Y sin embargo… Yolanda

En el tedioso empeño por derogar la Reforma Laboral, la presencia de UP en el Ministerio de Trabajo se está revelando como el factor clave del proceso.

Habrán ustedes caído en la cuenta de que el debate de los últimos meses sobre la derogación total o parcial de la última Reforma Laboral del 2012, se está produciendo, no por la capacidad de presión estructural de los sindicatos (huelgas, paros, movilizaciones… disrupción, en definitiva), sino por su capacidad de cabildeo y de hacer lobby de presión institucional. Cabildeo que solo es posible porque la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, es un aliada del movimiento obrero

Dicho de otro modo, la guerra por la derogación de la reforma laboral, que es a fin de cuentas una lucha por recomponer, al menos parcialmente, el poder sindical para contrarrestar los designios de los patronos, es una guerra de despachos, no de masas movilizadas.

En la lucha de clases en muchas ocasiones nos vemos obligados a luchar en un terreno que no elegimos nosotros y con las armas que hay disponibles en el momento. En este caso, la gran debilidad de los sindicatos a la hora de desplegar poder disruptivo de la producción, se ve compensada por la cuña de los aliados dentro del Gobierno. Son detalles como estos los que agitan con virulencia a las élites españolas contra la presencia de Unidas Podemos en el Gobierno del Reino de España.

Dicen los curas que, en algunos casos, en el pecado está la penitencia. El movimiento obrero de masas en España (y podríamos decir que en toda la UE) lleva demasiados años viviendo de rentas y de «poder otorgado» por las instituciones del Estado: esto es una debilidad en términos estratégicos.

Lejos de triunfalismos y de derrotismos, esta guerra de despachos debería servirnos de alerta sobre la necesidad estratégica de reforzar la capacidad de presión estructural del movimiento obrero: aquella que se da en la producción y provoca pérdidas económicas a los patronos hasta ponerlos de rodillas u obligarles a hacer concesiones a los trabajadores.

Al mismo tiempo, y visto desde el otro lado, minusvalorar la acción de gobierno en estos asuntos nos puede conducir a posiciones unilaterales y anti-dialécticas (no marxistas). A fin de cuentas, si Yolanda Díaz no estuviese en el ministerio, ni siquiera se estaría hablando en términos de posibilidad real sobre la derogación total o parcial de la Reforma Laboral.

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