Zimmerwald: los socialistas y la guerra

La Primera Guerra Mundial supuso una experiencia traumática para la clase trabajadora, no sólo porque fueron los trabajadores alemanes, franceses, ingleses o rusos quienes fueron a morir en las trincheras; sino porque demostró la inoperancia de la socialdemocracia europea.

A. Valverde
A. Valverde
Trabajador del sector telecomunicaciones y sindicalista en CCOO. Historiador y politólogo por la URJC.

Ya desde finales del siglo XIX, el socialismo europeo daba signos de un agotamiento que se manifestó, entre otras cosas, en la aparición de tendencias que venían a sustituir el concepto de lucha de clases entre obreros y capitalistas, por la colaboración entre ambos, para conseguir mejoras concretas desde el estado para la clase trabajadora y así, construir el socialismo “desde arriba”.

La idea principal de esta línea ideológica, es decir, la sustitución de la lucha de clases por la colaboración entre clases, fue desarrollándose y acabando por tener implicaciones muy importantes para parte del movimiento obrero, ya que para gran parte de sus organizaciones de referencia, el capitalismo podría acabar dándoles una mejor calidad de vida con pequeñas concesiones por parte de la clase dominante. Las posiciones de Eduard Bernstein serían el ejemplo más paradigmático de esta línea.

La hacen los burgueses, la pagamos los trabajadores

Así, cuando en 1914 estalló la Primera Guerra Mundial, los partidos socialistas más importantes de Europa se lanzaron a defender su país contra el enemigo extranjero, ignorando cualquier análisis materialista acerca de las causas del conflicto. No es de extrañar que estos partidos, que comenzaban ya a formar parte importante de la vida política de sus países, aprobaran en 1914 los prestamos necesarios para financiar la guerra, como fue el caso en Francia, Gran Bretaña o Alemania. Sin embargo, como en cualquier otra organización, existían conflictos internos o posturas contrarias a la mayoritaria. En este caso, caben destacar figuras como la del pacifista Jean Jaures, asesinado por oponerse a los créditos de guerra; o la de Rosa Luxemburgo, que calificó al SPD alemán como un “cadáver hediondo”, al ver la inutilidad para la clase trabajadora de una organización que apoyaba una carnicería entre obreros. Así, en el seno de la II Internacional se produjo una división entre los “defensistas”, que estaban a favor de la guerra; y una corriente muy minoritaria opuesta a ella.

Esta minoría acabó concretando sus ideas y un programa de acción propio en la conferencia celebrada en la pequeña localidad suiza de Zimmerwald en 1915. En aquella primera conferencia, se dieron cita algunos de los militantes socialistas que entendían que lo que estaba sucediendo en las trincheras era un enfrentamiento imperialista y que era necesario ponerle fin. Ante aquella situación, y el desgaste de una organización como la II Internacional, en Zimmerwald (y en el movimiento subsiguiente dentro de la socialdemocracia europea) se definieron dos enfoques distintos de la lucha contra la guerra. Una posición planteaba la lucha dentro de la Internacional fundada por Marx y Engels, y otra que planteaba la creación de una nueva asociación internacional de trabajadores que volviese a hacer de la lucha de clases su núcleo ideológico.

A los partidarios de crear una nueva internacional se les conoció a partir de entonces como “izquierda zimmerwaldiana” que planteaba no solamente esto, sino el fin de la guerra mundial a través de una revolución socialista que acabase deponiendo a las distintas clases dirigentes nacionales. Algunos de los integrantes de esta “izquierda zimmerwaldiana” fueron V.I. Lenin, que a la postre acabaría erigiéndose como líder de esta facción, o Rosa Luxemburgo, que a pesar de no poder acudir a la cita en Zimmerwald al estar encarcelada por oponerse a la guerra, fue una de las principales valedoras de esta corriente.

Un pequeño punto de inicio

La conferencia de Zimmerwald, a pesar de lo reducido de su tamaño (Trotsky, que estuvo presente, se lamentaba de que todos los internacionalistas del mundo cupieran en 4 coches), tuvo una influencia decisiva para el devenir del movimiento obrero internacional. Por un lado, supuso la ruptura con la socialdemocracia reformista, sentando así las bases para lo que sería la III Internacional o Komintern; y por otro, sembró el germen de la Revolución de Octubre de 1917, al entender la revolución como la única manera de detener la Gran Guerra. A pesar de lo reducido de su tamaño, o su brevedad, es fundamental entender la conferencia de Zimmerwald de 1915 como un hito histórico para el movimiento obrero, ya que vuelve a poner encima de la mesa cuestiones como el internacionalismo proletario o el carácter de clase de cualquier guerra; y supone el comienzo de la ruptura entre socialdemócratas y comunistas.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.