está pasando con las empresas públicas, que éstas de público solo tienen el nombre, ya que sus gestores son representantes de los intereses de los grandes capitales (Correos es el ejemplo claro a día de hoy de una empresa pública que responde a los intereses de multimillonarios en vez de a los intereses de la ciudadanía). 

Sobre esta medida decir que ya hay partidos que la plantean como el PTD (Partido del Trabajo Democrático) aquí, y que comprar el aceite a un mayor precio también tiene otro resultado positivo, y es que muchos pequeños jornaleros pueden encontraste con los incentivos necesarios para hacer una inversión en modernizar la tecnología que emplea. En esto último creemos que las administraciones públicas tendrían que dar un paso al frente y dar las ayudas necesarias para ello, entre otras cosas, porque a la larga beneficia a la economía porque aumenta la productividad.

Es también interesante el paso que se ha dado para la regulación del precio del aceite en nuestro país, y es que el gobierno de coalición aprobó en febrero de este año un decreto para ordenar la retirada del aceite del mercado cuando este se encuentre en un grave riesgo. Podéis verlo pinchando aquí.

Respecto al problema de la desindustrialización, creemos que se daría un gran empuje a la hora de atraer inversión, si mejoraran las comunicaciones, entre otras cosas porque las empresas necesitan de unas buenas comunicaciones en el mundo globalizado en el que vivimos. En este caso la única solución es hacer presión al encargado del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, en este caso el señor Ábalos. 

Aparte de esto también manifestamos que la SEPI debe tomar aquí partido y crear empresas públicas democráticas (como la distribuidora antes mencionada) en sectores estratégicos para la economía española, y calculando muy bien el coste de esta inversión ya que España tiene un problema con la deuda (aquí es clave el control del gasto para que se inyecte dinero donde más hace falta). El objetivo sería no cometer el mismo error que tuvo Zapatero con su famosos Plan E y donde no hubo ese control del gasto y se llevaron a cabo medidas que a la larga lastró más a la economía nacional. 

De hecho creemos que Jaén es una gran provincia para el asentamiento de estas empresas públicas estratégicas debido sobre todo al gran número de ingenieros cualificados que se gradúan cada año en la Universidad de Jaén. 

Respecto al sector comercial, sabemos que aunque las administraciones públicas den ayudas (según qué CCAA en mayor o menor cuantía) habrá muchos locales que cierren. 

El escenario de la pandemia hace que por muchas medidas que podamos decir, lo mas seguro es que estas no puedan lograr revertir el cierre de los locales hasta que consigamos acabar con la COVID-19. 

Sin embargo, sería favorable que todos aquellos comercios que están de alquiler en locales, vieran reducido el importe del alquiler. Jaén (ciudad), es la capital andaluza donde más ha subido el precio del alquiler. Si nos fijamos en la provincia en general se registra un alza del 8,1%, la tercera más alta de la comunidad autónoma sólo superada por Sevilla (provincia) y Cádiz (provincia) mientras que en Córdoba prácticamente no ha habido variación al quedarse en una mínima subida del 0,7%. Esta subida se da porque en el mercado se produce una escasez de oferta de vivienda frente a una alta demanda de ésta, lo que origina que suba el precio. Un parque de vivienda pública con precios asequibles podría hacer perfectamente que estas subidas del precio del alquiler bajarán al aumentar la oferta de vivienda.

De todas formas, una vez pasada la pandemia, si se llegan a aplicar todas las medidas antes descritas, se volverán a crear nuevos comercios, entre otras cosas porque el aumento de la industria, el freno a la fuga de cerebros y unos precios del aceite más altos harían que aumentase la renta de las familias y por tanto el consumo, lo que originaría que ante este aumento mucha gente se vea incentivada a crear esos comercios que se están cerrando hoy en día.

Con estas pequeñas aportaciones terminamos el artículo lanzándoos la pregunta que da título al mismo. Jaén, ¿merece más?, nosotros creemos que la respuesta está clara. No solo merece más, sino que lo ha merecido durante todos estos años y el abandono que hemos sufrido nos ha impedido vivir con dignidad. Es hora de cambiar las tornas.

Bibliografía

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